Sociedad

El drama de la ludopatía en la pandemia: «En una noche podía perder 5.000 euros jugando en Córdoba»

La epidemia eleva los casos un 25% tanto dentro como fuera de la red

Sala de juegos en Córdoba VAlerio Merino
Pilar García Baquero

Pilar García Baquero

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Luis (nombre ficticio), 22 años, tenía un buen trabajo y desde los 17 manejaba su propia cuenta en el banco . Por su profesión, deportista profesional, saltaba de Córdoba a Burgos o Soria. Lo primero en que pensaba en una nueva ciudad era dónde estaba el salón de juegos . No tenía que dar explicaciones a su familia hasta que tocó fondo. En una noche podía perder 5.000 euros. Llegó a vender su Play, su Ipad y su teléfono para poder apostar. Luis es uno de los jóvenes en tratamiento en Acojer, la asociación pionera en Andalucía de jugadores en rehabilitación. La adicción al juego online o en casas de apuestas se han incrementado un 25 por ciento en el último año y cada vez a edades más tempranas.

El cerrojazo de los salones de juego con el primer Estado de Alarma hizo que algunas de estas personas enganchadas patológicamente al juego pasaran al de las pantallas de sus móviles. Lo cuenta el presidente de la asociación cordobesa para tratar ludopatías Acojer, Salvador Secilla , quien recibió en las instalaciones del antiguo Hospital Militar el pasado año a más de 200 personas adictas al juego.

«La pandemia no ha hecho sino incrementar más de un 25 por ciento los usuarios con problemas con el juego en Acojer. Cada día hay más. El pasado año fueron unas 200 personas las que se acercaron a esta asociación a pedir ayuda para salir de esa espiral que destruye personas y familias», cuenta Secilla.

Y lo más grave es que cada vez hay más adictos al juego a edades más tempranas. No sólo a apuestas sino que dentro de juegos online puede estar desde videojuegos a páginas de sexo o incluso a las redes sociales. Siete menores adictos al juego pasaron por Acojer en los últimos meses .

« Hay personas que no pueden dejar el móvil a un lado. El smartphone es como sus zapatos , sin él no pueden vivir y sin consultarlo cada segundo. Tanto el móvil como las redes sociales Instagram, Facebook o Twitter», cuenta Secilla.

El mensaje esperanzador es que de la ludopatía que es una enfermedad crónica, asegura Secilla, como la diabetes, pero se sale. « Un 80 por ciento de nuestros pacientes deja la adicción al juego, pero no podrá nunca más en su vida jugar porque podría recaer ».

De eso da fe Luis. «Les dije a mis padres que volvía en verano porque los echaba de menos pero en realidad era porque me di cuenta que necesitaba ayuda . Me lo gasté todo. Llegué a mi casa y seguí gastando incluso de la hucha en la que llevábamos una vida en casa ahorrando», cuenta Luis. « Sacaba dinero de la hucha para que no se dieran cuenta, pero ellos sí se daban incluso la pesaban y yo echaba monedas pequeñas para ir rellenando », cuenta.

«Hay persona que no pueden dejar el móvil a un lado. El 'smartphone' es como sus zapatos»

«La sensación al dejar de jugar era tan mala que estaba dispuesto a todo, pensando ya en coger cosas y venderlas para poder seguir apostando , también online aunque no me llenaba igual. No vivía; estaba pendiente, en tensión, primero para conseguir dinero sin que me descubrieran mis padres y de otro lado, intentando no jugar», relata este jugador en rehabilitación.

«Si te digo la verdad, feliz ,feliz, desde los 17 años en que sali de casa de mis padres, llevo dos meses», expresa de forma espontánea Luis.

Pero las consecuencias de esa ludopatía están ahí. «Eso sí, he perdido más de 22.000 euros y me he quedado sin amigos -porque ellos siguen jugando sin saber que están enganchados- y yo necesito terapia, seguramente de por vida. Acojer para mi ha sido mi salvación», explica este joven.

Dar el paso hacia la curación no es la panacea, reconoce Luis. «Yo no reconocía el problema; no quería ir a Acojer; no me veía enfermo, hasta que la situación ya era insostenible. Ahora continúo con el deporte y en el trabajo por las mañanas. Lo importante es tener el menor tiempo posible para pensar».

En este tiempo, más de un año,«no ha sido un camino fácil», advierte Luis. « Las noches eran malas, muy malas; en blanco, intentando ver una serie o vídeos. Te encuentras frustrado, triste, pero se sale. Ahora voy voy a ahorrar todo lo posible para recuperar parte de lo que he perdido, pero feliz, sin ese lastre», suspira aliviado.

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