Feria de Córdoba de 2022 | Oficio de camareros para servir el disfrute en bandeja
Los camareros cambian en estos días los restaurantes por las casetas en un trabajo que, confiesan, es mucho más intenso del habitual
Todo lo que tienes que saber de la Feria de Córdoba
El mapa de la celebración de Nuestra Señora de la Salud
A la barra van llegando las comandas y las peticiones de las mesas y Cristina Ramos atiende, apunta y prepara bebidas sin que eso le impida atender a las preguntas del que quiere saber y contar cómo es la vida de un profesional de la hostelería en los días de la Feria.
Cristina Ramos trabaja todo el año en el Real Círculo de la Amistad y en los últimos días de mayo cambia la sede de la calle Alfonso XIII por la caseta del Arenal sin perder la sonrisa y el espíritu proactivo que le hace servir jarras de cerveza y rebujito como quien respira. Es una más de los muchos camareros y encargados de barra que estos días se afanan para que quienes acuden a las casetas disfruten y acumulen ganas para volver al año siguiente.
«¿Que cómo es trabajar en la Feria ? Estresante, jeje», dice sin dudarlo, aunque tampoco se queja demasiado porque conoce por los pormenores de su trabajo. Sí concede que es totalmente distinto. «Aunque esté en la misma casa, son como dos trabajos completamente diferentes», explica.
De las mesas sus compañeras camareras van llevando las peticiones y también recogen los platos preparados. Viti , el jefe de los camareros, invita a fotografiar el filete de atún que acaba de salir y Cristina Ramos continúa hablando de su trabajo. Quizá, concede, el cliente sea algo más impaciente, aunque no siempre: «En algunos casos, porque siempre hay de todo».
La diferencia viene dada porque los que acuden lo hacen con el hábito de ‘la Casa ’, que es como llaman todos a la de Alfonso XIII. «Es otra forma de trabajar», aclara, aunque la satisfacción de unos y de otros se nota en los rostros de fiesta.
Hay, como siempre, horas punta. Allí comienza a las 14.30 y se prolonga hasta las 17.00, que es cuando la gente llega para comer. En su caso, se trata de rebujito y de cerveza , que son los reyes de la celebración para quienes acuden a disfrutar de la compañía de la familia y del baile.
Preparación
Por la noche, desde las 20.15 justo hasta la medianoche son los momentos en los que el trabajo es más intenso, pero responden a ello con entusiasmo. «Mire todas las jarras que ya están preparadas», dice. Cristina Ramos está al final de su segunda Feria, porque la única que hizo antes fue la de 2019, y no nota cambios en el ánimo de los suyos. Hay muchas ganas.
En El Farolillo la intensidad poco antes de las tres de la tarde es grande, pero Alejandro Infantes saca un momento para atender antes de internarse otra vez en el laberinto de escuchar y de servir lo que se ha pedido. Es sevillano y aunque tiene mucha experiencia en la hostelería, está en la Feria de Nuestra Señora de la Salud por primera vez, contratado por un cáterin que se encarga del servicio a la caseta.
«El ambiente en un bar o un restaurante es muy distinto al de una caseta. Simplemente la gente viene desde primera hora con pensamiento de fiesta», cuenta. ¿Y hay que tener algo más de paciencia?«Un poco, no, mucha», pero no es nada que no sepa sobrellevar. Su cáterin tiene «muy buenos clientes», pero en su trabajo está el adaptarse a todas las situaciones.
El viernes ha empezado a las 13.30 y terminará casi a la medianoche, primero atendiendo a las mesas y después, cuando la comida haya dejado paso a las copas con las que se disfruta de una buena sobremesa. ¿Repetirá?«Espero que no, porque quiero montar mi propio negocio», revela.
Rafael Pérez trabaja en la ermita de la Candelaria , que a partir de este año se hace cargo de la atención en La Gitanilla. «En la ermita podemos decir que es más formal. Aquí no deja de serlo, pero es distinto, por no haber mantelería y demás», resume este profesional con 30 años de experiencia en el sector que se le notan a primera vista en su forma de trabajar.
Explica que cuenta mucho el sitio en el que está, porque la Feria no es lo mismo que un entorno urbano, y el albero no es como el asfalto, y también está la música . Aunque la carta es bastante distinta, «se conserva al 40 por ciento de los clientes». Los que allí llegan son comprensivos con el trabajo de los camareros y se van «muy contentos».
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