CONTRAMIRADAS
Francisco Morales: «Yo he nacido en un montón de almendras»
Es el rey de la almendra. Tercera generación de un imperio que hoy fctura 200 millones al año y exporta a los cinco continentes
Hace 108 años, los abuelos del señor de la imagen compraban almendras en las aldeas de Priego, las partían a martillazos y las vendían en mulas en Málaga. Toda la producción anual que lograban sacar adelante entonces con aquellos medios rudimentarios es lo que hoy generan en un solo día. Tanto que Almendras Francisco Morales se ha convertido en todo un imperio agroalimentario que factura 200 millones de euros , exporta a cinco continentes y da empleo a 120 trabajadores en el minúsculo poblado de Zamoranos. A sus casi 70 años, Francisco Morales acude puntual a su despacho cada día y prepara el relevo de la cuarta generación en las manos de sus tres hijas.
«Desde pequeño mi padre me dejaba que yo dirigiera el cotarro, lo mismo que yo hago con mis hijas», declara sentado en su despacho de Zamoranos. «Siempre he dejado que opinen y que se equivoquen. Así se aprende . Como te endioses y sepas mucho acabas siendo un desastre».
-Y usted ha procurado no endiosarse.
-He conocido a gente endiosada y poco ha durado.
-El secreto es la humildad.
-Sí. Lo he aprendido de mi padre.
-Y usted nació con el oficio de las almendras en el DNI.
-Claro. Mi madre le daba lo que fuese a una mujer para que me cuidase. Ella se iba a jugar con las chiquillas, hacía un hoyo en las almendras y me dejaba allí metido. Yo siempre digo que he nacido en un montón de almendras.
Francisco Morales quiso ser torero . Nació dos años después de la trágica muerte de Manolete y creció bajo el poderoso influjo del mito taurino. Nunca cogió una muleta . Con once años ya iba a los cortijos con las bestias para recoger sacos de almendras. Una vez se le cayó una carga del animal y tuvo que esperar hasta la noche a que pasara alguien por allí para echarle una mano. «Antes había gente que cogía sacos de 40 kilos con una mano y la ponía en lo alto de la bestia. ¿Dónde están esos ahora? Hoy la gente no puede. Aquí hay muchachos que vienen a barrer y cogen la escoba de punta. Antes, si el maestro te reñía y te daba una torta, tu padre te daba dos», afirma Morales con cierto tono de lamento por el cambio de valores operado en la sociedad en las últimas décadas.
-Cuando su abuelo empezó, cien mujeres partían las almendras con un martillo. ¿Qué hemos perdido?
-La amistad, la sinceridad. Si se moría alguien todo el mundo iba al entierro y ese día no se trabajaba. Se ha perdido la unión. El cariño. Hace un mes fui a Granada a un entierro y el abuelo estaba en misa mientras los nietos contaban chistes. ¿Adónde hemos llegado? Aquella comida era sana y ecológica. Mi madre compraba pan y teníamos para toda la semana. Hoy el pan no dura ni un día. Y nadie pasaba hambre. Mi madre hacía cocido y echaba más para repartir.
-¿Y qué hemos ganado?
-Antes se trabajaba mucho. Hoy se trabaja el 10 por ciento que antes y se vende el 300 por ciento más.
«Antes se trabajaba mucho. Hoy se trabaja el 10% que antes y se vende el 300% más»
-¿Qué empresa se encontró usted cuando tomó el relevo en 1975?
-Había ocho o diez trabajadores. En el trabajo se ha ganado mucho. Antes no había sábados ni domingos. Se trabajaba de sol a sol. Un hombre de aquí me dijo un día: «Yo soy de bronce. A mí me parió mi madre segando». Y es cierto. Segando en julio a 40 grados, le dio el parto y tuvo el hijo allí. En el colegio te decían que quisieras a tu padre y a tu madre. Si un mayor te mandaba a por tabaco, se lo traías. Y después le preguntabas: «¿Qué quiere que le traiga más?». Eso se ha perdido.
