Contramiradas
Francisca López (investigadora CSIC):«En investigación las mujeres ya no tenemos techo de cristal»
Esta profesional, experta en malas hierbas, es una de las cinco mejores investigadoras de Córdoba
Las malas hierbas son enemigas de la agricultura. Y Francisca López lo es, a su vez, de las malas hierbas. Lleva media vida combatiéndolas. Y lo hace con las armas de la ciencia y el conocimiento. Ahora gracias a la ayuda de las imágenes satélite y los drones. Desde Navarra a Montilla , asesora a agricultores en una implacable batalla por mejorar los cultivos.
Tiene usted la mala hierba entre ceja y ceja.
Sí. Mi corazón es malherbológico.
En efecto, malherbológico . La disciplina que estudia cómo erradicar las malas hierbas que parasitan la agricultura. No en vano, Francisca López ha sido presidenta y tesorera de la Sociedad Española de Malherbología. Natural de Doña Mencía y perteneciente a una familia de agricultores, la investigadora del CSIC puso pronto rumbo en dirección a los estudios de agronomía. Hizo su tesis doctoral en e l Instituto de Agricultura Sostenible , trabajó durante dos años en un centro de investigación británico y regresó para opositar a la plaza que aún hoy ocupa. Es autora de más de 110 artículos de impacto, ha recibido múltiples reconocimientos a su labor científica y acaba de ser incluida entre las cinco mejores investigadoras cordobesas de toda España en el ranking DIH.
¿Tenemos mucho que envidiar a la investigación británica?
En absoluto. Tajantemente no. Ni a la alemana ni a la francesa. El CSIC es el primer organismo público de investigación en España y el séptimo más importante del mundo. Aquí se hace una investigación al mismísimo nivel de California o de cualquier otro sitio. Ahora: si usted me pregunta por la financiación, ahí ya no competimos en las mismas. Competimos con otros países por el prurito del personal investigador. Somos muy luchadores. Pero la financiación que tenemos es una décima parte.
O sea: la investigación española juega en la Champions, pero sin dinero
Con mucho menos dinero. Le voy a poner un ejemplo: tengo un compañero en la Universidad de Washington al que le han concedido un proyecto de un millón de euros. Y tiene solo 40 años. Está empezando. ¿Usted sabe cuánto me han concedido a mí en el último proyecto español? 160.000 euros para tres años. Y soy de las que tienen buena financiación.
Explique su campo científico en una frase.
Aplico técnicas de teledetección para un uso sostenible de fitosanitarios en los cultivos.
Ocupa el puesto 163 entre las mejores investigadoras de España y es cuarta de Córdoba. ¿Objetivo cumplido?
Si yo y mi grupo estamos ahí, pues fenomenal. Lo agradezco muchísimo.
¿A usted le alimentan los ranking?
Este es uno de ellos. Hay otros que son también muy relevantes, como el de Stanford, que es el primero del mundo, y ahí también estoy. La misión de los investigadores debe ser hacer bien su trabajo, ser creativos, ser competitivos , publicar sus resultados y, si estás en una lista, pues miel sobre hojuelas. Yo no me alimento de las listas. Pero me alegro de estar ahí.
Córdoba es la decimoprimera provincia con más representantes. ¿Estamos donde nos merecemos?
Yo creo que sí. Entre las compañeras que estamos en esa lista hay cuatro que somos especialistas en el sector agroalimentario. No es casualidad. ¿Por qué? Porque la Universidad de Córdoba tiene una investigación en agronomía muy buena. Luego está el Ifapa y también nosotros. Aquí hay un sector agroalimentario muy importante.
Ha publicado 110 artículos científicos de impacto y tiene numerosos premios de investigación. ¿Cuántas renuncias hay detrás de estas cifras?
Renuncias ninguna. Ahora: mucho esfuerzo titánico .
¿Cómo es la vida de una investigadora?
Continuamente actualizándote, aprendiendo todos los días, leyendo bibliografía, contactando con otros investigadores para hacer ensayos comunes, buscando sinergias con empresas para transferir el conocimiento, aceptando alumnos de otras instituciones. Tengo que trabajar mucho para estar actualizada. Aquí nos pagan para investigar, pero también para transferir, y tenemos muchos contratos con empresas.
Tiene 17 patentes con su sello personal. ¿La transferencia del conocimiento es la clave?
