Cultura
La Diputación de Córdoba paga los más de 50.000 euros de la exposición que nunca celebró
El Consultivo da vía libre a la nulidad de los contratos, que se hicieron a dedo en la Fundación Botí
La Fundación Botí , el instrumento de la Diputación de Córdoba para realizar actividades en el campo del arte contemporáneo, tiene ya vía libre para los últimos pagos generados por la muestra «Una historia propia: mujeres, vanguardia y política», que nunca llegó a ver la luz y que generó un tremendo problema de gestión en la entidad, que en el pasado mandato estaba a cargo de Izquierda Unida (en el actual, el PSOE decidió no ceder el departamento cultural del gobierno).
La institución provincial ha tramitado ya los pagos de más de cincuenta mil euros de servicios contratados por la anterior dirección del centro a pesar de que la exposición nunca llegara a celebrarse. El último paso, que es preceptivo toda interrupción de contrataciones públicas (aunque tengan un carácter irregular), es el paso por el Consejo Consultivo de Andalucía que permitió a la Diputación proceder a la ruptura de las vinculaciones pagando los servicios realizados justo antes de la declaración del estado de alarma.
Tales fueron los problemas de la exposición que la entonces presidenta, Marisa Ruz , destituyó al que fue su gerente, Juan Antonio Bernier , en una decisión que trajo una fuerte marejada en los ambientes culturales y de IU. Ruz acusó a Bernier de todo y Bernier hizo responsable a Ruz de las irregularidades que se habían cometido en un comunicado. Los documentos oficiales que finalmente han pasado por el Consejo Consultivo aseguran que la gestión de la exposición fue lo que generó la pérdida de confianza y la destitución del directivo de la fundación, que reclamó una auditoría completa de la organización e incluso de la Delegación de Cultura de la Diputación de Córdoba.
Según el relato de hechos que quedará en los archivos oficiales tras el intercambio de acusaciones, la exposición, que tenía como comisario a Óscar Fernández, tenía un presupuesto asignado de más de cien mil euros, de los que el sesenta por ciento eran para transporte de obras y gastos de correos. En tanto se producían retrasos, algunas de las personas y entidades que habían cedido obras empezaron a reclamar que se devolvieran las obras. La fundación optó por realizar una serie de contratos de transporte de las obras sin ningún expediente. Según la Intervención de la Diputación, se aceptaban los presupuestos presentados vía correo electrónico. Entre los pagos aprobados se encuentran también los del diseño y preparación de la exposición fantasma de la Botí.
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