REPORTAJE

«Ya le debo una hora más a mi jefe»

ABC recaba testimonios de viajeros que sufrieron los problemas derivados de los paros parciales

Usuarios de Aucorsa en un autobús de la empresa municipal VALERIO MERINO

IRENE CONTRERAS

En una de las paradas de autobús de Colón Norte, una usuaria habitual de Aucorsa, Virginia Paredes, lamentaba ayer la falta de información sobre los paros parciales. «No hay ni un triste cartel en las paradas de autobús que indique a qué horas van a funcionar», aseguraba. «Todo lo que dicen es que está en internet. ¿Y los que no usamos internet?». No obstante, el «cabreo» de llevar más de una hora esperando al autobús y perder el derecho a trasbordo después de llegar al centro desde Alcolea no bastó para impedir que se pusiera del lado de los conductores. «Sus reclamaciones son lógicas», aseveró, «sobre todo la de aumentar la seguridad» en los vehículos. El problema, añadió, «es que siempre pagamos los mismos».

La legitimidad de la protesta fue también apoyada por Josefina León, a pesar de las consecuencias que el retraso de los autobuses tuvo para ella: «Ya le debo una hora más a mi jefe», lamentó, aunque de buen humor. Junto a ellas, una tercera afectada afirmaba:«Los ciudadanos no tenemos culpa de que ni este Ayuntamiento ni el de antes hayan sabido gestionar». En una de las paradas de autobús de Ronda de los Tejares suspiraba ayer con alivio Ángela Sánchez, que vivió su particular «gymkhana» para conseguir dejar a sus dos hijos en el colegio a la hora del timbre. Una tarea que si ya es para ella un reto a diario, se complicó con la huelga. Ante posibles imprevistos, cualquier precaución es poca y su despertar se adelantó ayer más de dos horas. «Y aún nos quedan unos días así», lamentó, en referencia al resto de paros parciales convocados por Aucorsa.

Una excusa verosímil

Llegaron tarde a trabajar o al colegio, pero tenían una excusa verosímil. Más problemático resultó para aquellos que tenían que desplazarse hasta el Hospital Reina Sofía y se apeaban de los pocos autobuses que llegaban al centro como si estos estuvieran ardiendo. Llegaban tarde a la consulta o a realizarse alguna prueba. «Yo vengo a visitar a un familiar que está ingresado», contó con tranquilidad Míriam Melero al bajar de la línea 14 desde la Fuensanta, «pero muchos han ido con tiempo a la parada sabiendo lo de la huelga, y han estado esperando mucho rato. Cuando está en juego la salud, nadie piensa en los derechos de otros», defendió.

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