Crónicas de Pegoland
El dedo de Carmen
La vicepresidenta es el poder y el camino. Que conste la «fartuscada»

La próxima vez que vea a Carmen Calvo (¡firmes, ar!) le voy a pasar al niño por el manto por si me aprueba Matemáticas a la primera dados los poderes milagrosos que se le atribuyen. Disculpen ustedes la transgresión pero cada uno pide según le va la feria. La súper-súper vicepresidenta —en concreto, su dedo— acaba de pasar a la historia por la puerta grande y todo ello a pesar de que confiábamos en su capacidad de expresión oral como elemento destacable para la posteridad. Resumiendo, señorías, en lo que charla.
Se imagina uno la conversación de Carmen Calvo y Pedro Sánchez , en este orden concreto de prelación, y no queda sino dejar volar la imaginación sobre lo que podría haber pasado en ese despacho. « Mira, Iván , haz el favor de arreglarle a esta mujer lo de la base militar esa de Córdoba. Y tráeme un ibuprofeno de 600 que no veas cómo me ha puesto la cabeza», diría el presidente del Gobierno tras un breve intercambio de pareceres de aproximadamente cuatro horas de duración en el que Sánchez habría pulsado tres veces el botón de alarma para que lo llevaran al búnker de La Moncloa alegando lo tranquilo que se está bajo varios metros de acero y hormigón.
Carmen Calvo, eso hay que reconocerlo, es mujer de palabra. En concreto, de palabras. De bastantes . Una vez me explicó el desarrollo de las obras del Prado y me acabó convenciendo de que las Meninas, en realidad, fueron cosa suya. Lo raro es que Sánchez (o sea, ella) no haya trasladado ya la Telefónica al Casino de Cabra , Endesa al bar Correo y el Banco Santander al Bocadi . Desde que Carmen Calvo está en el Gobierno, de la fuente de las Tendillas mana Moët & Chandon y todos los coches que circulan por Córdoba son Audi. Hasta mi parienta me ve más alto y guapo. Y todo es, por supuesto, gracias a ella.
Según la «fartusca» tesis del vicepresidente de la Junta, Juan Marín , todo obedece a los poderes del dedo (y no de la lengua, como originariamente sospechábamos) de la vicepresidenta, capaz de mover montañas y de convertir a infieles. Tal y como ocurre con la mano incorrupta de Santa Teresa, deberíamos ir preparando hornacina para el índice de Carmen Calvo cuando llegue el momento de reconocerle las condiciones beatíficas. Contando con que no sea, por contra, el dedo corazón y la liemos rindiendo culto a una poderosa y mitológica peineta.
Noticias relacionadas