Reportaje
Diez manos que moldean la belleza en Córdoba
ABC recoge los testimonios de cinco artesanos que aman su oficio

La lista de oficios artesanales es interminable. Hay cientos recogidos en el catálogo de la Junta de Andalucía, algunos insospechados y otros que ya apenas existen. ABC recoge el testimonio de cinco de ellos como ejemplo del trabajo manual hecho a conciencia. A veces es difícil discernir el arte de la artesanía, aunque ellos lo tienen claro.
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El luthier que se dejó de gaitas
Jaime Aragón Peña comenzó su relación con los instrumentos musicales a finales de los años 90, cuando su hermano Carlos lo trajo de vuelta de Londres para dedicarse a fabricar gaitas irlandesas. Sí, gaitas en Córdoba , y muy bien hechas. Tanto, que a comienzos del milenio el gaitero Hevia contactó con los hermanos —sobrinos del genial guitarrista cordobés Paco Peña — para montar una fábrica de instrumentos en Madrid. La cosa fue bien hasta que la crisis se llevó por delante el negocio, como tantos otros.
En 2010 Jaime se dejó de gaitas y se dedicó «al 100% a la guitarra». «Nos hizo ilusión hacer guitarras para mi tío, porque mi principal influencia ha sido él», afirma. Paco Peña supervisa las guitarras del taller, pero «nunca encontraremos lo que está buscando, porque es muy exigente». Jaime lo sigue intentando, forjando una a una cada guitarra y aportando lo que llama «el sonido de la casa».
Así lleva desde hace una década, fabricando una a una sus guitarras en un minúsculo taller en la Plaza del Potro . Es uno de los procesos artesanales más elaborados. Una sola pieza conlleva cinco semanas de trabajo y casi todo el proceso lo hace Jaime en solitario. Sólo encarga fuera el barnizado final, de lo demás se encargan sus manos. No hace más de doce guitarras cada año, la mayoría por encargo, con costes asequibles para una guitarra artesanal (entre 1.750 y 2.100 euros). Nunca sabe la calidad de una guitarra hasta que suena el primer rasgueo. Y entonces, a veces, «me sale una guitarra excelente» .
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Un sombrerero cuerdo en Ambrosio de Morales
Mario Roldán es descendiente del fundador de la Sombrerería Rusi , con una tienda y taller en Ambrosio de Morales. Si por él fuera, contrataría un dependiente para poder dedicarse todo el tiempo a su pasión: fabricar sombreros a mano . La mayoría son el típico sombrero cordobés por encargo, un mercado en auge gracias al mundo del caballo. «La doma vaquera se está dando a conocer y eso crea interés. He hecho sombreros cordobeses para Alemania y EEUU », apunta Mario. Como tantos otros oficiales, de momento no tiene relevo para el taller, y eso que lleva más de 30 años como sombrerero. «Es complicado pero lo intentaremos», indica.
La historia de la Sombrerería Rusi hunde sus raíces en una fábrica, ya desaparecida, en la calle Agustín Moreno , creada por José Rusi en 1896. En 1903 abrió la primera tienda en Ambrosio de Morales y en 1904 en Gondomar -ya cerrada-. Su sobrino nieto, tercera generación de Rusi, sigue fabricando sombreros a mano en la primera tienda, que ya tiene 116 años de historia. Ahí, Mario Roldán recuerda que «la artesanía de Córdoba no es sólo el cuero y la filigrana. Del sombrero cordobés nunca se habla , qué poquito se cuida y se valora». Él fabrica a mano cada año unos 250 sombreros, casi todos cordobeses y por encargo, con un coste de unos 180 euros por pieza, que tarda tres días en elaborar.
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Joyero por obligación maternal
Juan Luis Sánchez , de la joyería Ovio, no se plantea aún el relevo generacional por su juventud —aunque ya lleva 24 años en el tajo—. Elabora las piezas de sus colecciones una a una y encargándose de todos los procesos, desde el diseño inicial hasta el fundido del metal a partir de pepitas de plata y el labrado. Llegó a la profesión porque, simple y llanamente, no tenía otra cosa que hacer «y mi madre nos mandó a buscar trabajo a mí y a mi hermano». Hoy da las gracias por aquella exigencia maternal, ya que «llevo media vida en el taller y me gusta estar aquí». Su problema es el mismo que acucia a otros muchos artesanos, la competencia desleal: «Hay pulseras que valen 20 céntimos y se venden a 5 euros como si fueran típicas de Córdoba, por eso a veces me dan ganas de pasarme al lado oscuro ». No lo dice en serio.
El joyero Juan Luis Sánchez trabaja y vende en su tienda-taller de la calle Claudio Marcelo. Allí hace piezas de plata artesanales y pequeñas colecciones, entre las que destaca las que están basadas en un dirhem califal (una moneda de la época) que Juan Luis envejece a mano. «Son muchas horas en el banco y luego la gente busca el detalle barato», se lamenta. La Joyería Ovio , abierta desde 1998, también elabora piezas únicas para empresas. Son regalos exclusivos de una alta calidad elaborados con materiales nobles y técnicas artesanales.
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Al éxito con un bolso de Loewe
El taller de cuero Meryan es uno de los pocos que cuenta con varios empleados. Son nueve, contando cinco artesanos que emplean técnicas ancestrales como el cordobán. En Meryan entran las pieles curtidas en bruto, y todos los demás procesos se realizan a mano: corte, repujado, pintado, secado, barnizado... Daniel López-Obrero , su propietario, recuerda que en un principio el taller se centraba en objetos decorativos (arcones, murales...), hasta que «hace siete u ocho años incluimos los complementos, porque lo otro es más difícil de vender. Desde entonces nos ha ido muy bien, pero usamos la misma técnica». López-Obrero tiene claro lo que es artesanía y lo que no: «Cuando en la mayor parte del proceso interviene la mano del hombre, aunque puede haber un poco de maquinaria». Un poco, nunca para hacer miles de piezas iguales.
Una marca de lujo cambió la orientación del taller de cuero de Daniel Lópex-Obrero. En 2012, Loewe encargó al taller Meryan el diseño y elaboración de una parte de una colección de bolsos y cinturnos que la empresa remataba en Ubrique . A partir de entonces, Daniel tuvo claro que tenía que contar con su propia gama de complementos, con series muy cortas. «Nos ha ido genial» , asegura. Su taller de cuero ocupa una enorme casa en pleno corazón de la Judería, en la calle de las Flores. Son 700 metros dedicados por entero a la artesanía de cuero.
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La primera maestra artesana de la provincia
Luisa García es la primera, y hasta la fecha la única, maestra artesana de la provincia de Córdoba, título que también tienen otros ocho varones. Supone un reconocimiento a una mujer que lleva en el oficio de ceramista más de 30 años y que hoy tiene su taller en un bonito patio cordobés junto a la Corredera. Hace piezas de barro, pero también azulejos y encargos para empresas, además de impartir clases y talleres. Su interés por la cerámica surgió en la Escuela de Oficios, «cuando la cerámica me sonaba a botijos». Allí se cruzó con la profesora Hisae Yanase , fallecida este año, y hasta hoy.