EMPRESAS
Events San Cristóbal, el «rey» del castillo hinchable se pasa a la mascarilla y la carpa sanitaria desde Córdoba
Events San Cristobal surgió para el recreo infantil y las celebraciones pero la pandemia lo ha llevado a instalar carpas sanitaras
Cristóbal González decidió con apenas 23 años , en los últimos cursos de un grado de Informática, comprar un castillo hinchable en Argentina por 2.000 euros y alquilarlo . El primer año no logró ni un solo cliente. El colorido mastodonte neumático estaba aparcado en una parcela de su padre. Su familia de médicos y abogados veía la gesta como la de un feriante con poco éxito.
El segundo año, después de recorrer todos los restaurantes de la provincia de Córdoba , el castillo daba más que beneficios. Cada alquiler le dejaba 400 euros -para un chico veinteañero este dinero era como ser el chaval más rico de Córdoba, recuerda-. Dos años más tarde, Cristóbal ya había comprado 7 castillos para eventos como bautizos, bodas y comuniones y la agenda estaba repleta. González (Córdoba, 1984) asegura que «estudiar una carrera universitaria no da el éxito».
Él lo comprobó con apenas veintitantos años. Asegura que «viendo el mercado laboral, con mi visión empresarial decidí comprar un castillo hinchable; al segundo año tuve que comprar siete castillos más». Meses más tarde, ya como autónomo pensó que los restaurantes y los eventos no necesitaban sólo un castillo, sino mesas, sillas o carpas . Cristóbal González dio el salto y creó la sociedad Events San Cristóbal en 2012, ya con mucha responsabilidad y legal a nivel de trabajadores. De siete u ocho empleados llegó a tener 40 . Su empresa ha sido una de las galardonadas con los X premios Ricardo López Crespo de Fundación Caja Rural del Sur en su última edición.
Sin embargo, no todo son alegrías. La falta de eventos ha obligado a la empresa a reducir la plantilla de trabajadores a 21 actualmente, en un proceso de reconstrucción y diversificación en la que han pasado de vender manteles a hacer mascarillas y de instalar carpas para comuniones a venderlas para levantar hospitales de campaña para ayuntamientos de todo el país desde Barcelona a Valencia . No son ajenos a la pandemia. Al alquiler de este mobiliario de eventos se le sumó otra línea de negocio: la venta on line de carpas, sillas o mesas. Esa nueva división comenzó en 2009 cuando empezaron a vender, y vieron que era atractivo en todas las localidades, entonces compraba carpas y las vendía.
La nave principal en la que trabajan se encuentra en La Torrecilla y la adquirieron hace 12 años, la cosa marchó y el negocio precisaba de otra nave que compraron el año pasado donde ahora fabrican carritos de comida rápida o los denominados «Food truck».
«Estos puestos de comida permiten que con apenas una inversión pequeña puedas montarte tu propio negocio a las puertas de un estadio o para el take away en una heladería o restaurante», relata González. Ya los fabrican de todos los gustos y colores, la mayoría de Hot Dog -perritos calientes-, pero también los hay de horchata, de zumos para valencia o para grandes marcas como el merchandising de Manu Carrasco, Ikea o Puleva», relata este empresario cordobés. Estos carritos han llegado ya a numerosos puntos de Francia y Portugal.
En España, González reconoce que aún va lento este mercado porque se necesita mucha documentación para ponerlo en marcha. Sin embargo, quien ya tiene el espacio y los permisos son los restaurantes, que utilizan estos carritos para el «take away», un servicio esencial en plena pandemia . «El cliente va hasta este carrito y se lo lleva por el take away, para no entrar a comer dentro, como los helados, para servirlos en la calle», recuerda González. Estos carritos son para González «nuestra niña pequeña como los que estamos haciendo para el Hotel Centro de Valencia donde promocionan el zumo de naranja para degustar». El negocio de los carritos vuela y estos puestos han llegado ya hasta Guinea Ecuatorial.
En cuanto al último reconocimiento por parte de la Fundación Caja Rural del Sur, este joven empresario asegura que los premios no dan el éxito pero sí lo reconocen y suponen un impulso moral. González recuerda que desde 2012 cuando recibieron el premio Gacela por lograr tres años consecutivos un 20 por ciento de crecimiento anual de facturación, que superó en 2019 los 2,2 millones de euros, no los ha frenado ni la crisis. La facturación ha sido de un millón en 2020 en plena pandemia, y para este año, como dice el refrán al menos le piden que se queden como están, en medio de una pandemia.
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