Cultura
Cosmopoética 2021 | Un documental recupera el papel de las mujeres de Cántico, el grupo artístico de Córdoba
Subraya el rol de Josefina Liébana, María Victoria Atienza, Pilar Sarasola o Rocío Moragas
El conocido, muy empleado durante décadas, y ya trasnochado dicho de antaño -antañazo diría Francisco Umbral - «detrás de todo gran hombre hay una gran mujer», podría parafrasearse como «detrás de una gran generación de poetas hay una gran generación de mujeres», y el tono anticuado de aquella expresión reflejaría el carácter social de cierto pasado más o menos reciente en Córdoba y España en general. Así lo ha mostrado el documental ‘Mujeres de Cántico’ , exhibido ayer en la sala Cajasur de la calle Reyes Católicos dentro de las actividades del Festival Cosmopoética . Está dirigido por Lola Jiménez y Miguel Ángel Hernández, cuenta con Carmen Jiménez como productora ejecutiva y se incluye entre los trabajos de la productora cordobesa Ilustrágora.
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El documental trata de dar a conocer el papel que desempeñaron varias mujeres dentro del grupo Cántico, formado por los poetas Pablo García Baena, Ricardo Molina, Julio Aumente, Juan Bernier, y Mario López; y los pintores Miguel del Moral y Ginés Liébana . A ellos se les añadió posteriormente otros poetas como Vicente Núñez y Pepe de Miguel , que tuvieron bastante relación con los anteriores. Pero, ¿quiénes eran estas mujeres? Lo resumen las hermanas Jiménez, Lola y Carmen, directora y productora ejecutiva del documental.
En primer lugar está Josefina Liébana , hermana de Ginés Liébana. Casada muy joven con un veterinario del que estaba profundamente enamorada, se trasladó al pequeño pueblo cordobés de Valenzuela. No sólo enviuda joven sino que su padre y uno de sus hermanos mueren a causa de la guerra civil. Estuvo desde la germinación del grupo Cántico, es más, incluso desde la época de niños con su hermano y con Pablo García Baena. Se reunían en una terraza a la que ellos llamaban «La Isla» y era ella la que leía a Juan Ramón Jiménez u otros poetas, inspirando la senda que debían seguir. Más tarde fue lectora impenitente de los trabajos de la mayoría.
En segundo lugar está Pilar Sarasola , viuda de Rogelio Luque, de la Librería Luque, fusilado durante la guerra civil. Ella se hizo cargo del lugar tras la muerte de su marido y dejaba ese espacio para que los miembros de Cántico mantuviesen reuniones o pudieran exponer sus creaciones, fundamentalmente la propia revista Cántico, que tenía en el establecimiento un lugar predominante.
En tercer lugar, Rocío Moragas . Es la única que cuenta con obra literaria, como el libro de poemas ‘La piedra escrita’ o el de cuentos ‘El pan ácimo’. Persona liberal y viajera, atípica en su época, estuvo siempre cerca de Cántico y puso en contacto a los poetas cordobeses con otros escritores de relieve o artistas, como Vicente Aleixandre, Gabriel Celaya o Andrés Segovia. Curiosamente nunca publicó en la revista Cántico. Su carácter cosmopolita y atrevido la convirtió en compañera de juegas tabernarias de varios de los poetas, bastante más tímidos por lo general que esa figura sofisticada.
Aunque Liébana, Sarasola y Moragas fueron las principales mujeres asociadas a Cántico, se puede considerar que hubo una cuarta muy relacionada con el grupo, de incorporación algo más tardía. Se trata de María Victoria Atienza , amiga de Pablo García Baena en su etapa malagueña y esposa del impresor Rafael León, de la Imprenta Dardo, por la que pasarían a la postre muchas de las páginas de los poetas del grupo.
Las hermanas Jiménez, presentes en la sala Cajasur, recordaron que el documental ‘Mujeres de Cántico’ surge fundamentalmente de la preocupación que tiene la productora Ilustrágora sobre dos asuntos: el feminismo y la memoria democrática. Del interés que tienen en esos pilares surgió la idea de un trabajo audiovisual que divulgase aspectos de la vida de una serie de personas que, si bien no entraron de lleno en la labor literaria, sí que fueron parte del mundo del grupo poético más relevante de otras muchas formas, bien como impulsoras de vocaciones, acicates al trabajo poético de sus amigos, generadoras de contactos con otros escritores o favorecedoras del mundillo gracias al gran escaparate que supuso en su momento la Librería Luque.