MOVILIDAD

Escuelas Católicas confía en que la restricción de tráfico en el Centro no perjudique a la escolarización

La agrupación cree que los colegios están dando garantías para que la dificultad del acceso a la zona no sea un obstáculo

Un grupo de niños llegan al colegio en el primer día de clase ARCHIVO

IRENE CONTRERAS

¿Y si los cambios de tráfico tuvieran un «efecto rechazo» en los colegios del Centro en pleno proceso de escolarización? El Ayuntamiento de Córdoba quiere sacar de la zona el mayor número posible de coches. No es ninguna novedad, ni un deseo exclusivo del actual equipo de gobierno. Las restricciones derivadas de la reforma de Capitulares van a servir de banco de pruebas y por este motivo, uno de los planes que baraja la delegación de Movilidad a corto plazo es llegar a acuerdos con los colegios de la zona a fin de restringir gradualmente el uso del coche particular para traer y llevar a los niños a clase.

En la zona Centro, la mayoría de los centros de enseñanza son de signo religioso y por este motivo desde Escuelas Católicas están muy pendientes de los movimientos del Ayuntamiento. Están acostumbrados a hacerlo por las transformaciones que ha sufrido el tráfico de la zona en los últimos años, que les han obligado a moverse cotinuamente para buscar soluciones, adelantándose a los acontecimientos. El secretario de la agrupación en Córdoba, Francisco Salcedo , explica que los autobuses escolares han ayudado a que muchos padres dejen de llevar a los niños al colegio en coche, puesto que además cuentan con un servicio de monitores que acompañan a los pequeños hasta la misma puerta del centro.

Sin embargo, es consciente de que aún hay quien prefiere usar su propio vehículo y la complejidad de los accesos puede equilibrar negativamente la balanza para los padres de los alumnos a la hora de elegir centro educativo. «Hemos pedido al Ayuntamiento una solución. No podemos permitir que desaparezcan colegios por la falta de niños escolarizados», afirma Salcedo, que confía en que desde los centros afectados se están dando a los padres garantías suficientes para evitar que los cambios que se avecinen afecten al proceso de escolarización en marcha.

Aunque el Ayuntamiento anunció que se apresuraría a «trabajar, en fechas próximas, en medidas de acuerdos» con los centros educativos de la zona, el paso aún no se ha dado. La propuesta se enmarca en la segunda fase del plan propuesto para el tráfico después de la peatonalización de la calle Capitulares, que aún debe consensuarse y aprobarse dentro del seno de la Comisión del Plan de Accesibilidad del Casco Histórico . «De momento, no nos han comunicado nada ni se nos ha invitado a aportar ideas», afirma José Carrasco, presidente de la Asociación de Madres y Padres (AMPA) del colegio La Inmaculada . La próxima semana, junto con la dirección del centro, pedirán una reunión al departamento de Movilidad para conocer a fondo las novedades. El problema, explica, es que la mayoría de las personas que tienen a sus hijos en un colegio del Centro no son vecinos de la zona sino que viven en el extrarradio.

La misma tesis la sostiene Rosario Serrano, que preside el AMPA de La Milagrosa . «No es un colegio de barrio, la mayoría de los padres viven lejos y no pueden venir andando», explica. Asume que se acabarán acostumbrando a los cambios, porque lo llevan haciendo mucho tiempo. El progresivo cierre al tráfico de los accesos al Centro ha obligado a las comunidades de padres a buscar alternativas, como el uso de los caminos seguros, y a hacer turnos para llevar a los niños al colegio.

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