APUNTES AL MARGEN
Fin de etapa
Casi once años después de su detención por Malaya, uno de los empresarios más poderosos y peculiares de Córdoba ha entrado en prisión. Rafael Gómez es, sin saberlo, retrato de una era
De todos los personajes que pululan por la actualidad cordobesa, solo Rafael Gómez merece una novela, un «biopic» que retrate cómo un niño pobre de solemnidad se convirtió en un empresario que se codeaba con los ricos y famosos de verdad . Mirando desapasionadamente su trayectoria vital, resulta imposible no encontrar aristas verderamente atractivas para convertirlo en personaje literario . En tiempos de escuelas de negocios, de dobles grados universitarios y currículum donde se hablan tres idiomas, Sandokán, como es conocido en Córdoba, ascendió como la espuma con el empuje de un economía propicia. Primero, las intrincadas esquinas de la actividad joyera cordobesa, un enigma dentro de un misterio para quien no lo conoce. Después, la promoción inmobiliaria en unas fechas donde todo era campo , literalmente, y la banca buscaba unas plusvalías directas producto de un invento prácticamente desconocido en España: el dinero barato .
Con todo lo escrito y todo lo dicho desde su detención hace once años por Malaya, caso que concluyó con una condena menor por sobornar a un político en el corruptérrimo Ayuntamiento de Marbella, existe una barbaridad de gente en Córdoba que cree que Rafael Gómez es gente de fiar . Uno de los suyos. Por mucho que se muestren sentencias judiciales o que se relaten aquellos años duros de riadas de taxis camino de Sansueña, la realidad es que el empresario de Cañero, pese a no vivir en el barrio, es uno de los suyos. Tiene que ver esa forma tan peculiar de conducirse en las cosas del protocolo que tuvo desde que su madre lo parió por donde toda la ciudad ha escuchado. Rafael Gómez se parece a una Córdoba que también existe más de lo que queremos creer. Que nunca ha abdicado de determinados comportamientos por más que, detenidamente analizados, forman parte de una panoplia de actividades no específicamente edificantes.
Existe una gran hipocresía sobre la materia. Muchos de los que en su día le llamaron para mil y un avatares, no todos ellos confesables, callan como meretrices . En las entrevistas que me ha concedido a lo largo de estos años, hay un lugar al que Rafael Gómez siempre se negó a ir. Y es a abrir la caja de las pijotas , pescadería a la que más de uno y más de una fue a por merluza. Con Rosa Aguilar tiene obsesión, cierto, por entender que le dejó tirado . Pero su archivo es bastante más extenso si uno se atiene a los indicios de campañas electorales financiadas o hipotecas. Incluso algunos de los que van de puros deberían mirar en sus libros de cuentas de hace diez o quince años. Verán que risas nos echamos.
Rafael Gómez no fue el único de los que en aquella etapa del adosado a 300.000 euros hicieron lo que hicieron. Sin embargo, fue aquel con el que todo el mundo por sus propias vicisitudes. Futbolero, populista mando en plaza. Su condición de constructor estrella del momento fue porque los demás hicieron lo mismo pero sin gritar tanto, generando cierto velo entre la calle y ellos. Por eso Sandokán pena en Alcolea y los demás, pues no. Gente más larga, más fina, que se emboscó en despachos de abogados buenos y no los que Gaspar Zarrías le recomendaba. Y decir que uno de los faros intelectuales de Podemos en estos días extraños fue en aquella etapa guía legal del ahora inquilino de la penitenciaría .
La familia Gómez puede darse con un canto en los dientes. Pese a que su cabeza de familia está en prisión (por edad y circunstancias, la sanción será limitada), la prematura detención por Malaya permitió poner patrimonio a buen recaudo lo que ahora está permitiendo volver a sacar la gaita en los negocios . Hoteles, negocios de hostelería variados, el siempre seguro sector joyero, las fincas intactas. Ni Colecor ha caído pese a tanta promesa en la última campaña electoral. Y antes o después, los pisos bajo otra marca que es lo que todos los «majors» de la etapa del boom están haciendo. Nuevos logos en los mismos solares de antaño.
Insisto en el ofrecimiento. O novela o memorias, que también tendrían gracia. A calzón quitado, con nombres, fechas y cifras. Que tiene que ser un punto tener acceso a la informació n que guarda Sandokán bajo esa mata de pelo blanco que es retrato de una era .