Primera plana

Desembalar la vida otra vez

Me fui de cada puesto de caracoles con una sonrisa. Con el Covid, lo cotidiano se nos ha vuelto extraordinario

Cordobeses degustando caracoles en el primer día de apertura de los puestos Valerio Merino
Baltasar López

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El viernes hice un reportaje sobre el arranque de la temporada de caracoles y me fui de cada puesto con una sonrisa de oreja a oreja, de esas que ya se pueden lucir sin mascarilla. Y no fue (espero que este acto de valentía no me cueste mi ciudadanía cordobesa adoptiva trabajada durante dos décadas) por mi pasión por los gasterópodos. Se debió a que con el Covid hay algo en lo cotidiano que nos lo ha vuelto extraordinario. Por eso te alegraba la vista ver los palillos en marcha o los cuencos repletos de conchas vacías. El plus este año es que, salvo que llegue una nueva ola, no hay restricción de horario y se pueden comer estos moluscos todo el día y parte de la noche.

Pero, cuando se hablaba con los caracoleros, era sencillo observar las heridas aún sin cicatrizar que arrastramos por la epidemia. «Esperemos que vuelva la normalidad y que no haya otra cepa, otro ómicron u ‘ómicran’», comentaba Rafael Pérez, uno de los dueños del veterano puesto de la Magdalena , sintetizando cómo los propietarios de estos negocios contienen la respiración esperando que otra embestida del coronavirus no les enferme la temporada.

Pero no sólo ellos cruzan los dedos, de pies y manos, para que la epidemia no regrese. Lo hacemos todos, deseando aumentar la lista de pedazos de normalidad arrebatados al Covid. Ahí, está en el horizonte el Mayo Festivo , que el coronavirus nos ha infectado los dos últimos años, dejándonos la misma mala cara que a cualquier militante de base del PP viendo cómo su partido libra en directo una guerra civil.

Que el ciclo de celebraciones se pueda desarrollar con normalidad es importante económicamente para la ciudad: las Cruces, los Patios -supervivientes en 2021 en su fecha habitual y trasplantados en 2020 a octubre- y la Feria hacen bailar el dinero por Córdoba y son atractivos para captar turistas. Pero psicológicamente es igual de importante que todas esas citas puedan tener lugar y nos podamos pegar una fiesta, o varias, igual que las de antes. Que tomando una cerveza en una Cruz o comiendo con la familia en el Arenal nos descubramos desembalando de nuevo la vida, después de que la anterior nos la estropeara el Covid.

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