SOCIEDAD

Los emigrantes regresan a Iznájar 50 años después del pantano que inundó sus casas

Unas 250 personas tuvieron que emigrar después de que el embalse sepultara las aldeas en las que vivían en los 60

Grupo de emigrantes de Iznájar que han regresado a conmemorar el 50 aniversario del embalse

Pilar García-Baquero

Fernando León vino al mundo en una de las barcazas que cruzaba el pantano de Iznájar en el año 1971, una obra faraónica que provocaría el éxodo de cientos de familias de la Subbética desde los 60. Su nacimiento causó tal revuelo que el Regimiento de Ingenieros de Sevilla , encargado de la gran presa, decidió apadrinarlo con el nombre del patrón de los Ingenieros, San Fernando. Y así fue. Le llevaban regalos cada año a su aldea al otro lado del Genil e incluso le abrieron cuenta en la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir. Nueve años después, sus tres hermanos y sus padres decidieron dejar de pasar fatigas y emigrar a Navarra . Este fin de semana, en una visita a la Subbética, 40 años después, se ha reencontrado con otros 250 vecinos que un día tuvieron que abandonar este pueblo donde se levantó el pantano más grande de Andalucía. Cuando se cumple medio siglo de la inauguración de la presa, el pueblo lo conmemoró en un acto lleno de emotivos encuentros, exposiciones y música para rememorar lo que el agua sepultó.

Fernando León asegura que su aldea no se hundió pero sí su economía. Era inviable seguir viendo en la pedanía Fuente del Cond e y tener que coger la barcaza para cualquier cosa. Su padre tenía que irse a construir túneles y pasaba meses fuera del pueblo. En Navarra no les faltaría trabajo, entre la construcción y las conservas de espárragos. No fueron los únicos. Cientos de vecinos cogieron carretera y manta. «Años duros, olivas y poco más en la Subbética», recuerda « el niño de la barcaza », como le conocen todos en Iznájar.

Esas barcazas cuelgan a modo de foto para el recuerdo en la exposición del Centro de Interpretación del Embalse , donde hay además una maqueta a escala de Iznájar y sus aldeas hoy bajo el agua. El presidente de la Diputación, Antonio Ruiz, destacó ayer lo que significó la construcción de este embalse para esta localidad mientras que el expresidente de la Generalitat y exministro José Montilla habló del papel que jugaron los emigrantes entre los que se encontarban sus padres y él mismo. Montilla recordó los años en que, aún siendo niño, corría por los campos de olivares en torno a su aldea, El Remolino , hoy bajo las aguas del mayor embalse andaluz.

Vecino suyo de esta aldea, Rafael Pacheco, recuerda cómo hizo la «mudanza» antes de que la lámina de agua embalsada cubriera su casa, y pese a ser pequeño, llevaba la mesa de la máquina de coser de su madre a cuestas. La metió en la barcaza y de ahí a Mesas de Guadalora , uno de los poblados de colonización en Hornachuelos a los que trasladaron más de una decena de familias iznajareñas en los años 60.

Pacheco aún recuerda cómo construyeron la presa porque su padre fue uno de los peones, y lo llevó a la obra un día en el que no había colegio. Algo que le asombró es que había muchos túneles. Era, dice, como un queso «gruyère». Por último, el alcalde de Iznájar, Lope Ruiz , invitó a estos emigrantes a llevar Iznájar siempre consigo, promocionándolo como embajadores de esta tierra suya , pues a pesar de la distancia siguen siendo iznajeños de raíces y de corazón.

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