Rafael Aguilar - El Norte del Sur
La equidistancia
A la alcaldesa le ha faltado el «Imagine» de Lennon, el «Haz el amor y no la guerra»
T enemos un problema. Como si hubiera pocos. Se llama equidistancia. El gesto grave cariacontecido de querer estar bien con todo el mundo y de no molestar a nadie funciona en los plenos cuando de lo que se trata es de casar los intereses del socio de gobierno, de éste o de aquél, con la asociación de vecinos de turno para el diseño de la zona azul en Santa Rosa o en el Campo de la Verdad, digamos. Uno, o una, se puede poner de perfil hasta si lo que está en juego es el coeficiente para calcular el Impuesto de Bienes Inmuebles o la tasa de reposición de la plantilla de funcionarios municipales, pongamos como ejemplo. Pero hay cosas con las que solo se puede estar de acuerdo o en desacuerdo. No caben las medias tintas. Solo convencen la condena o el aplauso, el sí o el no. Las medias tintas sobran. Porque el riesgo de que los ciudadanos piensen en la cobardía o en la pusilanimidad es cierto, legítimo. Hay silencios que ofenden, que duelen y un político, o política, que milita nada más y nada menos que en el Partido Socialista ha de tenérselo más que bien aprendido.
París, Europa, el mundo occidental confirma la sospecha de que está en guerra y resulta que la alcaldesa de Córdoba se calla. Que se esconde. O que lo parece. Que la llaman los periodistas y que no responde. Para variar. Un comentario en la cuenta de Twitter y a aviarse. Que cualquier clase de violencia es condenable, que la violencia solo engendra más violencia, dice Ambrosio, o quien le haya escrito los ciento caracteres y pico. Y a otra cosa mariposa, a darse abrazos con Espadas, que ya podía el compañero tener un apellido menos beligerante. Lo raro fue que no despachara el asunto con un lacónico mensaje vía whatsapp, con un «lo siento» o «es que no me he explicado» con emoticono pacifista incluido. Faltó el «Imagine» de John Lennon o una referencia a haz el amor y no la guerra y esas cosas. Y que nadie se moleste, compañeros y compañeras, que aquí estamos para ponernos en el lugar de todo el mundo.
Resulta que lo que trasciende, y con razón, es que da la misma pena el joven que pereció sin comerlo ni beberlo mientras disfrutaba de la velada en una terraza a unos cientos de metros del Sena que las bajas militares en los ataques posteriores a las posiciones del Estado Islámico. Puestos así habría que revisar con contrición la historia de la Humanidad, que no sabe progresar si no es a golpe de combates, de bombas. Fijémonos en la Historia Contemporánea por ejemplo. Quizás los Aliados deberían haberse abstenido de desembarcar en Normandía, no fuera a ser que algún oficial nazi cayera el fuego de fusilería. Mira que no pensarlo. Y todo para liberar a Europa de Hitler sin sentarse con él a hablar ni nada.
Mira Adolfo que tenemos una cosa que decirte, vas por mal camino y tal. Nos estamos enfadando, dicho sea sin acritud que tampoco es que queramos herir tus sentimientos.