APUNTES AL MARGEN
El cunero posmoderno
El cénit del paracaidismo. La «cuneridad» llevada a su extremo. Podemos ha actuado como lo hacían Cánovas, Sagasta y todos aquellos partidos a los que llaman despectivamente la casta
El cunero es parte de la política nacional como los leones del Congreso. En concreto, su uso se implantó durante la Restauración . Se llamó así a los cargos que el Gobierno de turno — liberales y conservadores pactaban sus pasos por el poder— colocaban en determinadas circunscripciones con el propósito de asegurarle un escaño. La mera presencia en las listas, pongamos por Cuenca o por Córdoba, era motivo más que suficiente para que el cunero tuviese presencia en las Cortes. Los pucherazos electorales hacían el resto. Paracaidistas sin ninguna relación con el territorio pasaban por su provincia de vez en cuando a pastorear al líder local, momento que aprovechaban para comer en el casino del pueblo .
El cunerismo ha sido una práctica común durante la democracia. La Constitución decidió, quizá contra la lógica del estado de las autonomías, que la circunscripción electoral fuese la provincia, un invento del siglo XIX que se ha mostrado tremendamente eficaz. Esa decisión ha condicionado, en primer lugar, los resultados electorales estableciendo un reparto de poder no arbitrario. Un partido alfa (en la acertada terminología de Enric Juliana), un segundo que otorga estabilidad al sistema y bisagras nacionalistas representadas muy por encima de sus votos. Qué casualidad que las primeras elecciones en donde esta última parte del sistema no va a pintar nada se realicen con la presencia en el debate nacional de la amenaza del independentismo catalán .
En Córdoba hemos tenido cuneros en las listas desde que existe memoria. Notables de Madrid que aparecían en las listas al Congreso para garantizarse el escaño por razones estratégicas. El PCE hizo uso de la práctica tras su legalización lo que permitió sentar en un escaño a Ignacio Gallego , líder del sector prosoviético en la Transición, o Enrique Curiel , protagonista de la primera de las muchas defecciones habidas en las filas comunistas camino del PSOE.
Los socialistas han tenido ilustre cuneros, algunos que se trabajaron el territorio y otros a los que nunca se les vio el pelo. José Antonio Griñán fue cunero en las autonómicas y Miguel Ángel Moratinos en unas generales. La ejecutiva provincial llegó a aprobar una medida para no aceptar nuevos «paracas» .
Éstas será la primera lista del PP sin cuneros . Y los ha tenido a mogollón. El caso de Carmen Martínez de Sola y Coello de Portugal fue brutal. La dirección provincial llegó a reclamar su destitución como parlamentaria por Córdoba cuando no se le ocurrió otra cosa que presentarse y conseguir un cargo de concejal en Sevilla. Por lo visto, hubo un diputado que se llama López-Amor, aunque las fuentes no se ponen de acuerdo. De hecho, hay quien pone en tela de juicio su propia existencia.
Lo de Podemos , reconozcámoslo, ha sido el cénit del cunerismo. El cunero llevado a su extremo superlativo. La cuneridad absoluta. Quien resulta que vino a darle aire fresco a la democracia plagada de imperfecciones ha incurrido en uno de los peores pecados posibles . Garantizar el sueldo y el puesto a los miembros de la dirección del partido mediante unas primarias trucadas y el envío de los «paracas» a las listas. Mediante una circunscripción única, Iglesias y su gente ha garantizado escaños a los chicos de la dirección como Cánovas y Sagasta. No se puede decir que hayan engañado a nadie. Las elecciones internas de la organización fueron deliberadamente realizadas de esa manera para esto. Y quien participaba en el proceso, incluso en las listas ganadoras de antemano, legitimaba la existencia de un proceso viciado.
El gravísimo error de Podemos ha sido ignorar la relevancia de la implantación territorial. Ha obviado el trabajo del liderazgo local e incluso ha hecho todo lo posible por no llegar a crearlo con movimientos como no presentarse a las municipales. El resultado dice poco de la cacareada democracia interna y aún menos de los principales referentes locales. Ni una sola dimisión se ha producido aquí en Córdoba por unos hechos como los acaecidos. La ceremonia de la confusión de las últimas semanas ha generado una imagen cierta de un partido «amateur» en el significado más inquietante que tiene esa palabra.