Apuntes al margen

Doscientos euros de vellón

Las multas a ciclistas son legales pero un exceso se mire como se mire

Una joven pasa por las Tendillas Valerio Merino
Rafael Ruiz

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Al poeta y director de la Filmoteca de Andalucía, Pablo García Casado , le calzaron esta semana agentes de la Policía Local, según ha contado él mismo, una sanción de 200 euros de vellón. Al autor de ‘Las afueras’ o ‘La cámara te quiere’ no le cayó la papela policial por madridista, que sería lo lógico y lo suyo, sino por transitar con una bicicleta por una calle peatonal, según la nueva política municipal de aplicar el Código de la Circulación a palo seco en ausencia de una normativa municipal adaptada sobre el uso de determinados vehículos, bicis y patinetes, por aquellas zonas reservadas a los usuarios de a pie.

Cualquiera que camine por el Centro de Córdoba sabe que existen patrullas de la Policía Local que están parando y sancionando a ciclistas y patineteros por determinadas calles como Cruz Conde . La plataforma que agrupa a los usuarios ciclistas, Carril Bici, les ha puesto hasta nombre, Brigada Antibici . El asunto arrancó, explica la plataforma, el pasado mes de enero cuando entró en vigor la norma estatal que directamente impide la circulación de cualquier vehículo por las zonas peatonales y los acerados. Parece obvio explicar que la situación afecta exclusivamente a usuarios que han de pasar por la zona Centro, que es la que acumula el mayor número de vías restringidas al tráfico. De hecho, el problema se centra en una decena de calles, no más, que se encuentran en torno al cogollo de las Tendillas .

El Ayuntamiento de Córdoba lleva tramitando muchos meses la nueva Ordenanza de Movilidad , una norma que tiene que poner cabeza a todo esto. El texto inicial que presentó el gobierno municipal hablaba de prohibición a rajatabla y ya se dijo aquí que era una idea poco realista. El texto ha recibido aportaciones, también de carácter político, y ahora lo que se plantea es que existan una serie de calles peatonales donde la convivencia entre el peatón y el ciclista sea tolerada. El problema es que la aprobación de una ordenanza es un proceso lentísimo , exasperante, que aburre a las ovejas. Hasta que vea la luz, pueden pasar muchos meses, muchas multas y muchos enfados como los del bueno de Pablo.

En primer lugar, en esto de las bicis y los patinetes (de algunos patinetes, porque los hay que son verdaderamente potentes) hay que ponderar intereses. El primero, y obvio, es el de la seguridad de las personas. Hay criaturas a las que les cuesta entender que, en determinados momentos, hay que echar el pie en la tierra y caminar porque existe una densidad de peatones lo suficientemente importante. La segunda es ambiental. El uso de la bicicleta y de algunos vehículos de estas características es intrínsicamente bueno para evitar emisiones. Mientras más gente le dé al pedal, menos personas usan el coche , la moto o el autobús para desplazarse. Tener políticas de promoción de la movilidad limpia es, a día de hoy, una obligación de cualquier ciudad razonable. No creo que sea tan difícil poner a gente lista a conciliar ambos intereses.

Poner a agentes a multar ciclistas en calles peatonales semidesérticas, cuando existe el espacio suficiente, puede ser legal pero también es un exceso se mire como se mire. Es crear un problema donde no lo hay sea responsabilidad de la DGT , del Ayuntamiento o de la OCDE . Si se quiere un uso razonable de estos medios de transporte, igual se podría empezar por controlar determinados malos hábitos como el uso de vías en sentido contrario a toda mecha o la invasión impunemente consentida del acerado de las calles.

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