TRADICIONES
Flores para los que ya no están en el Día de Todos los Santos en Córdoba
Los cementerios reciben centenares de visitas de cordobeses que acuden a recordar a sus seres queridos
Trajín a la entrada del cementerio de San Rafael de Córdoba . Entran ramos de flores, en manos de los mismos que un rato después abandonarán el camposanto con las manos vacías y un pellizco en el corazón. Es el Día de Todos los Santos , el único en el que esta silenciosa ciudad de difuntos bulle de actividad. Los familiares se reencuentran para recordar a los que ya no están. Las flores de plástico se cambian por otras de verdad.
Sin embargo, en el cementerio de San Rafael de Córdoba huele más a pintura que a flores. Los previsores adecentaron los nichos donde descansan sus seres queridos durante los días previos a Todos los Santos , con el objetivo de que las lápidas que los guardan lucieran impolutas el 1 de noviembre . Sin embargo, este jueves aún había quien reclamaba los servicios de uno de esos jóvenes que se pasean por el cementerio ofreciendo una brocha o una escalera con la que llegar a los nichos más altos.
En una de las calles que dan forma a este singular barrio, una mujer joven se encuentra con una anciana a la que llama «vecina». Se ven de año en año, cada 1 de noviembre, cuando ambas acuden al cementerio para sacar brillo a las lápidas de sus difuntos. La primera cuenta que la primera vez que se vieron fue, precisamente, en el entierro de su marido, cuando la otra aún visitaba a diario la tumba del suyo. En la calle paralela, un niño de unos 10 años se ve obligado a subir hasta lo más alto de la escalera, por órdenes de su abuela y ante el estupor de su padre, para ver de cerca el nombre de su difunto abuelo. Las tradiciones, piensa ella, deben mantenerse a toda costa. Incluso a pesar de los padres.
No existe, sin embargo, una única manera de vivir el Día de Todos los Santos . Mientras familias enteras se agolpan alrededor de panteones pomposamente ornamentados, y llevan consigo sillas y fiambreras con comida para pasar el día acompañando al difunto , otros se conforman con «darle una vuelta» a las tumbas de sus seres queridos. Hay quien acude al camposanto sólo a ver el ambiente y quien hace de este día una excusa para el reencuentro familiar no sólo con los muertos: también con los vivos a los que sólo ven en ocasiones señaladas . Hay también quien huye de la ciudad de la muerte y prefiere quedarse en casa, esperando que llegue la tarde, para entregarse por entero al brasero, las gachas y los pestiños .