Apuntes al margen
El dinero peor gastado
¿Puede revertirse aún la decisión de repartir dos mascarillas por vivienda?
Reconozco, desde aquí lo digo, mi profunda aversión a determinadas medidas universales cuando éstas no son sanitarias, educativas o de seguridad personal. Esas cuestiones concedidas graciosamente desde el poder muchas veces con las mejores intenciones pero, también en no pocos casos, con el objetivo de ofrecer guiños al electorado . El Ayuntamiento de Córdoba aún está a tiempo, por el calendario anunciado, de intentar parar una de esas determinaciones que, a la vista de los datos y de la realidad, se han convertido en onerosas y, a la postre, poco útiles.
Durante el mes de junio, parece ser, deberían llegar a las casas cordobesas las trescientas mil unidades de mascarillas adquiridas por el Ayuntamiento de Córdoba con el objetivo de proveer a la ciudadanía de un elemento de protección que en estos momentos es de uso obligatorio y de primera necesidad. Según los datos difundidos por el Ayuntamiento, cada domicilio recibirá dos unidades de estas mascarillas , de tipo FFP2, por medio del acuerdo alcanzado con Correos que será la entidad responsable de la distribución vivienda a vivienda.
En total, el Consistorio se ha gastado casi 650.000 euros en la adquisición de este gran contingente de mascarillas, decidido en unas circunstancias concretas que no son las actuales. El alcalde, José María Bellido , anunció la decisión como parte de la estrategia municipal de contención sanitaria en el mes de abril y la determinación se tomó en la Junta de Gobierno Local de primeros de mayo. Tengamos una foto fija de ese momento en la cabeza: eran una semanas donde el material sanitario era caro y escaso. Las farmacias tomaban nota a sus clientes realizando largas listas de espera para todas aquellas personas que necesitasen mascarillas, guantes de protección o gel hidroalcohólico . Se trataba de productos que alcanzaron precios altos en mercados desbocados donde surgieron los que se hacen ricos en toda crisis.
La situación ha cambiado radicalmente antes de que los funcionarios de Correos comiencen a realizar la distribución del material. El Gobierno determinó un precio regulado de las mascarillas (0,96 euros, IVA incluido) lo que no originó, en contra de lo que algunos economistas pronosticaron, una situación de desabastecimiento. Al contrario, las empresas de distribución se ha puesto las pilas y ya es posible conseguir este tipo de material higiénico -sin tanta protección, cierto, pero con las características básicas para caminar por la calle- a un precio razonable. Se venden en los supermercados lo que dice mucho de la capacidad de reacción de las empresas que se dedican a su comercialización.
Es cierto que muchas familias están pasando malos momentos, que se están perdiendo puestos de trabajo y que el palo económico va a ser de consideración. En ese contexto, parece más que razonable reconsiderar -si ello aún es posible- la situación de dejar dos unidades en cada casa teniendo en cuenta que muchas familias pueden hacer frente a ese gasto.
Casi 650.000 euros conforman una cantidad lo suficientemente importante como para que la distribución se intente ceñir a aquellas personas que no pueden dedicar recursos a su protección personal por medio de las organizaciones no gubernamentales que están mirando cara a cara a la pobreza. A colectivos profesionales más expuestos a contraer la enfermedad o a equipamientos que van a necesitar un abastecimiento de material sanitario constante como las residencias de ancianos. A disponer de un «stock» relevante de cara a un futuro rebrote dada la posibilidad de que, en meses sucesivos, contemos con una situación grave otra vez que haga recordar que hubo un dinero gastado al que se le podría haber dado mejor uso.
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