Festival de la Guitarra Córdoba
Juan Perro, telepatía entre Góngora y el Caribe
Santiago Auserón y su banda deslumbran con un concierto de sonido refinado y canciones llenas de lirismo y reflexión en que no faltaron ecos del gran poeta cordobés
Santiago Auserón: «Se ha perdido la ilusión por el porvenir»
Juan Perro: «Estoy trabajando en tres discos a la vez»
Qué razón tenía usted, Juan Perro , con eso que contó entre canción y canción. «No aparecemos en la radiofórmula ni en los 'talent shows ', pero llegamos al público por telepatía», dijo usted cuando ya tenía hipnotizado a un público que no iba a emocionarse en la autocomplacencia de las canciones conocidas.
Ya estamos mayorcitos casi todos para eso de que sólo nos guste lo que conocemos. Y qué gustazo de concierto, oiga. No hubo coros del público , pero tampoco un segundo de frialdad o de dudas. Al primer acorde tenía usted al Gran Teatro de Córdoba , lleno hasta la bandera, o casi, pendiente de su pestañeo.
Es injusto que los ritmos del Caribe y de Latinoamérica hayan quedado en la imaginación popular como danzas triviales y machaconas, porque usted, Juan Perro, existe precisamente para que los que apenas nos hemos asomado a esa parte del mundo conozcamos una versión refinadísima y culta .
Lo supimos desde las primeras notas, desde 'Quemando caña' y 'La última rosa' , cuando su orquesta iba desde el sabor de Cuba hasta la sutileza de los acordes del jazz. Toda una declaración de intenciones fue 'La ley del camino', aunque estuvo usted cumbre con aquel parlamento sobre Góngora .
«Cuando entro en la Mezquita... Catedral, no sé a qué Dios rezar, así que le rezo a los huesos de Don Luis de Góngora , que además de jefe de filas del culteranismo tenía letrillas populares y hablaba de los afroiberos». Ahí queda eso.
Y no es retórica ni peloteo de topicazos cordobeses , que bien se ve, se ha visto siempre, que ese Santiago Auserón que le presta a usted voz es tipo leído sin pedantería , que hace la digestión sin pedantería y que sobre todo ha querido escapar siempre de lo encasillado. Qué gongorina y barroca quedó aquella letrilla estupenda de 'A morir, amores' .
Entre danzón, son y boleros, su banda estuvo extraordinaria. Sutil Pere Foved en la batería, impecable Isaac Coll en el bajo, lírico Gabriel Amargant con el saxo tenor y el clarinete, exquisito Vicenç Solsona con una guitarra jazzística y finísima y deslumbrante David Pastor con una trompeta que tuvo muchas veces papel de director de orquesta.
Y así conocimos su propuesta, que también tuvo letras y reflexión en 'La noticia' , contemplación de la belleza en 'La magnolia' y 'Gibara' y hasta ironía en 'La ley del camino'. Qué gustazo de melodías, de armonía y qué vozarrón el suyo. Bronce y luz, oiga.
Con esas nos tuvo usted seducidos todo el camino, sobre todo con las canciones de su disco 'Libertad' , que habrá que recomendar a cualquier con sensibilidad y gusto. Pensando estábamos en lo mucho que nos perdemos no escuchándolo todo el día cuando llegó el primer final.
Nos dolían las manos de tanto aplaudir para que volviera y lo hizo. En realidad no hacía falta y los que estaban allí no iban a tener la vulgaridad de decirlo. Lo hizo usted, Juan Perro: «Esta es la última canción que escribió Radio Futura ».
Y así nos contó la historia de 'El puente azul' y después de ella terminó con 'Semilla negra' y ahí sí que nos tuvimos que permitir corear un poco el estribillo , aunque siempre escuchando más a usted y a los suyos, que con tan buen gusto lo hacían.
Para ese entonces la mitad del auditorio bailaba y la otra mitad se había levantado ya incapaz de resistirse al ritmo. No sé si a partir de ahora será telepatía o tendremos la inteligencia de buscarlo, pero le aseguro que no vamos a dejar de escucharlo. Palabra, Don Juan Perro.
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