Agricultura

Cubiertas vegetales en el olivar de Córdoba: los almacenes subterráneos para el cambio climático

Un estudio de la Universidad de Córdoba prioriza el uso entre las calles de los olivos para retener el carbono

Dos jornaleros tiran de los fardos de aceitunas en plena recolección en una finca de Córdoba Valerio Merino

Pablo Cruz

Históricamente ha existido un debate en el campo sobre una supuesta disyuntiva entre la labor tradicional agraria y el respeto al medio ambiente . En los últimos años, sobre todo a través de la Unión Europea (UE), se han implementado más normativas que fijaban limitaciones en el uso de productos químicos a la hora de trabajar la tierra, unas medidas rechazadas por los productores en muchas ocasiones.

Sin embargo, Manuel González , investigador del Departamento de Química Agrícola, Edafología y Microbiología de la Universidad de Córdoba (UCO) , ha conseguido en su tesis doctoral aunar ambos aspectos, lo cual puede marcar un camino para todos los que se muestran recelesos a los ‘sambenitos’.

Este experto partía de la premisa de que el suelo mediterráneo dedicado al cultivo del olivar se caracterizaba por liberar una cantidad de carbono al exterior a corto y a largo plazo como consecuencia de prácticas tradicionales realizadas a lo largo de los años por los agricultores, como es el laboreo convencional o el uso de herbicidas para eliminar a las plagas en sus plantaciones.

Esto provocaba unos mayores niveles de contaminación y, en consecuencia, efectos negativos que contribuían al cambio climático, un fenómeno que está causando muchos daños al agro a fin de cuentas. Asimismo, según afirma a este periódico el propio profesor González, que ha desarrollado su labor investigadora en los últimos tres años, se originaba un mayor nivel de erosión de los terrenos y se provocaban en los suelos una pérdida de calidad y de nutrientes.

En su lugar, este doctor universitario aboga por la introducción entre en las calles en las que se encuentran los olivares de cubiertas vegetales que permiten que se retenga el carbono en el subsuelo y, de este modo, reducir la emisión de gases de efecto invernadero.

Suelo de olivar entre calles de árboles bajo mucha sequía Valerio Merino

Según señala, esta forma de trabajar la tierra también trae otros beneficios, principalmente que el suelo cuente con unos mayores índices de fertilidad, «aunque hay que tener en cuenta que este resultado se consigue a largo plazo, ya que todo este proceso se caracteriza por ser lento».

Diez toneladas de suelo

Del mismo modo, este investigador aseguró a este periódico que se logra un incremento de la biodiversidad en la zona, lo que permite la presencia de más insectos que actúan contra las plagas como es el caso de los pulgones. Manuel González subrayó que las prácticas tradicionales de laboreo provocan que en estas explotaciones se pierdan por encima de 10 toneladas de suelo por hectárea, por lo que «introduciendo las cubiertas vegetales, la erosión de estos terrenos se reduciría considerablemente».

El autor de este estudio reconoció que los agricultores suelen ser muy remisos a cambiar sus hábitos de actuación en sus propiedades productivas porque «suelen ser poblaciones con altas medias de edad que acumulan muchos años trabajando de una determinada manera».

Sin embargo, según remarcó, estos sistemas no suponen ningún sobrecoste para los productores , por lo «que sería necesario que se llevase a cabo una labor pedagógica desde la UCO y otros actores para ir cambiando esta mentalidad». En ocasiones, este cambio de cultura de trabajo y cultivo suele ser uno de los obstáculos más importantes para la introducción de nuevas técnicas más sostenibles.

Manuel González ha desarrollado sus trabajos de indagación en parcelas ubicadas en la provincia de Jaén al tratarse de «suelos con un gran potencial debido a que allí existe mucha disponibilidad de almacenamiento de carbono, lo que da la oportunidad de secuestrarlo y hacer que permanezca con las prácticas agrícolas adecuadas».

Eso sí, el investigador de la Universidad de Córdoba cree que estas mismas conclusiones pueden obtenerse en las explotaciones olivareras cordobesas como en el resto del área mediterránea, así como en referencia a otros cultivos, como puede ser el viñedo, los cereales o los cítricos .

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