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¿Qué esperabas?

¿De verdad tenía IU alguna esperanza en domar al PSOE?

Ambrosio y García antes de un pleno V.M.
Natividad Gavira

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Hay una secuencia que se repite en todas las alianzas de gobierno que IU ha alcanzado con el PSOE. Es más o menos así. Primero IU no puede gobernar Córdoba en soledad, entonces buscan el aliado natural al que desde dentro aborrecen y comienza el reparto de sillones. O viceversa.

La necesidad de palpar las instituciones hace tapón en las pituitarias y comienza la aventura. Esta es una repetición exacta que destila falsedad y ausencia de compromiso real entre ambas formaciones, tanta que traspasa despachos por la soberbia socialista y esa actitud utilitaria y servil de IU. En otras ocasiones la arrogancia fue de IU, pero los socialistas nunca se sintieron sometidos.

El «dejá vu» de estos pactos poselectorales llega con los acuerdos de gobierno. Cuánta severidad para nada. Con caras de compromiso y ambición de servicio, unos y otros redactan sesudos programas para el desarrollo de mandato conjunto. Más tarde, en el reparto de concejalías y delegaciones, el documento se guarda en un cajón y a los correligionarios se informa de la necesidad de hacer valer su propia línea ideológica. Llegan los asesores y personal de confianza y en ellos recae parte de la creatividad obediente a las fuentes de donde bebieron, en general desde adolescentes; dentro seguimos siendo los mismos, pensarán, a los otros solo los usaremos un tiempo hasta ver cómo van las encuestas y en función de estadísticas cambiaremos el discurso y sabremos como contentar a la parroquia.

Unos y otros asumen las consignas porque ya están pisando moqueta, tienen coche oficial y cobran dietas por pleno. Es entonces cuando asoman los primeros titulares de ruptura, rápidamente sofocados. Es la sonata de lo evidente. Tras la rúbrica del pacto hay siempre quien pierde más. En IU no parece haberse aprendido que toda aproximación a su aborrecido PSOE debe contar con la pirueta final. Si IU esperaba que el pacto de gobierno firmado con los socialistas, y anclado por el resto de la izquierda, iba a permitir su propio despegue tras hacerse con las concejalías que «más venden» es que necesita más documentación sobre cabriolas y contorsionismo.

En el caso de Córdoba, es palmario el sonrojo que nos produce a los ciudadanos la falta de coherencia y la menguante necesidad de expresar unidad de este gobierno, mientras, los partidos implicados deciden no acabar con la falsa apariencia. Es ahora cuando resulta más clara esa secuencia de acercamientos y desencuentros, soportados en ediciones anteriores. Unas veces IU, otras el PSOE.

Me pregunto si IU esperaba realmente que el PSOE, dueño de la habilidad indiscutible para revertir tendencias y poner en evidencia las contradicciones de sus socios de gobierno, iba a unirse a la escalada de propuestas que no dan votos a sus filas e iba a perder la oportunidad de dejar en evidencia el escaso fundamento de algunas ideas de sus socios de gobierno. Ahora, a la secuencia repetida de estos gobiernos hay que anotar al PSOE nuevos modos: destrozar a tu socio y mostrar su despojos.

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