Diversión infantil, felicidad adulta

LA felicidad de los niños volvió a invadir los hogares cordobeses un año más. Los nervios e ilusión de los días anteriores por la inminente llegada de los Reyes Magos dieron paso a la alegría y emoción de los más pequeños, cuyos salones amanecieron repletos de paquetes tras una ajetreada noche para sus Majestades. En este caso, y a diferencia de lo tristemente ocurrido en la cabalgata general, las copiosas nubes y el frío no fueron impedimento para que los Reyes de Oriente cumplieran un año más con su cometido, sacar la mejor de las sonrisas a los príncipes de la casa.

Lejos de los problemas habituales a la hora de levantar a los niños para ir al colegio, ayer no hizo falta recurrir a los despertadores. Desde muy temprano, los más pequeños de la casa correteaban por los pasillos ávidos de encontrar sorpresas. Los más clásicos, descubrían antes asombramos cómo los Reyes y sus camellos habían combatido su cansancio gracias a la bebida y comida que los anfitriones les habían dejado preparada antes de irse a la cama. Por otro lado, los más impacientes decidían ir directamente al árbol de Navidad, donde se acumulaban los paquetes. Distintos rituales, pero un mismo objetivo, hacer felices a los que gracias a su divina inocencia aún disfrutan de la noche más mágica del año.

Pese a que la proliferación de artículos tecnológicos ha despejado en los últimos años los parques de bicicletas y patines, sí hubo valientes que desafiaron las bajas temperaturas y lucieron sus regalos en la calle. Éste fue el caso de María, de siete años, que a media mañana ya disfrutaba de sus patines nuevos alrededor de la Plaza de Toros. Junto a ella, su hermana Claudia, de cuatro años. En este caso, la pequeña sonreía sobre su flamante bicicleta del personaje de Frozen.

Sin duda, la película sobre el reino del hielo fue una de las grandes estrellas de la jornada. Un protagonismo que este año ha compartido con los personajes infantiles de la Patrulla Canina o los simpáticos Minions, todo ello sin olvidar los regalos de siempre, los que nunca pasan de moda, los que no desaparecen de los catálogos de presentes navideños por más que pase el tiempo. Sí, se trata de las bicicletas, de los disfraces, de los juegos de mesa clásicos...