SOCIEDAD

Equipo Libra de la Policía Local de Córdoba, de la mano de la mujer para poner fin a la violencia machista

Son pioneros en España por su sistema de protección, basado en una comunicación diaria y personal con las víctimas

El intendente de la Policía Local, Andrés García durante la entrevista a ABC FOTOS: VALERIO MERINO

Pilar García-Baquero

A su mujer no le podía hacer daño físico porque era más corpulenta que él, pero sí lograba hacerla sufrir a través de su hijo de seis años. Al pequeño, su padre le quemaba cigarrillos en el brazo y llegó incluso a torturarlo colocándole un brazalete metálico que apretaba hasta hacerle llorar. Esa truculenta historia de violencia se quedó grabada a fuego en la cabeza de la policía local Carmen Flores, del equipo Libra de la Jefatura de Policía Local en Córdoba , un grupo compuesto por ocho agentes que son la élite a nivel nacional. El secreto del éxito de su modelo, que se replica en otras capitales españolas, radica en el trato directo y cotidiano con las víctimas .

Allá donde hay un requerimiento acude uno de los agentes especializados. La patrulla uniformada se encarga del agresor y los agentes de paisano atienden a la víctima. Se separan: si hay que detener al hombre, se le detiene, mientras el Equipo Libra se encarga de tranquilizar a la víctima, de procurarle toda la asistencia posible. Si la pareja tiene hijos, estos se quedan a buen recaudo, a poder ser con familiares cercanos. En última instancia, van a una casa de acogida. Lo primero que hace la unidad Libra es tomar las medidas necesarias para que todo se vaya perfilando bien. Si la mujer está herida va al médico primero; si no, a la Jefatura.

El procedimiento habitual lo narra en primera persona Juan José Medina , que pertenece a la unidad de protección de víctimas del equipo Libra de la Policía Local. Como agente, es el primero en traspasar la puerta ante una situación de violencia. Cada caso es diferente porque, asegura, se pueden encontrar «con una situación caótica o con una calma tensa , dependiendo de cómo se hayan producido los hechos, si hay agresión física o amenazas y control psicológico». Si la situación es de mucho peligro y la víctima está en riesgo se toman las medidas opotunas. A veces hay que «echar la puerta abajo». En caso de que haya menores, acuden varias unidades, y también les acompaña una patrulla uniformada. Las funciones están delimitadas.

«Los menores y la víctima son lo primero», repite este agente. El protocolo especifica que hay que trasladar a la víctima a un centro hospitalario al tiempo que los agentes le recuerdan la conveniencia de interponer una denuncia . Los niños, asegura el policía local, sufren muchísimo. «Son los que más sufren las consecuencias cuando tienen un grado de madurez suficiente. Las caras de sufrimiento de los niños lo dicen todo. Son las grandes víctimas», lamenta el agente, después de haber atendido centenares de casos de violencia machista .

En el día a día de estos agentes hay de todo. Se encuentran con agresores que reconocen los hechos, que se derrumban y colaboran con el procedimiento, pero también con el caso radicalmente contrario, que requiere una respuesta policial más contundente . «No es equilibrado. Hay situaciones dispares y distintas. A veces entramos en un domicilio y está todo ordenado, y en otros está todo roto, puertas y ventanas, objetos», admite este agente. La experiencia les dice que en asuntos relacionados con la violencia machista no tienen nada que ver las clases sociales . Los efectos de esta lacra se ven en cualquier barrio, en familias de cualquier tipo de estamento social.

Ese trato cercano con las víctimas hace que ellas muestren su inmensa gratitud a los agentes . «Nos lo agradecen, si te ven por la calle te saludan como si fueras de la familia. Es lo mejor que tenemos. Las mujeres que salen de ahí nos lo agradecen eternamente», admite con orgullo la agente María Rodríguez, que explica que las relaciones de las víctimas con los agentes suelen prolongarse más allá de que concluyan las órdenes de alejamiento .

La agente Rodríguez es una de las que acompañan a la víctima desde un primer momento hasta los juzgados. Los casos que ha conocido le han mostrado que muchas de las mujeres qu sufren malos tratos se encuentran en situaciones mentales complicadas a consecuencia de la manipulación o del miedo . «No puedes ver todo lo que hay alrededor de ella, la presión de no tener recursos, la preocupación por la familia», afirma. De ahí que a veces accedan al quebrantamiento de las órdenes de alejamiento por parte del agresor, aunque es un elemento muy subjetivo que «no se puede valorar que sea real». La comunicación diaria con las víctimas trata de disuadirlas de retomar el contacto con el maltratador. Les recuerdan que están bajo protección y también hablan con los maltratadores, para que no se acerquen a la víctima.

Cuando hablan con ellos, suelen decir: «Por mí no os preocupéis, que no me acerco a ella». Pero todas las precauciones son pocas. Lo cuenta Carmen Flores, que trabaja en la oficina de denuncias y asegura que los maltratadores tienen dos caras . El que en público es un hombre correcto puede adoptar la actitud opuesta en casa.

El Equipo Libra se encuentra cada día frente a frente con maltratadores que ven normal su actitud. La agente Flores afirma que han llegado a negar el maltrato admitiendo la propia agresión. «Si yo no le he dicho nada, sólo le he dado una ‘guantá ’», afirman. Se trata, comenta esta policía local, de hombres que han vivido en ese entorno y lo ven como algo natural. « No sé por qué la gente se toma esto tan a pecho », llegan a espetar en la propia Jefatura tras la denuncia.

«No me frustro cuando, después de todo el esfuerzo, la mujer decide no declarar en el juicio. Le decimos que cuando vuelva, nosotros la ayudaremos otra vez»

Desde esta unidad aseguran que la intención de retirar la denuncia por parte de las mujeres va a menos , al igual que los incumplimientos de la orden de alejamiento. La vigilancia ha jugado un papel fundamental en ello. Con penas de prisión pendientes, si incumplen la orden de alejamiento , van a prisión. La agente del equipo Libra admite que ella ya no se siente frustrada cuando la víctima decide en último momento no declarar en el juicio contra su maltratador. « Es su decisión y mi misión no es juzgarla . Ella tiene una vida alrededor, tiene sus zapatos, su vida. Le decimos que cuando nos llame la vamos a ayudar otra vez . Que volvemos a la casilla de salida», reitera. Esas circunstancias se dan y luego «la volvemos a ver aquí, y ya admiten que fue un error no seguir adelante» con la denuncia.

Según los agentes, hay picos de violencia tanto en Navidad como en Feria, Semana Santa o verano . Esos repuntes coinciden en periodos en que las relaciones familiares son más estrechas. Rememoran casos de verdadera crueldad como el del secuestro de una chica en una caravana, que sufría palizas en una parcela de Córdoba. El agresor le propinaba patadas en la cabeza con las botas de punta de acero. Sin embargo, ella, ya en el médico, sólo preguntaba qué le pasaría a él.

El intendente del Equipo Libra de la Policía Local, Andrés García , recuerda que esta unidad pionera a nivel nacional tiene un acuerdo con la Policía Nacional en un reparto flexible de protección de mujeres. En estos momentos, Libra está compuesto por ocho agentes y vela por la integridad de entre 80 y 90 mujeres dentro del sistema Viogen. Cada agente de este equipo tiene a su cargo a 15 mujeres, con una estrecha comunicación diaria. El secreto de su éxito.

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