Religión

Beatificación en Córdoba de 127 mártires | «Murió diciendo 'Señor, perdónalos porque no saben lo que hacen'»

Los familiares de los que han subido a los altares, emocionados: «Es el día más grande de nuestras vidas»

Éstos son los 127 mártires de Córdoba beatificados

Carmen Paramio, sobrina nieta del beato Alfonso Gallardo L. M.
Luis Miranda

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«Para mí es el día más grande de mi vida». A Carmen Paramio se le quiebra la voz y empaña la mirada cuando se le pregunta por lo que acaba de vivir en la Catedral de Córdoba. Su tío abuelo Alfonso Gallardo es uno de los 127 nuevos beatos, subidos a los altares por su condición de mártires de la persecución religiosa en Córdoba.

No lo conoció, pero sí su madre, que vive en Madrid y que a sus 98 no ha podido desplazarse por encontrarse enferma. «Tiene que estar pasando un gran día», cuenta. La historia del beato Alfonso Gallardo es la de un sacerdote nacido en Zamoranos que tuvo varios destinos y que al comienzo de la Guerra Civil estaba en Puente Genil .

Murió dando testimonio: casi delante de un Cristo a la salida de su casa diciendo « Señor, perdónalos , porque no saben lo que hacen». Carmen recibió de su madre la memoria de su muerte como santo y este sábado se ha confesado «muy emocionada, por él y por los otros 126 mártires».

María José y Lourdes Fuentes García, sobrinas del beato Francisco García León L. M.

María José y Lourdes Fuentes García han acudido por su tío, el beato Francisco García León, al que llamaban Frasquito, y que es el más joven de los beatificados. Tenía 15 años y vivía en Montoro. «Fueron a su casa a por su padre y volvieron a por su tío. Él llevaba un escapulario de la Virgen del Carmen y le dijeron que se lo quitara. Se negó y se lo llevaron», cuentan recordando lo que les relataba su madre, fallecida hace cinco años.

Frasquito «era un joven muy católico , que hacía el bien, y por eso lo mataron». «Sabemos que cuando se fueron a sacar a los restos, encontraron abrazados al padre y al hijo , así queparece ser que los enterraron vivos después de disparar», cuenta.

Su familia está orgullosa y no lo ha vivido con rencor , sino al contrario. La madre de María José y Lourdes Fuentes habló con un hombre para que sacaran a su padre y a su hermano de la cárcel, pero él le confesó que ya los habían fusilado. «Después le dio catequesis a su hija», revelan.

María Esther Fuertes, cuñada del beato Antonio Gaitán Perabad L. M.

Muy joven era también e l beato Antonio Gaitán Perabad . «Vio cómo se llevaban a su padre y le dijeron que se fuera con su madre, pero él no quiso. Y también lo mataron», dice María Esther Fuertes, su cuñada, viuda de uno de sus hermanos.

«Sus familiares eran, no de derechas , sino que tenía patrimonio , y vivían de su patrimonio y su trabajo. Hubo alguien que dirigía a quién había matar y a quién no», recuerda. Su cuñada, que pertenecía a la Institución Teresiana , se dedicó con ahínco a buscar testimonios para la beatificación.

No vivió para verlo, como tampoco su marido, que vivió aquella desgracia en su familia «con resignación , porque es difícil quedarse sin padre a los siete años, como él».

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