José Javier Amoros - PASAR EL RATO

El ejemplo de Cáritas

El bien es acción, no discurso. Cáritas actúa primero, y luego lo explica sin excesos, con las palabras justas

Si Cáritas de Córdoba se presentara a las elecciones , uno la votaría. Votaría por el bien y la eficacia en el bien. Afortunadamente, Cáritas no se dedica a la política, sino a la humanidad. A la humanidad de la vida diaria, de la que ha huido la política. Por eso es útil y resulta imprescindible. Sin Cáritas en Córdoba, ¿qué hubiera sido de 130.000 personas atendidas el año pasado? Atendidas de alimentos, de vivienda, de salud y de cariño.

Hubo un tiempo en que conocí y traté a Salvador Ruiz Pino, el secretario general de Cáritas Diocesana de Córdoba. Me admira comprobar que sigue comportándose como una buena persona, y no se me ocurre un elogio mayor. El bien es acción, no discurso. Cáritas actúa primero, y luego lo explica sin excesos, con las palabras justas; porque no nos habíamos enterado, ocupados como estamos en la frivolidad política. He leído de él cosas sólidas, y un poco tristes, en el gran reportaje de este periódico sobre el trabajo de Cáritas en Córdoba durante 2015. Las alegrías macroeconómicas, viene a decir el joven partidario de hacer el bien, no dan de comer al hambriento ni acompañan al desolado. Cáritas hace siempre un poco más de lo que puede, y para llegar a lo que quiere, que es mucho más, necesita de todos nosotros, los vistosos amigos de los patios, de las cruces, de las casetas. Este próximo jueves, en plena Feria de Córdoba, Cáritas extenderá ante nosotros el cacillo limosnero de la fraternidad universal, por si quedan algunas monedas después de tantos excesos. Migajas para los que de migajas viven.

«Hipócrita lector, mi semejante, mi hermano», dejemos que se marchite el ramillete de las flores del mal. Ya que pagamos tantos y tan exagerados impuestos, sin entusiasmo y sin voluntad, bien podríamos autoimponernos un amoroso tributo de feria para los que morirán sin haber sido nunca dichosos, porque la pobreza se hereda, también eso lo ha dicho Salvador. Un porcentaje de la inversión total de cada uno en festejos, para Cáritas, que está donde no estamos nosotros: en las cosas pequeñas y cotidianas, en lo humilde y descuidado, en lo que a nadie importa, en las lágrimas, en el pan, en las manos que parten el pan. Es impensable una vida eterna sin oficina de Cáritas, porque a muchas almas de buena voluntad se les habrá quedado la costumbre. Yo no creo en Dios, pero cuando la desesperación aprieta, acudo a Cáritas. A Cáritas van, sobre todo, mujeres. La feminización de la pobreza, la llama Salvador, ese nombre es un destino. La mujer, que también en la adversidad suple la vergüenza y la indolencia del varón. Qué tiene que ver con el feminismo que la mujer sea verdaderamente superior al hombre, en casi todo. El adverbio lo pone uno para hacerse ilusiones, para suavizar la realidad.

Mientras en la vida política unos callan sin hacer nada y otros hablan sin decir nada, Cáritas se mueve y trata de salvar algunos restos del naufragio, los que puede, porque no tiene barco para todos. Para llegar al corazón hay que venir del corazón, eso es de Goethe, que sabía cosas. Los variados jefes de España vienen del talonario y del desahogo moral, y como mucho, llegan a la entrepierna del electorado. Pobre España , acosada por políticos pequeños, vulgares y engreídos, a los que sólo Cáritas acogería si todos los abandonasen. Aunque le hubieran negado unas monedas cuando estaban en su gloria.

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