José Javier Amoros - Pasar el rato
Desconcierto
El laicismo radical moderno considera que hay que acabar con la religión
En Andalucía, los colegios concertados están desconcertados. Se trata de centros educativos, en su mayoría pertenecientes a la Iglesia católica, que el poder subvenciona. Y lo hace porque cumplen una importante función social y complementan el sistema público de enseñanza.
No se trata de una obra de misericordia civil, sino de un acto de justicia constitucional: hacer posible que los padres elijan para sus hijos la formación religiosa y moral acorde con sus convicciones. Y si lo de «religiosa y moral» resulta hoy contrario al progreso, propio de irreflexivos e ignorantes como Cervantes, Shakespeare, Chesterton, Descartes, Pascal, santo Tomás de Aquino -al que glosó la alcaldesa de Córdoba, al recibir de la Universidad uno de los premios a que da nombre el ilustre doctor de la Iglesia-, Eliot, Delibes, Zubiri, Julián Marías, Yeats, Mauriac , y gente así, por no salir del mundo de las letras y el pensamiento, entonces hay que reformar la Constitución y seguir aprendiendo únicamente de Pedro Sánchez y de Pablo Iglesias.
El desconcierto viene porque, al parecer, la Junta pretende retirar algunos conciertos y suprimir aulas con argumentos diversos, según recoge la red de Escuelas Católicas de Andalucía : descenso de la natalidad, vuelta de los inmigrantes a sus países de origen, acusación de elitismo o clasismo, crecimiento de la escuela concertada a costa de la pública. En Córdoba , los centros pertenecientes a esa agrupación de colegios católicos han expresado públicamente su oposición al criterio administrativo.
Y se proponen reiterar la protesta en próximos días. Uno da por supuesta la buena voluntad de la Junta de Andalucía y su interés por mantener y respetar lo que debe ser mantenido y respetado. Pero llama la atención que los afectados por las decisiones del poder tengan que ver con la Iglesia católica. Como el Cristo de marfil del Ayuntamiento de Córdoba. Hace dos semanas, un periódico de difusión nacional entrevistó al gran filósofo sevillano Emilio Lledó . Uno nunca ha ocultado su admiración por él, y no lo hace tampoco en esta ocasión.
Pero es una admiración condicional, no estupefacta. No se extiende, por ejemplo, a esta opinión del maestro sobre la enseñanza: «Menos colegios religiosos y más públicos. La escuela debe ser algo más que una educación religiosa. El fanatismo religioso no provoca más que violencia. Llevemos cuidado». Eso, llevemos cuidado. Cuidado con algunas conclusiones. Ésta, así formulada, sin reservas, parece propia del fanatismo antirreligioso. Es un despropósito. Y si lo profiere un gran hombre, entonces es un gran despropósito.
El laicismo radical moderno considera que hay que acabar con la religión, sin contemplaciones, porque de ella sólo perjuicios y prejuicios se derivan. Los más tolerantes conceden que no será necesario quemar las iglesias, porque el humo contaminaría el aire. Hace poco más de un siglo, un socialista francés, ateo, Jean Jaurés , fundador del diario «L´Humanité», gran orador y líder del partido socialista de su país, dirigió a su hijo, en edad escolar, una carta que se ha hecho famosa, explicándole la importancia de la formación religiosa: «¿Qué comprenderías de la historia de Europa y del mundo entero después de Jesucristo, sin conocer la religión, que cambió la faz del mundo y produjo una nueva civilización?».
Jaurés fue asesinado por un fanático en 1914. Cinco años después, la carta a su hijo fue publicada en el periódico que él fundó. Los modernos artefactos que hacen posible la comunicación instantánea de masas, la de individuos requiere más tiempo, podrían enriquecerse difundiendo el texto completo de la carta.