FRANCISCO J. POYATO - PRETÉRITO IMPERFECTO
Empate y prórroga
El bipartidismo se afana en sus feudos tradicionales en Córdoba mientras los emergentes arañan la cuota global de castigo
Las próximas elecciones generales son una evaluación continua en el año en que sobrevivimos a las citas con las urnas. Son las más importantes y trascendentales, nos dicen, sin ápice de error. Para los ciudadanos y para la clase política. Se la juegan Rajoy y Sánchez Castejón . Pero de igual forma Susana Díaz y Juanma Moreno . La primera por querer manifestar con holgura de datos la apretura de su victoria autonómica. Quiere solidificar la hipérbole de su liderazgo a la espera de acontecimientos. El segundo, porque conforme avanza el tiempo, mengua su escudo de recién llegado para examinar los resultados del PP en Andalucía tras los últimos varapalos electorales y algún tropezón en su incomprensible estrategia de descabezar a alcaldes y exalcaldes.
Y en esa rueda entra Nieto , el exregidor de Córdoba, como cabeza popular al Congreso ; y también los socialistas, con una Alcaldía capitalina prestada en sus manos e invisible hasta en precampaña electoral así como una hegemonía en la provincia que deben hacer valer en el contexto de caída que se le augura a Pedro Sánchez desde la demoscopia. Se la juega Durán , el obstruccionista presidente del Parlamento andaluz , se la juega su relevo en el mando cordobés -el actual presidente de la Diputación Antonio Ruiz- y también María Isabel Ambrosio , la regidora a la que apenas se le ve ni en los actos de su partido por aquello del gélido roce con el ínclito mandamás de la Cámara andaluza y la equidistancia, por supuesto. Y porque, como comenta más de un dirigente socialista en privado, restaría más que sumaría ahora mismo.
Los sondeos han proporcionado un doble empate en la circunscripción de Córdoba. Por un lado, el del bipartidismo clásico a dos escaños y estrecha diferencia de votos. Y de otro lado, el de las fuerzas emergentes de Ciudadanos y Podemos a un diputado cada uno. Desaparecerá IU de las opciones a conseguir un acta de congresista -de entrada, ya lo ha hecho renunciando a su marca-. En esta foto, Córdoba no difiere en demasía del resto del país. La intención de voto desgaja un tercio de votantes del colchón que socialistas y populares han venido manteniendo tiempo atrás. El bipartidismo retrocede , pero parece no perder la mayoría rasa de votos en el conjunto de Córdoba (apenas un 52 por ciento). Las siglas de Rivera e Iglesias arañan alrededor de un tercio de sufragios que entra en las proporciones globales que estamos viendo. La factura del castigo a la clase dirigente por la crisis económica, la institucional y, especialmente, la clientelar. El voto de la desconfianza y el riesgo. Enfrente, ¿el voto responsable, fiel y hasta conservador de las siglas de siempre...?
La bolsa de diputados que proporciona Córdoba no será clave en el juego de acuerdos y mayorías simples que se esperan. Como tampoco lo ha representado en las cuentas del Estado desde hace mucho tiempo. Desde que Zapatero sacó la tijera y abrió las hojas, y a Rajoy no le quedó margen más que para cortar. La peculiar forma de vida de los grandes proyectos en nuestra tierra: larguísima gestación, desarrollo, debate, enroque estéril y puesta en marcha..., ha provocado siempre que estas iniciativas acabaran atascadas en los cambios de ciclo económico o de referencias políticas. Nunca hemos sido prioridad de nadie . Por lo tanto, no esperen mucha diatriba y reflexión sobre nuestra «deuda histórica» como cordobeses frente al resto del Estado en la campaña que acaba de empezar. Será más proclive a reforzar las tesis centrales de unos y otros en la gran batalla final. Las bazas claras de la capital para el PP en una reválida para Nieto , y en la provincia para el PSOE, que lleva cultivando desde hace un año en su perfecta maquinaria capilar en la que no logra entrar Podemos -y menos tras el espectáculo tan democrático de sus listas y líderes-, y lo hace con dificultad el PP y la fuerza naranja, que sí sabe, por otro lado, dónde están sus nichos. Empate y prórroga.