AYUNTAMIENTO

50 años de Emacsa, la empresa de Córdoba de los 1.000 millones

La compañía municipal de agua cumple medio siglo de éxitos y dispone de una red actualizada en un 94%

Vista aérea de la estación de tratamiento de aguas de Villa Azul ABC

Rafael Verdú

Hay una empresa en Córdoba que, si hoy tuviera que hacerse de nuevo con todos sus bienes muebles e inmuebles, tendría que invertir la estratosférica cifra de 1.000 millones de euros . Casi nadie verá nunca la mayor parte de sus instalaciones, ocultas bajo tierra; algunas de sus infraestructuras sí están a la vista de todos, pero suelen pasar desapercibidas pese a su enorme tamaño. Lo que sí notan cada día todos los cordobeses, sin excepción de ninguna clase, es el producto final que ofrece esta empresa: el agua que sale del grifo.

Hablamos de Emacsa , la Empresa Municipal de Aguas de Córdoba Sociedad Anónima, que en 2019 ha cumplido 50 años desde su creación. A lo largo de medio siglo ha ido tejiendo una tupida red de canales, tuberías y grandes instalaciones (depuradoras, potabilizadoras, embalses, edificios...) sin la que sería imposible disponer para el consumo humano de un agua de alta calidad como de la que presume Córdoba . El valor aproximado de las instalaciones de Emacsa lo ofrece el subdirector, Arturo Gómez , que lleva 40 años trabajando en la empresa. «Los activos son de más de 1.000 millones de euros. Eso es lo que haría falta si tuviéramos que construirlo todo de nuevo», afirma con seguridad.

Antiguo edificio de Emacsa ABC

Los inicios de Emacsa fueron mucho más humildes. Para ser exactos, 300 veces más. El valor de los bienes patrimoniales que formaron el capital social de Emacsa, aportados por el Ayuntamiento de Córdoba , ascendía a 546 millones de pesetas de entonces o 3,3 millones de euros de hoy. Con un valor ajustado a la inflación, aquel capitalito que puso el Consistorio ya no resulta tan modesto: equivale a 75,5 millones de euros de la actualidad, según el INE. Arturo Gómez explica que «el Ayuntamiento cedió los medios para prestar el servicio, que incluían veneros, redes, depósitos, plantas de tratamiento, pozos...». En el paquete estaba incluida la captación de agua del embalse del Guadalmellato, puesta en marcha en 1955.

Hasta 1938, la gestión del agua en Córdoba era casi medieval. Existían cuatro conducciones públicas y privadas. El Cabildo , por ejemplo, era propietario de la más antigua, del siglo XVII, según un artículo del ingeniero cordobés Emilio Iznardi publicado en el diario La Voz en 1929. Entre todas no alcanzaban a suministrar ni diez litros de agua por persona y día, la décima parte de lo mínimamente necesario. Y encima, era un agua carísima : el metro cúbico (1.000 litros, suficiente para 10 días de consumo de una persona) costaba una peseta, cuando un jornalero de la época podía ganar 5 pesetas al día, según un estudio histórico del Instituto de Estadística de Andalucía. Beber, cocinar y lavarse costaba una fortuna para una familia pobre.

Creación del servicio

Para poner orden en un sistema a todas luces injusto, el Ayuntamiento creó en 1938 el Servicio Municipal de Aguas Potables , que se transformó en 1969 en la actual Emacsa. El sistema de abastecimiento a través de una empresa pública fue «una decisión acertada», asegura Gómez, porque «es una de las formas más idóneas para dar solución al problema». Y Córdoba fue una de las primeras capitales de España en crear una empresa pública de agua.

Durante su primera década de vida, en los años 70 , el reto de Emacsa fue llevar el agua potable a toda la población diseminada en uno de los términos municipales más extensos del país. «Había cierto problema de salud pública en barriadas periféricas », relata Gómez, por lo que «hubo un gran trabajo para dar agua de calidad desde Villa Azul », la estación potabilizadora aún existente, levantada a mediados de los años 50. También de esa primera etapa de Emacsa data la segunda conducción del abastecimiento desde el Guadalmellato, que todavía se sigue utilizando. Hasta entonces discurría a cielo abierto pero se soterró toda la infraestructura para mejorar la calidad del agua.

En los años 80 Emacsa comenzó a depurar las aguas residuales . A principios de la década, relata con erudición Arturo Gómez, «otras ciudades estaban empezando con la depuración, pero en esa fecha no lo había abordado nadie. Solo había algunas depuradoras individuales por razones turísticas y tampoco había Ley de Aguas , que databa del siglo XIX y no se refería a la depuración». Así que Córdoba también fue pionera en la depuración del agua.

Fueron obras costosas y complejas -incluían la depuradora de Las Golondrinas- que terminó asumiendo en el plano financiero la Junta de Andalucía tras quedarse con las competencias en gestión del agua. El ciclo integral del agua entró en servicio en septiembre de 1991 y acabó con los desechos que antes se vertían directamente al Guadalquivir a través de colectores ubicados entre el Puente Romano y el de San Rafael .

Estación depuradora de las Golondrinas ABC

La consecuencia no buscada, pero positiva, de aquel logro de Emacsa en la depuración fue la regeneración del tramo del río que hoy son los Sotos de la Albolafia . Lo que era un vertedero de aguas residuales ha terminado siendo una zona verde protegida. La limpieza de las aguas que se vierten al Guadalquivir -ahora se hace río abajo- es muy costosa, ya que requiere hasta el 80% de la energía eléctrica de todo el sistema. Aun así, Emacsa ha conseguido reducir ya ese consumo en un 40%, asegura Gómez.

Ya en el milenio que nos ocupa, Emacsa ha buscado certificar todos sus procesos y dispone de varias normas ISO, que «permiten asegurar el cumplimiento de los requisitos reglamentarios en nuestra actividad», apunta el subdirector de la compañía.

En las últimas dos décadas, Emacsa ha seguido renovando toda esa infraestructura que requiere de una intervención constante para evitar su deterioro. Su red de abastecimiento se encuentra actualizada en un 94 por ciento y el coeficiente de utilización -el agua que no se pierde por el camino- alcanza el 91,6 por ciento. «Parece un factor muy alto, pero la realidad es que es uno de los mejores resultados de una red en Europa», sostiene Arturo Gómez .

A Emacsa le queda ahora, en palabras de su subdirector, «acatar los nuevos requisitos de la sociedad, ya que el agua tiene una transversalidad muy grande en todas las actividades económicas, humanas o sociales». Un ejemplo es el último proyecto, ya activo, para emplear agua no potable en el riego de parques y jardines.

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