José Luque - Desde mi rincón

Dejemos estar la historia

Hay que hacerle caso a la frase de Séneca: «Procuremos olvidar aquello que, traído a la memoria, nos entristece»

EL Ayuntamiento de Córdoba se dispone a cambiar el callejero de la ciudad. No tenemos claras las pautas que se van a adoptar para la exclusión de nombres, símbolos o títulos. Unos dicen que se trata de borrar todo lo relacionado con el golpe de estado de 1936. La alcaldesa manifiesta que lo que se pretende es subsanar elementos simbólicos de nombres que siguen haciendo daño y no son respetuosos con la historia. Objetivos diferentes. Unos pretenden borrar todo aquello que tuvo relación con una parte de la guerra civil. La alcaldesa Ambrosio propone eliminar todo lo que puede hacer daño a las personas o no es respetuoso con la historia. De hacer caso a esto último, se podría armar un laberinto en el callejero de Córdoba de mil pares de narices. Sería un lío no sólo por el número de calles, símbolos y títulos que habría que eliminar, sino por el coste económico para el ayuntamiento y el daño burocrático para los ciudadanos.

Sinceramente pienso que se puede estar creando un problema sin necesidad. Intentando agradar a unos pocos, se puede estar molestando a muchos. En el fondo no se busca quitar determinados nombres. Lo que algunos pretenden es borrar cierta parte de nuestra historia. Eso sería algo imperdonable. Si queremos evitar cometer los mismos fallos que cometieron nuestros mayores, hay que dejar quieta la historia. Tanto la parte que nos gusta, como aquella que trae recuerdos dolorosos.

Hace algún tiempo tropecé en Madrid con un monumento que popularmente es conocido como La Fuentecilla. Está dedicado al Rey Fernando VII. Gracias a que ningún alcalde tomó la decisión de quitarlo de nuestra vista, pude recordar a un personaje «felón» que, junto a su padre y a cambio de tierras y dinero, entregó corona y territorios de España a Napoleón. Llegó a tal deshonra que pidió ser considerado hijo adoptivo del invasor gabacho. Pero ese puñetero olvido de los españoles y la ambición de algunos gobernantes, hicieron que regresara a España. Una vez en el poder, instauró de nuevo el absolutismo, derogando la Constitución elaborada en las Cortes de Cádiz y segando la vida de quienes le trajeron la libertad. Además de para decorar, para eso sirven los monumentos. Para saber que hay decisiones que originan nefastas consecuencias; que en España hay personajes indeseables; y para que los españoles, conociendo nuestra historia, evitemos cometer los mismos errores.

Decía nuestro paisano Séneca que hay que «procurar olvidar lo que, traído a la memoria, nos entristece». Pues de la historia reciente toquemos lo menos posible y con sumo cuidado. De esa forma evitaremos que unos y otros, todos los españoles, volvamos a traer a la memoria aquello que hace tiempo consideramos olvidado. ¿No es eso lo que pretende la señora Ambrosio?

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación