RAFAEL ÁNGEL AGUILAR SÁNCHEZ - EL NORTE DEL SUR
Desde Cuzco con amor
Desconocemos si la entente con Ganemos se debe a la ausencia kilométrica de Ambrosio y García
Los misterios de la política: Ganemos se declara encantado con la marcha del bipartito que apoyó y con la alcaldesa a quien sus votos elevaron a titular del bastón municipal apenas unos días después de que ésta se quedara sola y con la única compañía de Pedro García, esa amistad peligrosa, en el rincón del cuadrilátero al que la había conducido el envite de la misma formación de Blázquez, que se declaraba más que insatisfecha con la manera en la que el cogobierno había planteado los presupuestos de las empresas municipales. Se conoce que los objetivos de Ganemos han virado en las últimas horas: en este preciso instante lo que le interesa de verdad es que las bestias no sufran en exceso en los circos, en el de Córdoba en concreto, y que los nenes no le den la lata a los caballitos ponis en el recinto de El Arenal, de modo que la franquicia de Podemos se fumó este miércoles la pipa de la paz con los socios del tinglado en una reunión de tres horas y media de reloj de la que todos salieron encantados de haberse conocido. A ellos mismos y a los compañeros de negociación. Todo era paz y amor por los pasillos a media luz del Ayuntamiento. Si en la entente medió milagro es aún una incógnita, tanto como si en la fragua del consenso pegajoso tuvo que ver la ausencia kilométrica de la regidora y del presidente de la Gerencia de Urbanismo.
Porque ellos andaban en sus cosas. En la política internacional, justo en ésa en la que afirma muy serio Rafael Ruiz que no hay manera de poner un pie con ciertas garantías de éxito sin que a uno (o a una) le planten un gorrito de lana, alguien diga que mire al pajarito y entonces sonría como un niño al que le acaban de regalar un sombrero cordobés, y sálvense las distancias. Fue preciso esperar a cruzar la medianoche de ayer para saber si Córdoba va a acoger el Congreso Mundial de la Organización de Ciudades Patrimonio de la Humanidad en 2017, pero durante la tarde ya había algo que celebrar. Algo que justificara el tocado andino.
Porque resulta que la reforma de la calle Cruz Conde, tan traída y tan llevada, tan sujeta como estuvo a los bandazos de los políticos de uno y otro signo que mandaron en el Ayuntamiento durante su diseño y posterior ejecución, se ha hecho en el congreso de Arequipa el premio Jean Paul L’Allier, que aseguran los servicios de prensa consistoriales que se trata del "más importante del mundo para los proyectos de restauración patrimonial". No tiene desperdicio un párrafo del documento con el que el cogobierno anunció la distinción. Transcribo: «La remodelación realizada recupera para las personas ese fragmento del conjunto histórico transformándolo de vía de tráfico rodado a salón de nuevo uso para la ciudad permitiendo en este nuevo uso lento incorporar en el pavimento la narración de parte de la historia de nuestra ciudad». Eso es ponerse la arquitectura por montera. O por gorro. De lana. Que por cierto los lugareños llaman «chulo» al sombrerito.