Pasar el rato
Escritura de riesgo
¿Y quién puede asegurar que llegaremos a mayo?
El de columnista es un oficio de riesgo para la inteligencia. La política lo invade y lo contamina. Escribir hoy un artículo sobre el mar, sobre un niño, un perro o un paraguas carece de interés. Y sin embargo, la inteligencia se nutre del mar, de los niños y de los perros. Los paraguas también ayudan. La política debilita la inteligencia. Si sabemos mirar y sabemos oír, un niño no ríe siempre de la misma manera ni un perro ladra siempre de la misma manera. Tampoco el mar es el mismo en cada ola.
Sánchez sí habla y mira y gesticula y engaña siempre de la misma manera. No hay variedad en él, no hay novedad, no está tocado por la gracia. Enoja porque aburre. Nos consuela la esperanza de que con malos sentimientos seamos capaces de hacer buena literatura. Una línea sobre Sánchez o su ministra de Territorios Ocupados puede destruir un millón de nuestras mejores neuronas. Hay estudios del PP sobre eso.
Escribir de Puigdemont o de Torra oscurece tanto el entendimiento como un alcoholismo avanzado, y nos conduce a un delirio de lazos amarillos y mozos de escuadra en alpargatas. A un policía en alpargatas por fuerza se le tienen que escapar los delincuentes. El problema de Cataluña son las alpargatas , como el problema del resto de España es el cadáver de Franco.
Que Cataluña es España se nota en que también allí se gobierna con los pies. La republiqueta es una cosa hogareña, de mesa camilla, de pueblo en alpargatas de hacer política. Los mismos lazos amarillos son un símbolo en alpargatas, sencillo, familiar, sin imaginación. Un efecto de la dispepsia más que de la política. Como cuando al patriarca independentista, en la inocente sobremesa familiar , se le escapa un eructo de satisfacción y trata de disimularlo carraspeando con fuerza. Las alpargatas son la señal de que algo le ha ocurrido a Cataluña con el estilo. Una tierra que podía regalarlo, pues de sobras tenía. Si consiguieran la independencia, celebrarían el amanecer del nuevo Estado en alpargatas y con las manos en los bolsillos. Como Pablo Iglesias en el Congreso . Pero a ellos les iría económicamente peor.
Me estoy saliendo de madre, de tiesto y de república. Lo que uno quería es dedicar hoy unas palabras de amor a los que mandan en Córdoba, a la «cosa nostra» . Si no más, terminemos, al menos, con nuestra familia política en este homenaje primero a la insustancialidad. La alcaldesa se ha amigado con los curas. La habrá envejecido tanto poder y cree llegada la hora de ocuparse de la salvación de su alma. O de su cuerpo, porque se acercan las elecciones y todo es bueno para el convento. El gran segundo, para compensar, quiere acabar él solo con la Iglesia católica : el de las inmatriculaciones es «uno de los desfalcos urbanísticos más grandes que se han dado en la historia de Europa».
Dice que gobierna exclusivamente para los suyos, unos doce mil quinientos. Hombre, no . Habla exclusivamente para los suyos. Gobernar, no gobierna para nadie. Para el tercer socio, los otros dos han incumplido sus compromisos políticos. Afortunadamente para Córdoba. Es el que calla mejor, aunque no sabemos si por refinamiento intelectual o porque no tiene nada que decir. Y ahí siguen los tres, juntos y peleados. Un ejemplo para tantos matrimonios de poco aguante, que se devuelven el rosario de su madre a la primera contrariedad. En mayo volverán las oscuras golondrinas de las elecciones municipales . ¿Y quién dice que nosotros llegaremos a mayo?
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