Pasar el rato
Estado de sometimiento
El virus ha conseguido que se cierren fronteras que ni siquiera sospechábamos
El virus que viene de China está consiguiendo en España lo que ni el pobre Puigdemont con los diez mil soldados de Putin . Que se cierren fronteras que ni siquiera sospechábamos que existían, mientras levitan los pequeños presidentes autonómicos. Córdoba lejana y sola. Encogen las tierras de España. Encogemos los españoles . El virus enseña que el último reducto de cada uno es su mismidad. El camino que lleva de España a mí, pasando por minoraciones sucesivas: Andalucía, Córdoba , mi barrio, mi calle, mi casa, mi habitación, mi persona. Y ya hemos alcanzado la igualdad con Pedro Sánchez, todos somos mi persona. Este virus, como viene de China, tiene una dimensión metafísica. La enfermedad aísla, devuelve al hombre a su ser, a la soledad de los retiros del alma, donde nada puede perturbarlo. Eso no siempre resulta entretenido. A uno le apena pensar que tanta gente se está perdiendo Córdoba. Incluso los cordobeses se están perdiendo su ciudad. Por lo menos, de once de la noche a seis de la mañana. Invade la Corredera una soledad de tarde de agosto, cuando el tiempo hierve en las piedras. Córdoba está hecha para la compañía. Aquí disfrutamos del otro, buscamos su presencia en nuestra mesa. El vino hosco y urgente no se bebe en Córdoba . En esta tierra se conversan las copas. Me alegro de verte. La alegría es también una costumbre. ¿Seguirán acordándose de Córdoba los turistas, cuando el virus sea sólo un mal recuerdo? ¿Volverán? Córdoba sí se acordará de ellos, con lo que le ha costado reunirlos. Nadie del resto del mundo viene a vernos, a consolarnos, a ayudarnos, porque también el resto del mundo está lejano y solo. Nosotros, los fijos, somos ahora el turismo de Córdoba. Menos dan los Presupuestos Generales del Estado.
España aporta a Europa un virus propio: Pedro Sánchez, hombre puro en el mal. Pablo Iglesias no es más que un ridículo efecto secundario. Lo que el sumiso Parlamento aprobó el jueves pasado fue un estado de sometimiento de los españoles a un dictador enfermo de soberbia. Un pueblo que se siente solo y asustado ha perdido la capacidad de rebelarse. No hay hoy en España profesionales de la salud política capaces de curarnos de este mal. Somos un pueblo políticamente enfermo y sin esperanza. Un pueblo desahuciado. Cuando a alguien se le ocurre una vacuna, los profesionales de la salud política votan en contra. Lo mismo que al virus, a ellos les conviene un pueblo con las defensas bajas. Para evitar que los arroje con ira a las tinieblas de fuera, donde habitan el paro, el hambre, el miedo, la soledad, y otras formas de llorar y de crujir los dientes. Dentro de cuarenta años, Pedro Sánchez abandonará voluntariamente la Presidencia del Gobierno , y quién sabe si también la jefatura del Estado. Para glosar el acontecimiento, un audaz reportero de las televisiones gubernativas preguntará a un viejo socialista desencantado: - ¿Y quién es, en realidad, Pedro Sánchez, profesor, usted que lo conoce bien? – Pedro Sánchez , joven, es como Pedro Páramo : Un rencor vivo. Lea la novela.
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