Rafael Ruiz - CRÓNICAS DE PEGOLAND
Fitur, otro año
La mayoría que va ni tiene una agenda en condiciones, ni se maneja en idiomas ni conoce las entrañas del negocio
Sí, este es el artículo anual contra Fitur. Hay gente que va detrás del santo de su pueblo y otros, como el que escribe, que le tienen manía a la feria anual de turismo que se celebra en Madrid para solaz de los concejales de pueblo que se pegan el fin de semana a costa del erario. Lo ha explicado de forma razonada el presidente de Córdoba Ecuestre, el exedil Rafael Blanco: «Vamos los cordobeses a presentar nuestro turismo a los medios de comunicación cordobeses». No cabe mejor argumentación en menos palabras. A la muestra monográfica no se va a abrir mercados, aunque se podría, ni a contactar con empresas interesadas e interesantes, que también. Lo que hay, desde hace muchos años, es un traslado provisional de la propaganda de uso interno.
Reconozco haber estado en Fitur para mi desgracia. Hace ya muchos años de aquello por culpa de un director que me endosó tamaño marrón. Durante días, asistí a todas y cada una de las presentaciones de las romerías más diversas de la provincia de Córdoba. Alcaldes y concejales así como otros seres peculiares como representantes de mancomunidad comarcal llegaron dotados de su cartel de las ferias y fiestas. Se hacían la foto para los medios locales y contaban las grandezas de su gastronomía local, exactamente igual a la del vecino por cierto, a las emisoras de su pueblo. De aquella experiencia, puedo dar fe que el único que iba a trabajar era Rafael Pérez de la Concha, funcionario municipal que lleva años en la promoción turística, y algunos valerosos técnicos del patronato provincial de la cosa ante la absoluta indiferencia de sus jefes políticos.
La mayor parte de los representantes institucionales presentes siempre han estado allí para darse un paseo, para salir en las fotos que ahora remiten sus respectivos gabinetes de comunicación. Ni tenían ni tienen una agenda en condiciones, ni se manejan con fluidez en idiomas extranjeros, ni conocen las entrañas del negocio. Fitur es la representación tangible de la absoluta inutilidad de buena parte del aparato político que supuestamente dirige las terminales del Estado. Efectivamente, la feria llena hoteles y restaurantes. Los de Madrid, gracias a las reservas que se realizan para los que van a pasearse.
Este año, los de Córdoba quieren llegar al mercado argentino, muy muy modesto en su aportación al negocio. Tanto, que la encuesta oficial de referencia no desglosa los datos de los clientes de esta nación y de los latinoamericanos en general. Ya se han olvidado de China, donde se gastaron miles de euros hace apenas tres meses. O de las acciones para el mercado de religión judía o musulmana, estrategia fundamental antier que también costó su dinerillo. Por supuesto, van a vender los patios aunque sea una fiesta que da signos evidentes de saturación. ¿Cómo combatimos la estacionalidad? Pues realizando promociones específicas de aquello a lo que viene muchísima gente. Más de la que podemos recibir de forma razonable. Y siempre entre amiguetes. Que no falte.