Rafael González - La cera que arde
Mi cuerpo
El catavinos ha sido superado en esta época global, multicultural
HE girado una visita al Paseo de la Ciencia con el ánimo de donar mi cuerpo a la misma. ¿Qué tiene mi cuerpo de especial? He sobrevivido a la picadura de una garrapata, por ejemplo. Y no es una metáfora. Justo en el periodo en el que me encontraba más alejado de animales domésticos, campos con balaustrada y reuniones familiares políticas, un bicho me postró en el lecho del dolor y el exantema. Afortunadamente existen científicos que tras su paso por diferentes paseos de la ciencia, facultades científicas, laboratorios con probetas, reparto de telepizzas, servicios en bodas y comuniones, atención al público en teleoperadoras, becas en Italia, y pinchar discos en convenciones de catedráticos, se dedican finalmente a la ciencia médica aunque añorando lo mucho que ganaban como repartidores de comida china.
Pudieron atajar el garrapatismo que atenazaba mi cuerpo serrano y me devolvieron a la sociedad para que siguiera sobreviviendo. Tras eso, he superado varias pruebas más que me han hecho comprobar que soy capaz de guisar un perol para 40 cordobeses y cordobesas sin despeinarme. Hago gimnasia por las mañanas y soy capaz de ver la batalla de las flores desde Fuengirola, solo con el poder de mi mente.
Son los atributos con los que me presenté en el Paseo de la Ciencia hasta que me lo encontré lleno de ediles e ideólogos de la Junta. Estos últimos estaban presentando una nueva incineradora ecológica de documentos que transforma los papeles comprometidos en compost. Le han manado una maceta como souvenir a la juez Alaya. La ciencia al servicio del planeta andaluz, que se dice. También pude comprobar cómo un laboratorio de físicos habían desarrollado una palangana virtual para la Cata del Vino. Eso te permite entrar con un «pendrive» en el recinto de los amontillados, te meten un giga de datos por la parte del cuerpo que más te plazca -vivimos tiempos de libertad y redondez- y saboreas por el móvil un vídeo donde un peñista está acodado en una barra con una hilera de medios en actitud de meditación peñística.
El catavinos ha sido superado por el devenir de una época global, multicultural y transversal. El Departamento de Estudios Científicos de Transgénero además ha presentado una demoledora tesis sobre la figura machista del catavinos como elemento esclavizador de la mujer, con lo cual dicho elemento queda eliminado de cualquier cata oficial de vinos, espiritosos o sustancias etílicas que cuente con el apoyo institucional de las administraciones públicas. Yo, como no bebo vino, tengo un motivo más para donar mi cuerpo libre de polifenoles machistas. A los niños que han acudido al Paseo de la Ciencia les han enseñado el esqueleto de un cerdo. Los niños no saben lo que es un cerdo y tiene toda la pinta de que cuando se den cuenta será demasiado tarde. Está bien advertirlos de los que la vida y la ciencia les va a deparar. Hay que educarlos en la responsabilidad y en la esperanza de que cuando sean mayores podrán ser científicos en Marruecos o Polonia. La otra alternativa es que trabajen para que su cuerpo sea donado a Gran Hermano o Mujeres, Hombres y Etcétera. A mí todo eso me ha llegado tarde y lo único que puedo ofrecer es un cuerpo del Campo de la Verdad que llegó a jugar en el San Eulogio. Todo un hito.