El desbloqueo de casi todo
El PP ganó las elecciones en Córdoba y abre una etapa de cambios con el nombramiento de José Antonio Nieto en Madrid mientras el Consistorio digiere un pacto con demasiados tropezones
La noche del domingo 26 de junio se produjo el paso del ecuador adelantado . Tal y como se preveía, las elecciones generales de Córdoba se dilucidaron con un doble empate entre PP y PSOE , y entre Unidos Podemos y Ciudadanos . Los populares, sin embargo, recuperaron la sonrisa tras el año 2015, en el que se acabó su paso de cuatro años por el Ayuntamiento de Córdoba . La victoria en voto popular abrió nuevos caminos y exploró unas posibilidades que se materializaron con la toma de posesión del nuevo Gobierno y la llamada del nuevo ministro de Interior, Juan Ignacio Zoido, a José Antonio Nieto .
El Ejecutivo contaba con el exalcalde como secretario de Seguridad . El mayor cargo de un político cordobés del PP que nunca ha tenido ministro. El nombramiento de Nieto abre una necesaria ventana de renovación del partido , con la vista puesta en el portavoz municipal, José María Bellido , aunque el exalcalde ha decidido mantener el poder orgánico, sometido en cualquier caso a un próximo congreso provincial. Bellido recibió el mando de las operaciones de control del gobierno municipal, sometido a sus propias tensiones políticas producto de la realidad electoral de tres que son dos.
En los comicios generales, Podemos e Izquierda Unida decidieron comparecer juntos con Julio Anguita como maestro de ceremonias en un mitin de Pablo Iglesias . Ambos partidos se estuvieron dando esquinazo durante meses hasta que uno y otro llegaron al convencimiento de que caminar por separado no era una opción viable.
El problema radica en la realidad municipal donde la marca inspirada por Podemos , Ganemos, e Izquierda Unida sí que han desarrollado caminos paralelos pero no convergentes.
La alcaldesa de Córdoba, Isabel Ambrosio, asumió a principios de año el objetivo de eliminar la etiqueta de «radical» de su gobierno . Pese a que los choques con determinados sectores sociales han sido prácticamente constantes, los socialistas congelaron todas las iniciativas para que la unidad de la izquierda que se encuentra a su izquierda se tradujesen en un cambio en la configuración del equipo de gobierno salido del pacto de investidura del verano de 2015.
Ambrosio ha venido lanzando mensajes durante todo 2016 mensajes que no acaban de casar con la praxis de su gobierno. Sin embargo, sí que huyó como de la tiña de quedarse en minoría en la Junta de Gobierno Local. Ganemos reclamó su entrada en la investidura y el PSOE decidió congelar el asunto hasta hacerlo desaparecer del debate local.
El día a día municipal ya es lo suficientemente complejo como para abrir en canal el proyecto con una negociación tan delicada. Y ni siquiera en la dirección de IU se estaba por la labor de, configurados los equipo de trabajo, ponerse a un nuevo reparto como el que Ganemos vetó expresamente. La clave es que la actual coalición municipal ha sacado adelante sus asuntos más delicados. El intento de Ambrosio de abrir el arco de la negociación a Ciudadanos ha quedado varado por la ausencia de respuestas concretas. Impuestos y presupuestos solo tienen ya un interlocutor.
El PP no ha tenido difícil mantener un tono crítico, al que se han sumado vivamente Ciudadanos y Unión Cordobesa. Y ha habido numerosos frentes de fricción muchos de los cuales han tenido su comisión de sabios, una técnica de la alcaldesa para buscar legitimidad en las decisiones. Lo ha hecho con el Cercanías o la cementera Cosmos en cuestiones en las que no han servido, fundamentalmente, para nada.
El cogobierno, de hecho, ha empezado a dar señales de hacer una cosa y la contraria. Por ejemplo, abrir un proceso de revisión del Plan General de Ordenación Urbana que se ha quedado en la iniciativa contra la cementera. Por ejemplo, abogar por una subida del Impuesto de Bienes Inmuebles que tuvo que guardar ante la ausencia absoluta de apoyos políticos que permitieran dar aire a esta actuación. La última del año ha sido la pérdida de un millón de euros en fondos del Gobierno por razones que, dígase lo que se diga, solamente tienen que ver con la dinámica de gestión interna del equipo de gobierno.
La política municipal se ha convertido en un arrebato de palabras por encima de una disposición razonada de realidades. Camino de su segundo año de mandato, la reedición del cogobierno está empezando a dar muestras evidentes de agotamiento que se concretaron en un cambio de áreas relevante tras el llorado deceso de la edil de Movilidad María José Moros . La reformulación, exclusivamente centrada en áreas socialistas, ha solventado ciertos dilemas pero no ha cambiado la dinámica principal. La gestión del Consistorio sigue siendo difusa y teórica más que pegada al territorio.
Urbanismo sigue anunciando centros logísticos y hoteles en el estadio mientras la iniciativa privada se está buscando la vida alejada, muy alejada, de unos centros de poder político con los que el «feeling» no existe . Ninguna de las inversiones del sector del ocio anunciadas en el último tramo del año han pasado por las mesas municipales, que padece una desconexión creciente con el empresariado local. Y los grandes retos a corto plazo siguen estando en el aire. Es el ejemplo de la Ronda del Marrubial , considerada como objetivo estratégico del mandato de Ambrosio, que iba a empezar antes de que finalizara 2016. La última fecha de anuncio postergado dice que será una concatenación de obras a largo plazo, una tesis que pone los pelos de punta en el vecindario .