Pretérito Imperfecto

Mal fario

El año de los viajes como quimeras, The New York Times vanagloria a Córdoba como un manjar

El Cristo de los Faroles en la plaza de Capuchinos de Córdoba, uno de los rincones más genuinos de la ciudad V. Merino
Francisco Poyato

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En el colmo del mal fario, The New York Times , uno de los diarios más influyentes del planeta, acaba de designar a Córdoba como uno de los destinos predilectos para 2021 en el mundo ... El año en que seguiremos sin saber si algún día habrá normalidad. El presente en que viajar seguirá siendo casi una quimera. Un rayo de luz en la inmensa oscuridad de una pandemia sin final cierto. Un caramelo envenenado que te deja con la miel en los labios y una especie de saudade cordobesa de qué hubiera sido de este reconocimiento de no haber irrumpido el maldito virus.

Tiene la potestad esta leyenda del periodismo internacional de tocar con una varita mágica a cada rincón del planeta que incluye en su lista selecta de lugares por los que perderse. Y legiones de seguidores y turistas dan buena cuenta de sus consejos y prescripciones alumbrando el escaparate que forja cada año con la exclusividad de su particular geografía del disfrute. Pero, de momento, sólo caben viajes imaginarios de negro sobre blanco . O a lo sumo, deconstruidos a base de vueltas por Internet. Vacuna contra las frustraciones.

Agoreros haya que encuentren un motivo más para alimentar esa penumbra en forma de mala suerte que acompaña a Córdoba en las grandes ocasiones. Castizos los haya que bramen que años hubo atrás para habernos puesto este celofán mediático y situar el foco en una de las ciudades que, sin duda alguna, no necesita a gurús de las sensaciones para colocarse entre los destinos más auténticos y profundos de cuantos el mundo pueda ofrecer. Tarde ha llegado el rotativo propiedad de Arthur G. Sulzberger -cuarta generación de la familia editora-, dirán otros... con toda la razón. «Ellos se lo pierden», apostillará ese rancio abolengo cordobés que no tiene prisas por que lleguen los momentos que nunca se dejan caer.

En el peor de los años posibles, en el annus horribilis que ha cercenado tanta expectativa sobre una de las ciudades con más distinciones Patrimonio de la Humanidad , y que ha dilapidado un horizonte muy optimista para el atractivo de Córdoba , el distintivo del New York Times genera sentimientos encontrados: resignación y esperanza.

El calvario para los hoteles, los restauradores, los agentes culturales, nuestros grandes monumentos y museos, nuestra primera industria -con todas sus virtudes y todos sus defectos- siente como un clavo ardiendo este título efímero que ojalá no caiga en el olvido de quienes lo guarden entre sus tareas pendientes para un mañana mejor.

Optimistas debe haber que sepan interpretar este señuelo como un aliciente para seguir trabajando por la Córdoba esencial sin artificios, en una gama fuera de categoría. Exenta de circuitos masificados y enfocada al que tantas veces se ha invocado como el visitante premium. Calidad y no cantidad.

Cuando la Judería se estremece como un páramo de ausencias , cuando la ciudad que prestamos a quienes nos buscan enmudece en una postal imposible, cuando más valoramos lo que acostumbramos a denostar, merece la pena que alguien nos recuerde dónde estamos, para que no se nos olvide con tanta frecuencia.

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