SOCIEDAD

Faisem Córdoba, la primera línea de batalla contra la enfermedad mental

Su servicio diurno atiende a unas 450 personas como parte de un programa que ofrece además recursos residenciales y laborales

Un usuario de Faisem durante una actividad de pintura FOTOS: RAFAEL CARMONA

Irene Contreras

En el centro de día de Faisem sorprenden, nada más llegar, los colores. Los de los paneles que decoran sus paredes, plagados de mensajes positivos, y los de los mandalas que pintan sus usuarios, personas con trastornos mentales severos que lo único que tienen en común es eso: que tienen diagnosticada una enfermedad. Entre ellos hay jóvenes, como Asun, que no ha cumplido los 40 y ha encontrado allí un remedio a su soledad. También hay artistas, como Luis, que llena su cuaderno de dibujos cubistas que firma bajo el pseudónimo «Venus». Incluso los hay matemáticos, como Cristino, que es el primero de la clase cuando en el centro de Isla Tabarca toca dar «mates».

Cristino no duda en ayudar a sus compañeros cuando se les complican las cuentas. No en vano estudió la carrera de Matemáticas en Granada, allá por los años 70, hasta que dos acontecimientos se le interpusieron. El primero fue la enfermedad. El segundo, el Servicio Militar Obligatorio. Pero ninguna de esas dos cosas le quitaron las ganas de seguir aprendiendo : se compró un ordenador y se volcó en otra cara de las matemáticas, que es la programación. Cuenta, con serenidad, que lleva 40 años tomando pastillas y que esta semana se ha perdido la película que siempre ven juntos los viernes porque tenía cita en el Psiquiatra. Vive solo desde hace cuatro años y cada 15 días va a visitar a su madre, que está en una residencia en su pueblo natal, Añora. Dice que en Faisem todo el mundo es amable. Está, repite, « estupendamente ».

El centro de día de Isla Tabarca es solo uno de los cuatro que la Fundación Pública Andaluza para la Integración de Personas con Enfermedad Mental ( Faisem ) tiene en la provincia de Córdoba, junto a los de Cabra, Montoro y Lucena. En torno a un centenar de personas están adscritas a estos centros según los datos de la delegación provincial, que atiende a otras 136 con actividades ocupacionales en otros municipios como Priego, Montilla, Palma, Pozoblanco y Peñarroya-Pueblonuevo y cuenta con tres clubes sociales -con Asaenec, la Asociación Malva de Priego y Afemvap en Pozoblanco- en los que participan otras 140. En total, más de 450 personas se benefician de alguno de los programas de soporte diurno de Feisam en Córdoba, que además ofrece un servicio integral dentro de su programa residencial con cuatro casas-hogar con 80 plazas reservadas a personas en situación de dependencia. También cuentan con 14 viviendas supervisadas que permiten a los beneficiarios una total autonomía en su desempeño diario.

Todas las personas que se cruzan en las salas de Faisem llegan derivadas desde Salud Mental , por los cauces habituales de la sanidad pública andaluza, y reciben una atención acorde a sus necesidades, según explica el delegado provincial, Fernando Castro. Quienes acuden a los centros de día viven de forma autónoma o con familiares, y trabajan allí habilidades sociales que les permitirán luego desempeñarse en la vida diaria, así como una estimulación cognitiva y física que mantiene su mente activa, con ejercicios para la memoria o la creatividad, sin olvidar el deporte.

Además de contribuir al bienestar de la persona que sufre una enfermedad mental, los programas de Faisem son un apoyo para sus familiares, que encuentran aquí comprensión y un respiro para situaciones a menudo complejas que generan una importante carga psicológica . Así lo explica Concha, que incide en la «frustración» y la «soledad» que aquejan al entorno del enfermo. Lo sabe de primera mano porque su hermano, que es usuario de Faisem, tiene esquizofrenia desde los 15 años. Siempre fue, cuenta, un chico tímido, pero la enfermedad le ha llevado a retraerse aún más, aunque asegura que siempre ha sido un paciente muy «disciplinado» que nunca se ha saltado un tratamiento ni ha tenido episodios problemáticos. Con sus padres ya mayores, lo que más sensación de angustia les producía a ella y a sus hermanos no era cuidarle, sino preguntarse quién le cuidaría cuando ellos no estuvieran. «En Faisem lo que hemos encontrado es una garantía de ocupación. Como consecuencia de su enfermedad, se mantenía horas inactivo, sentado o solo. Aquí realiza actividades. Le encanta dibujar y siempre se le dio bien, pero hay épocas en que no lo hace. Aquí te dan salidas», explica.

Otra de las líneas de actuación que desempeña Faisem tiene que ver con la inserción laboral de un colectivo tan excluido socialmente como el de las personas con enfermedad mental. Sus servicios de orientación y apoyo al empleo han atendido a 270 personas y contribuido a firmar unos 120 contratos. Gracias a programas de empleo como este logró su puesto actual Verónica Torreras, que en la actualidad es limpiadora en las instalaciones de Faisem aunque antes trabajó también como auxiliar en Cáritas. En realidad, ella no siente que eso sea un trabajo. «Aquí me siento como en familia», cuenta, agradecida a las orientadoras que movieron su currículum por cielo y tierra para sacarla de su situación de exclusión. A sus 34 años, afirma que «me ha cambiado la vida».

Según la Organización Mundial de la Salud, en torno al 25 por ciento de la población sufrirá algún tipo de trastorno mental a lo largo de su vida y dos de cada mil desarrollarán problemas graves de salud mental, que llevan asociadas dificultades para el autocuidado, la autonomía o las relaciones interpersonales, sin olvidar la integración laboral. Son datos que Faisem utiliza para concienciar sobre un tipo de dolencia que aún en pleno siglo XXI sigue tremendamente estigmatizado, lo que obstaculiza la integración plena de las personas que las sufren. Los mitos en torno a enfermedades como la esquizofrenia , el trastorno afectivo bipolar o el trastorno depresivo no solo aíslan a los pacientes, sino que también alejan a quienes padecen sus síntomas de las consultas de Salud Mental porque interiorizan esas imágenes estereotipadas -como la violencia o la ausencia de autocontrol- que históricamente han reproducido los productos culturales.

El delegado provincial de Faisem es sin embargo optimista y cree que los esfuerzos realizados por asociaciones y entidades en campañas de sensibilización han contribuido a derribar determinadas ideas infundadas. Castro cree que existe un arma poderosa para combatir este estigma: el boca a boca. «Hay que transmitir que quienes sufren una enfermedad mental son personas como cualquier otra », sostiene. Y ese es un discurso que se puede reproducir en todos los foros de reunión, en los grupos de amigos y en las comidas familiares, en las redes sociales y en las escuelas y centros de trabajo, para que personas como Cristino, Luis o Asun puedan aportar todo lo que la sociedad, todavía reacia a aceptarles como parte de ella, lleva tanto tiempo rechazándoles.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación