Pretérito imperfecto

A tus dieciséis años

Los convivientes conyugales seremos unos meros siervos a merced de unos dictadorzuelos que dirigirán tu cerebro

Manifestación en contra del aborto De San Bernardo
Francisco Poyato

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Puede que cuando llegues a los dieciséis, querida hija, haya perdido ya tu patria potestad , por lo que aquella estirada ministra de Mala Educación llamada Celáa prendió como fuego fatuo de que los hijos no sois de los padres, sino más bien del Estado . De ahí al Vaticano como embajadora. A este paso, los convivientes conyugales seremos unos meros siervos a merced de unos dictadorzuelos papanatas que dirigirán tu cerebro, despoblado de conocimiento, memoria y juicio, pero repleto de moral flatulenta o de la misma paja que puede alimentar a los borregos o las heces mentales que plagan las redes sociales, a las que, por cierto, tu nuevo ‘papá Estado’ no pone coto ni reglas para que de verdad no hagan contigo lo que quiera cualquier desalmado. O desalmada.

Hoy, que todavía no llegas a los dieciséis, sí percibo que empezamos a perder ya tu gobernanza, por mucho que nunca hayas venido ni con manual de instrucciones ni con una carta magna de sugerencias o un contrato de cláusulas liquidadoras. Eres el resultado de lo que honradamente hemos podido hacer, con plena libertad y autonomía, con errores y aciertos, pero sin que nadie nos haya despojado de la última palabra y responsabilidad máxima. Porque para eso decidimos traerte a este mundo y alumbrar una vida nueva , que es lo más serio que puede haber para un ser humano.

Sin embargo, ese Estado que alega que va a ser tu padre dentro de poco, ha decidido que podrías abortar si tuvieras dieciséis años hoy sin que ni la madre que te parió y un servidor pudiéramos dar nuestra opinión. Simplemente acudiendo al centro de salud y, sin esperar colas, refiriéndoselo al galeno de turno como quien le muestra al dependiente, tras el mostrador, la carcasa que quiere comprarse para su móvil. Un capricho , sin más. Sin que nadie pueda convencerte u ofrecerte recursos para salir adelante. Alguna oportunidad, alguna alternativa para ti y para ese nuevo ser humano que pudiera venir. Me resigno a pensar que la escuela no puede ser ya una palanca de ayuda o un aliado en esta cruzada. Más bien lo contrario, una coartada .

Fíjate en el disparate en el que vivimos, hija mía, que a los dieciséis años hoy en tu país y el mío no puedes conducir un coche por mucho que te gusten, o no puedes ponerte, a priori, un ‘piercing’ en la nariz sin que lo autoricemos, con lo que eso les mola a las adolescentes; no puedes firmar un contrato para alquilar un piso -por si te hartas de nosotros y decides emanciparte un ratito sólo por las tardes-. No puedes votarles a ellos cuando convoquen unas elecciones o comprar alcohol y tabaco -ya no hablemos de otras drogas- y ni tan siquiera pisar la mayoría de las discotecas de este país si nos ceñimos a las normas todavía vigentes. Puedes trabajar, sí, pero ni en horario nocturno ni haciendo horas extraordinarias. Y estás debida a permanecer en clase porque la enseñanza es obligatoria, aunque luego apruebes de aquella manera. Empero, a tus dieciséis años, sí vas a poder abortar sin cortapisa alguna . Sigue habiendo cuestiones que no sé cómo poder explicarte .

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación