TESTIMONIOS

Familias adoptivas en Córdoba: «El objetivo es ayudar a los niños, no ayudarte a ti mismo»

Cuatro padres con historias muy diferentes explican las trabas y alegrías de una opción más compleja de lo que aparenta

Familias adoptivas de la asociación Mírame, junto a su presidenta, Begoña Roa VALERIO MERINO

Irene Contreras

A Enrique Pérez y Toñi Millán fue un anuncio de televisión lo que les abrió los ojos. El de la adopción y el acogimiento era un mundo totalmente desconocido al que llegaron arrastrados por la sensación que les produjo ese comercial televisivo en el que un niño se columpiaba solo y reclamaba la atención del espectador. Más de una década después, la suya es la familia de acogida de un adolescente que está a punto de cumplir 18, y también la familia de adopción de otro niño menor.

El principal mensaje que quiere trasladar esta familia es que la adopción no es una simple alternativa a la paternidad biológica . Es una opción pensada «para ayudar al menor, no para ayudarte a ti». Ponen el foco en el escandaloso número de menores que esperan una familia en los centros de menores . Sólo en Córdoba hay más de 50 que, según Pérez, precisan de familias de acogida inmediata. Y como padre de un adolescente, critica a quienes solo contemplan la adopción cuando se trata de bebés o niños muy pequeños . Hay muchos adolescentes en situación de desamparo que se quedarán «solos en el mundo» en cuanto cumplan 18 años.

Enrique Pérez y Toñi Millán, padres adoptivos y de acogida VALERIO MERINO

También critica la visión mercantilista que existe de la adopción, en la que, dice, participa la propia administración competente, en este caso la Junta de Andalucía , a través de las empresas intermediarias. Pérez y Millán, miembros de la asociación Mírame , insisten en la necesidad de fiscalizarlas como forma de agilizar los trámites sin que el complejo proceso del acogimiento y la adopción pierdan garantías. «Hay muchos niños esperando una familia. En el mismo momento en que una persona quiere acoger o adoptar, el proceso tiene que ponerse en marcha. No hay tiempo que perder», afirma.

«Con solo tres años ya arrastran una mochila»

En el seno de la asociación cordobesa se cruzan testimonios e historias en los que las familias pueden sentirse reconocidas y apoyadas. La de Luis y Fabiola comienza con unos niños condenados a una vida de miseria y termina con dos adolescentes felices que juegan y aprenden como merece cualquier pequeño. Tuvieron como «primera misión» dar un hogar a dos menores que procedían de un entorno muy difícil. El niño, que tenía tres años, había sufrido un severo maltrato que le ocasionó problemas físicos y psíquicos. «Con solo tres años ya arrastran esa mochila», explica su padre.

No es habitual que una familia de acogida se convierta en adoptiva, pero la particularidad de este caso motivó esta excepción ante la imposibilidad de encontrar una familia que quisiera hacerse cargo del pequeño de forma permanente, que es lo que diferencia la adopción del acogimiento. «Muchas familias buscan niños perfectos , no con problemas», afirma Luis.

Con su testimonio pretende tumbar los mitos románticos que existen en torno a la adopción, que, insiste, tiene como principal objetivo ayudar a niños que no pueden crecer con garantías en el entorno de sus familias biológicas, y no suplir las necesidades de quienes quieren ser padres. Pone el acento en el desamparo de los menores , que se asocia tradicionalmente a la falta de recursos económicos pero que es un problema complejo que esconde muchas otras causas: el maltrato, la drogadicción, los abusos sexuales. Con el paso de los años él y su esposa han ido descubriendo la dureza de los primeros años de vida de quienes hoy son sus hijos de pleno derecho.

«Su normalidad no es la de cualquiera»

No puede decir lo mismo otra pareja adoptiva que lleva años como guardadora de un pequeño, a la espera de poder cerrar con garantías un expediente que ha pasado demasiado tiempo parado por, dice, dejación de las administraciones . Rehúsan aportar sus datos personales para no perjudicar el complejo procedimiento que atraviesa su caso y relatan que el pequeño pasó en dos años y cuatro meses por cinco familias de acogida . Tachan de «error garrafal» pensar que, por ser pequeños, los niños no tienen memoria. «Ha escuchado cinco voces distintas, cinco nanas distintas. Su normalidad no es la normalidad de cualquiera», explican.

Mientras esperan el último trámite judicial, que pasa por lograr el consentimiento de la madre biológica del pequeño, en paradero desconocido, les ha dado tiempo incluso a tener un segundo hijo, esta vez biológico. «No entiendo que mi bebé, por el simple hecho de haber nacido de mí, sea más hijo mío a ojos de la administración que el niño que nosotros también sentimos como nuestro», lamenta la madre.

«La palabra adopción no puede ser un tabú»

Esperanza Rodríguez recuerda perfectamente el momento en que le confirmaron la asignación de la que muy pronto sería, a todos sus efectos, su hija. «Supongo que sentí lo que sienten las mujeres cuando ven la primera ecografía de su bebé», cuenta. Tuvo, sin embargo, que esperar bastante más de lo que espera una madre biológica. En concreto, 20 meses desde que inició el proceso en el año 2003, cuando, ante las dificultades para tener un bebé con su marido, decidieron optar por una adopción internacional. Por aquel entonces, China era el país del que más niños salían con destino a España. Ahora la realidad ha cambiado, pero Esperanza explica que eso no significa que haya menos niños en los orfanatos chinos , sino que el país oriental quiere vender su imagen de potencia mundial. Y ambas cosas no son compatibles.

El proceso para adoptar, explica, es duro desde el primer momento. Las entrevistas con psicólogos y los trabajadores sociales «te obligan a poner al descubierto tu vida», afirma. En el momento, dice, le pareció incómodo y desagradable pero con el tiempo lo entendió, porque «cuando vas a adoptar un niño, tu situación personal es muy importante».

Esperanza junto a su marido y su hija ABC

Pasó dos semanas en China antes de regresar a España con su hija. El proceso de adaptación fue difícil: «Un bebé con 15 meses ya reconoce los olores, los rasgos de su entorno. Lloraba todo el tiempo », recuerda. Desde que era un bebé ha tratado de que la adopción no sea un tema tabú. «Es importante integrar esa palabra en su vocabulario para que lo entiendan como algo normal. Si no generas confianza, no harán preguntas», explica. Lo contrario sería absurdo, porque «al final lo va a saber. Y además, es un derecho del niño ».

Las dificultades y la falta de información con la que se topó en el camino empujaron a Esperanza y a su marido a crear la asociación Tejiendo sueños . Era una forma de buscar el apoyo de otras familias en situaciones similares y también de dar la oportunidad a su pequeña de conocer a otros niños como ella . «Ahora tiene 14 años, es adolescente y su prioridad es ser igual que el resto de sus amigos. Ya no tienen esa necesidad y por eso dejamos la asociación», explica, aunque tiene la sospecha de que su interés por sus raíces volverá más pronto que tarde.

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