Claro. Es la mayor satisfacción que tienes como investigador. Las empresas agrícolas hacen lo que tú dices que hay que hacer para ahorrar herbicidas o fitosanitarios foliares . Nosotros hacemos teledetección con imágenes satélite o drones. Yo voy al campo en muchas partes de España y encuentro agricultores que ya tienen sus propios drones. Nos preguntan cómo se tienen que configurar los vuelos y cómo analizar las imágenes. Nosotros les ayudamos siempre con un contrato y un proceso administrativo.
¿Si no hay aplicación práctica no hay ciencia?
No. Hay dos tipos de ciencia: aplicada, que es lo que yo hago, o ciencia básica. Por ejemplo: vamos a suponer que estoy tratando que un herbicida se use en menos cantidad. Yo le digo a un agricultor: si usted no tiene malas hierbas en toda la parcela, ¿por qué va a tratar todo el campo? Céntrese en esa zona. Esa sería la ciencia aplicada. ¿Cuál sería la básica? Desarrollar el herbicida .
¿Qué le ha dado a usted la ciencia?
Muchísimas satisfacciones. Estoy feliz en mi trabajo. Y no me canso. Eso lo sabe mi grupo, mi familia y mis amigos. Soy una persona entusiasta y me vuelco muchísimo. Tengo ensayos en Lérida, con la empresa Codorniu; ensayos en Navarra con empresas de viticultura; en Andalucía con Montilla Moriles y con almendras Francisco Morales ; y otras muchas más. Tengo relaciones con mucha gente y las cuido mucho.
¿Y qué se aprende en un laboratorio?
Lo primero a trabajar en equipo. Un laboratorio sin trabajo en equipo no es nada. Todos nos tenemos que apoyar y compartir conocimiento y experiencias. Eso lo potencio mucho. Y se aprende a conocer tu entorno agrícola y la agricultura mundial. Comprendes muchas cosas que pasan en el sector agroalimentario, porque no está lo suficientemente valorado. Yo siempre me pongo a favor del agricultor . Es un trabajo con mucha dedicación y muy sacrificado. He aprendido mucho de los agricultores.
¿Cuál ha sido el hallazgo de su vida?
Haber logrado ahorros de herbicidas en torno al 70%.
¿Y eso qué beneficios ha tenido para la agricultura?
Hay muchos agricultores que lo están llevando a cabo, pero no todos. El agricultor tecnificado es un agricultor formado. Antes los encargados de las fincas eran personas sin formación. Hoy están llevadas por ingenieros agrónomos o ingenieros informáticos . Eso se nota mucho en la gestión del campo.
La agricultura andaluza ha dado un salto de gigante.
Total. Está tecnificado el olivar, que ha sido un «boom»; el viñedo está en espaldera; y también se ha avanzado mucho en los cultivos de ajo, de espárragos o de zanahoria. La agricultura de Córdoba es muy relevante .
He leído lo siguiente: «Andalucía se prepara para lanzar al espacio el primer nanosatélite que recogerá datos agrarios». ¿El futuro ya está aquí?
Sí, sí, sí. Del satélite con una resolución especial se pueden obtener muchísimos datos de campo para previsión de cosechas o ver problemas fitosanitarios. Los viñedos se tratan cinco o seis veces contra los hongos y el fungicida es muy caro. Hablamos de mucho dinero. Si le decimos al agricultor que tiene que tratar solo una zona, se está ahorrando muchos fungicidas.
Las mujeres representan el 21% de los cargos investigadores de primer nivel en la universidad pública española. ¿Le suena la cifra?
Sí. Me suena y la entiendo.
¿Y le chirría?
A mí no me chirría. Las mujeres que estamos en centros de investigación, si queremos ser directoras, lo somos. Te presentas en las elecciones y te votan. Que quieres ser rectora, pues te presentas también. No hay nada que te lo impida. Nosotros tenemos aquí ahora una directora. En investigación, desde luego, no hay techo de cristal . A mí no me ha atraído nunca presentarme a directora de mi centro. Llevamos ya muchos años que las mujeres en investigación llegamos donde queremos.
¿Y en conciliación familiar hay igualdad de condiciones?
Creo que sí. Tengo en mi grupo madres recientes. Eso lo respetamos mucho. La conciliación es muy importante. A mí no me ha supuesto ningún problema. Ni creo que a mis compañeras, aunque no lo sé. La conciliación tiene que ver con tu propia familia. No tiene la culpa la institución. En el CSIC tenemos una presidenta mujer y dos vicepresidentas.
¿Ha sido usted lo que ha deseado?
Sí. Totalmente. Sin paliativos.
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