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Una empresa quiere comprar la Torre del Agua de Córdoba para acabar y entregar las viviendas
La operación, aprobada por La Caixa, está pendiente de su ratificación en una asamblea
La crisis de la Torre del Agua , el edificio residencial más alto de Córdoba, va camino de solventarse. Una empresa cordobesa ha presentado una oferta de adquisición que ya ha sido aprobada por la entidad financiera del proyecto, La Caixa, y que solo tiene que recibir el visto bueno de los cooperativistas que arrancaron el proyecto.
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Los miembros de la cooperativa, 38 en total, ya han recibido la convocatoria de la reunión que se desarrollará durante los primeros días del mes de marzo. Servirá, casi con toda probabilidad, para que se formalice un acuerdo con una empresa que ha desarrollado proyectos puntuales tanto en la capital como en la Costa del Sol pero que no tiene en la promoción su actividad principal. La empresa adquiriente es una filial del grupo Agrifluide , que tiene su grueso de actividad en el mercado de fertilizantes.
Negociaciones
La operación, dentro de su complicidad, es sencilla de explicar. La empresa adquiere el activo y se compromete a terminar las viviendas y dar por bueno el dinero entregado por los cooperativistas por cualquier circunstancia, adelanto de la promoción o mejoras en los pisos. La Torre del Agua es un proyecto elaborado por Rafael Castelló sobre la base del alto standing. Los propietarios podían adaptar las viviendas a su gusto desembolsando las cantidades.
La nueva promotora se ha comprometido incluso a reservar las mismas viviendas que eligieron los cooperativistas cuando decidieron apostar por el proyecto. También se respetan las condiciones de precios. Un piso de unos 150 metros cuadrados, con piscina colectiva y particular, supera los 400.000 euros de precio. No se hace referencia a quien adquirió el piso con aval bancario (personas físicas) o sin él (empresas). El trato es mantener a todo el mundo el piso que compró.
Las condiciones son muy favorables para los cooperativistas dado que se cierra el ciclo que se interrumpió hace más de dos años y medio, cuando las obras quedaron paradas por el concurso de acreedores de la empresa contratista Tenginser.
El sí tiene que ser masivo
El sí de los cooperativistas de la Torre del Agua ha de ser mayoritario por exigencias legales. Más de la mitad de las personas con derecho a voto tendrán que apoyar la operación, algo que no se antoja complicado vistas las condiciones. La razón es que la paralización de las obras generó un complicadísimo panorama de reclamaciones judiciales en las que, por el momento, iba perdiendo la entidad financiera dado que se estaban reconociendo la devolución de las cantidades entregadas a cuenta tanto por particulares como por la empresa.
Desde hace meses, los representantes legales de la promotora compradora, de la cooperativa y de la entidad financiera llevan trabajando en un acuerdo que se ha venido llevando de forma discreta por las partes. La Torre del Agua es el residencial colectivo en altura que protagonizó el pinchazo más mediático de un edificio por sus propias características físicas.
Altura y plantas
La Torre del Agua se concibió con 14 plantas y 49 metros de altura con detalles como la piscina por vivienda. En realidad, el proyecto es una mancomunidad de cooperativas porque los dos edificios anexos se encuentran dentro de la misma operación pero con financiación autónoma. La culminación de la Torre del Agua permitirá cerrar toda la urbanización que arrancó con un presupuesto general de unos 36 millones de euros.
El proyecto que ahora se llama Torre del Agua nació antes de que el sector inmobiliario se viniera abajo en la gran crisis de 2008. La idea vino de una promotora local que ya no existe, Ñ XXI, que convenció al Ayuntamiento de Córdoba de concentrar edificabilidad en un solo solar dentro del plan parcial O-4, el Cortijo del Cura. La idea inicial de aquella empresa era la de crear en Poniente un polo de servicios basado en oficinas y un hotel para poder inaugurarlo en 2011.
En esos momentos, había en Córdoba hasta tres proyectos definidos por la gran altura: el hotel que iba a sustituir al Meliá (El ojo del califa), la torre que la Junta encargó a Guillermo Vázquez Consuegra para Noreña y este último edificio. De todos ellos, solamente el de Ñ21 salió adelante pero con un planteamiento absolutamente distinto. No se centraría en el sector terciario sino en el residencial y tendría forma de cooperativa con el objetivo de no tener problemas para conseguir la financiación al aunar las figuras de cliente y promotor.