Historia
Francisco Gutiérrez de los Ríos, la pluma y la espada de «El Gran Botifler» de Córdoba
En 2021 se cumplen 300 años de la muerte del tercer Duque de Fernán Núñez
De menino de la Reina en su niñez a gobernador general de las Costas de Andalucía y defensor de Cádiz frente a los ingleses en dos ocasiones. Largo fue el recorrido vital de Francisco Gutiérrez de los Ríos y Córdoba , tercer conde de Fernán Núñez y de cuya muerte se cumple ahora, en este 2021 que ahora arranca, el 300 aniversario. Su figura destaca entre los nobles de la época por su diversidad de intereses, que da incluso para una novela. Y es que Francisco fue hombre de armas , gran aliado de Felipe de Anjou en la Guerra de Sucesión y que por eso mismo llegó a ser conocido en Cataluña como «El Gran Botifler», pero también diplomático, viajero por el Mediterráneo e intelectual de extensa correspondencia , impulsor del movimiento conocido como los Novatores. Dejó para la historia, más allá de sus numerosas cartas, un libro de ensayos. Titulado «El hombre práctico», se convirtió gracias a este texto, una especie de lección de vida destinada a su hijo mayor, en un claro ejemplo de la preilustración . Retirado ya de todo, optó por rehuir de la Corte, donde podía haberse instalado a disfrutar de sus últimos años y de los numerosos títulos acumulados por sus gestas, y fijó su residencia en Fernán Núñez , donde intensificó una serie de reformas de aroma liberal con el fin de reforzar las condiciones sanitarias, el abasto de alimentos y la economía del municipio.
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La historia de este Gutiérrez de los Ríos, uno de los muchos ilustres que dio la Casa de Fernán Núñez, la conocemos por varios historiadores que, con el pasar de las décadas, la han ido componiendo aquí y allá, entre ellos varios autores de esta localidad de la Campiña que han ido alumbrando sobre las gestas y andanzas de este paisano suyo. Se sabe por ejemplo que nació en 1644 y que era hijo de la II Condesa de Fernan Núñez, Ana Antonia Gutiérrez de los Ríos, y de Diego Gutiérrez de los Ríos, caballero de la Orden de Alcántara. Desde la misma infancia estuvo en Madrid de menino de Mariana de Austria , la esposa de Felipe IV, y luego se desempeñó como escolta en París de la infanta María Teresa de Austria, reina de Francia y de Navarra tras casarse en 1660 con Luis XIV. La confianza que en él tenían los Habsburgo propició también que fuese destacado como diplomático en los años siguientes en Polonia y Suecia y que finalmente ostentase cargos de carácter militar. Estuvo sin haber cumplido aún la treintena en Flandes como soldado en la Guerra de Devolución contra los franceses y fue jefe de artillería en el virreinato de Sicilia.
Su momento cimero llegó sin embargo a partir de 1685, cuando fue nombrado por Carlos II «El Hechizado» gobernador general de las costas de Andalucía . Con tal responsabilidad llegó el conflicto sucesorio, que acabaría convirtiéndose en una larga guerra de espectro internacional y en la que Gutiérrez de los Ríos jugó un papel destacado en sus primeros compases. Lo hizo como fiel servidor del nuevo rey Borbón, Felipe V , a cuyo servicio estuvo con lealtad tras su coronación al igual que antes los había hecho con los Austrias. Por su cargo, el conde de Fernán Núñez fue el encargado de liberar en 1702 la defensa de Cádiz de un ataque de los británicos comandado por el II Conde de Ormonde, James Butler, una refriega en la que logró movilizar a numerosos hombres del Reino de Córdoba que acudieron a defender la costa gaditana. También estuvo involucrado en el intento de recuperar Gibraltar en 1704, que resultó fallido, y volvió a liderar otra exitosa defensa de Cádiz al año siguiente, cuando de nuevo los ingleses intentaron tomar este estratégico enclave bajo mando en esta ocasión de Charles Mordaunt, conde de Peterborough.
El retiro y su obra
Los triunfos militares de ese periodo le permitieron acumular en los años siguientes, como premio a su fidelidad y desempeño militar, numerosos cargos. Fue miembro del Supremo Conjeso de Guerra o de la Junta de Guerra de Indias y gobernador de Cádiz o del Reino de Córdoba. También, por su celo en la defensa de la causa Borbónica, su fama llegó hasta Cataluña , donde los partidarios del archiduque Carlos lo bautizaron como «El Gran Botifler» en referencia a los servicios que había prestado a Felipe V. Él, en una curiosa decisión, optó sin embargo por pasar sus últimos años en Fernán Núñez en un retiro que dedicó a sus preocupaciones intelectuales y a intentar elevar el nivel de vida de la villa, algo para lo que ya había tomado medidas en los años precedentes. Entre sus logros se encuentra por ejemplo el de constituir un Comité de Salud, la cr eación de un hospicio o el nombramiento de un responsable para que vigilase el suministro de alimentos a toda la población. También la construcción de molinos y de talleres de tratado y tintado de lana, el encargo de obras pictóricas o el impulso de edificios históricos como el Mesón del Duque , una casa de comidas que es de las más antiguas de España en su género.
La vida del conde, que también fue vizconde de Albencalez y señor de La Morena, se complementa con su faceta intelectual , que le ha permitido quedar como impulsor de la tradición de los Novatores, hombres que anticiparon lo que iba a ser la Ilustración en su apuesta por la Ciencia y dentro de la crisis de conciencia que vivió Europa en el tránsito del XVII al XVIII. A sus más de 6.000 cartas , escritas desde diversos puntos geográficos, se une la publicación en 1680 de «El hombre práctico», una obra que luego sería reeditada por sus herederos en la que escribía sobre poesía, historia o ciencia y hacia una defensa del estudio de la realidad desde la observación práctica y rechazando las utopías y las quimeras nacidas de la imaginación. Con todo ello, su biografía queda como un paradigma de un hombre de su tiempo , que pasó de servir a los Austrias a servir a los Borbones, pero también de un avanzado que, quizá por sus viajes desde muy joven, pudo adivinar por donde venía el futuro y gozar de una sensibilidad social impropia de la clase nobiliaria en esos años. Valga todo esto para recordar a un hombre de biografía densa que bien merece que se profundice en ella cuando se cumplen 300 años de su fallecimiento en la localidad de Fernán Núñez, a la que tan unido estuvo por su título y por sus propias querencias y decisiones.