Francisco Morales tomó el mando de la empresa familiar en 1975 , con solo 26 años. Desde entonces, el negocio no ha hecho más que crecer y mejorar su apuesta tecnológica . Asegura que una de las claves de su solidez empresarial ha sido la actualización constante de su maquinaria, la mayor parte de la cual ha sido adquirida en el Levante español.
«No te puedes quedar atrás. Tienes que comprar siempre lo más puntero . Muchas veces soy yo quien le doy la idea al fabricante. La electrónica suele venir del extranjero . Bélgica u Holanda. Y la mecánica es de España, como por ejemplo la firma Borrell, que es de Alicante», argumenta Francisco Morales, mientras nos enseña la enorme fábrica donde se parten automáticamente 40 millones de almendras al año y se someten al repelado.
-California, primer productor del mundo. ¿Competidor o aliado?
-Competidor. Aunque tenemos que ir a comprar almendras en California. Allí son variedades distintas.
-Ha viajado a California decenas de veces sin hablar una palabra de inglés. ¿Valentía o temeridad?
-Un día estuve en Chico, encima de California. Entré en un restaurante y pedí una cerveza. El camarero me preguntó en inglés qué marca quería. Y dije que si no había nadie que hablara español. El único camarero que no sabía español era el que me puso la cerveza. Había chavales de Granada y de Málaga. Nos juntamos ocho españoles y no me dejaron pagar nada. Siempre me he defendido. He viajado en muchos países sin saber inglés. Ya no voy a ponerme a aprender.
«El éxito no es un miladro. Yo me levanto a las seis de la mañana. No tengo vacaciones»
-Almendras Francisco Morales es la quinta empresa de Córdoba por facturación. ¿Dónde está el secreto?
-Ya se lo he dicho a mis hijas: que trabajen.
-Todos trabajamos pero sin su éxito.
-El éxito no es un milagro. Yo me levanto a las seis de la mañana. No tengo vacaciones. Tengo un problema con un cliente y, si creo que lleva la razón, se la doy. Y, si creo que no la lleva, se la doy también. Y si algunos tontean no se le vende nada. Tengo que mirar por los proveedores, por los agricultores y por los que me compran la almendra. Esa es mi forma de entender la vida.
-Usted dijo hace tres años que se iba a jubilar. Y aquí sigue .
-¿Qué hago yo jubilado? El que se jubila va camino del cementerio.
-Nadie es profeta en su tierra, salvo Francisco Morales.
-Nadie es profeta en su tierra.
-¿Aquí tampoco lo es usted?
-Hay envidias.
-¿No se siente querido?
-Yo creo que tendría que ser más querido de lo que soy. A la gente le da envidia que triunfes.
-¿Y qué hace un empresario como usted en una aldea perdida como esta?
-Aquí se empezó la empresa. Si me voy tengo que empezar de nuevo. Aquí conoces a la gente, le tienes cariño a tu tierra, están mis antepasados en el cementerio. ¿Dónde voy a ir?
-¿Qué tiene el mundo rural que no tenga el urbano?
-Tranquilidad. Que puedes aparcar el coche en tu puerta. La crisis aquí se nota menos. Y nos conocemos todos.
-Y si le digo Twitter, ¿usted que me dice?
-Que no sé qué es.
-¿Y si le digo Facebook?
-Tampoco. Tengo el teléfono para llamar.
-No usa internet.
-No, nunca. No tengo tiempo. Llegas hoy a un restaurante y ves a los padres y los niños con el móvil en la mano. Las familias no hablan.
-¿Qué le falta a Córdoba para el despegue?
-Empresarios.
-¿Y por qué no hay empresarios?
-No sabría contestarle. Un empresario que se levanta a las diez de la mañana no es empresario. Hay que llegar a la empresa dos horas antes que los trabajadores.
-Y para usted, ¿cuál es la almendra de la vida?
-No hacerle mal a nadie, ayudar a quien pasa fatigas, llevarte bien con todo el mundo aunque todo el mundo no se lleve bien contigo, vivir tranquilo. Quizás estoy equivocado, pero yo soy feliz.