ANÁLISIS

El «paseíllo» de las contradicciones de la izquierda con los toros

Tanto IU como PSOE han apoyado desde museos y monumentos hasta proclamado «V Califa» a El Cordobés

Rosa Aguilar y El Cordobés el día que fue nombrado Quinto Califa ABC

F. J. POYATO

Si Córdoba lleva pegada a su piel histórica la tauromaquia, puede que don Luis de Góngora fuera el primero en universalizar esa filiación en sus descripciones de las primeras corridas que la plaza de la Corredera acogió hace siglos. Luego, la modernidad y los ensanches urbanísticos trajeron a los barrios enteros que pueblan su callejero con medio escalafón de los tiempos (el barrio del Zoco, por poner un ejemplo).

Entre las muchas obviedades y realidades que esta relación entre Córdoba y los toros guarda, está la de una izquierda que no sólo ha respetado durante décadas el docto magisterio de Cúchares o la estirpe califal que reina en la puerta por donde salen los triunfadores del ciclo taurino de mayo.

La tauromaquia está en la ciudad: una becerrada a las mujeres, un trofeo Manolete

Ha sido una palanca más de transmisión y apogeo. Y uso y difusión de una Fiesta para la que se compraban entradas, se pagaban monumentos, se ensalzaba la figura de los matadores en actos de relevancia municipal, se daban trofeos en nombre de Manolete o se alentaba desde un museo hasta una becerrada en honor a la mujer cordobesa, entre otros muchos guiños.

La medida «antitaurina» aprobada ayer por el Pleno del Ayuntamiento de Córdoba con el voto de calidad de la alcaldesa, Isabel Ambrosio (PSOE) , como respaldo a la iniciativa de Ganemos, la marca de Podemos en la ciudad, secundada por la misma Izquierda Unida que un día gobernó, deja en evidencia décadas en las que la izquierda fue más taurina que los propios aficionados que siguen posados en una barra hablando de Manolete o dando muletazos de salón rememorando a a Juan Serrano «Finito de Córdoba» entre medio y medio de vino.

Monumento a Lagartijo

El callejón de la plaza de toros que diseñó hace 60 años el arquitecto Rafael De-La Hoz está por testigo de cómo infinidad de dirigentes de IU, el Partido Comunista y el PSOE desplegaron su palmito de vanidad con apoderados, aristócratas, flamencos, empresarios de postín, bellezas de la moda y, por supuesto, leyendas de la tauromaquia. La hemeroteca gráfica no falla. O cómo a algún concejal comunista, como el caso de Marcelino Ferrero, no le dolían prendas de calzarse el traje corto y pasear con garbo el sombrero de ala ancha por esos terrenos.

En octubre de 2002, la que hoy es consejera de Cultura y entonces alcaldesa de Córdoba, Rosa Aguilar, apadrinó como una ferviente más el nombramiento de Manuel Benítez «El Cordobés» como «V Califa del Toreo» , para lo que no faltaron los recursos económicos municipales que ahora se escatimarán. O como la Gerencia de Urbanismo colocó un monumento a Lagartijo en la coqueta plaza por la que entra el aire en la calle Osario.

La incógnita se cierne sobre el Museo Taurino, sufragada a pulmón por el Consistorio

Pero sin duda, la gran incógnita que ahora mismo se cierne sobre la mesa del cogobierno PSOE-IU y su socio de investidura Ganemos es la figura alargada del Museo Taurino. Un equipamiento cultural reinaugurado hace algo más de un año y que fue sufragado a pulmón por el Ayuntamiento de Córdoba.

O, ¿qué le pasará al Trofeo Manolete que organiza el Ayuntamiento de Córdoba para premiar a la figura de la Feria de Nuestra Señora de la Salud...? Sesentay cinco ediciones acumula el galardón que «apodera» Manolete, santo y señaen esta ciudad.

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