CRUCES DE MAYO
Los cuatro días de la belleza efímera en Córdoba
La fiesta que da inicio al mayo cordobés dio comienzo ayer con la apertura de los 52 recintos participantes
Sobran los estrictos convencionalismos del calendario. A falta de tres días para despedir abril, el mes siguiente ha avanzado puestos hasta anticiparse al almanaque. Digan lo que digan sus agendas, mayo llegó ayer. Y en la algarabía de las calles y en las conversaciones de mercado y barra de bar, esta reincidente dictadura de la alegría no es ningún secreto.
Hacia el mediodía de ayer se daba el pistoletazo de salida a un festejo que se prolongará hasta la madrugada del lunes, y unas horas antes los organizadores de las distintas Cruces de Mayo se afanaban en ultimar detalles para que estas estructuras efímeras lucieran su mejor cara para las miles de visitas que se esperan (y, por supuesto, también para el jurado).
En la cruz de mayo de Cañero , a primera hora de la mañana los organizadores se las apañaban para asegurar el buen funcionamiento de la gran maqueta de la Noria de la Albolafia que preside su escenario, custodiada por más de un centenar de macetas. Algo más al sur, la Cruz de San José Obrero reproduce con todo detalle un patio típico cordobés, de paredes de cal, balaustrada y fuente de agua clara.
En el Bailío , especialmente transitado en estas fiestas, la cruz se inunda de primavera con flores de varios colores, una tendencia que rompe con la tradicional cruz de claveles rojos y que en la presente edición del concurso se puede ver también en las arquitecturas efímeras de de Santa Marina o Pozanco , donde la hermandad del Rocío ha apostado por una escena de época, ubicando la Cruz sobre una carreta con yunta... pero sin bueyes.
Cruz de claveles
Como cada año, las hay más barrocas y más sobrias, pero por encima de cualquier estilo sobresalen los elementos tradicionales de la cruz de flores , que se afanan en realizar artesanalmente los colectivos participantes en la cita, y un buen puñado de macetas de gitanillas , símbolos inequívocos de esta fiesta.
Desde el mediodía comenzó a sonar la música en los 52 recintos que participan en la presente edición de las Cruces. Al ritmo de « Sarandonga » y de las rumbas de El Barrio se caldea el ambiente del mayo de cada año, un hilo musical coronado por las tradicionales sevillanas que ya no cesa hasta que empieza a asomar junio. El arranque fue tímido, pero hacia la media tarde, el panorama ya era distinto y comenzaron los grifos a vaciarse de cerveza, a abrirse botellas de fino y las tapas de salmorejo, tortilla y pinchitos a colonizar las barras de las Cruces y las mesas de los peregrinos de un via crucis muy particular -desde San Basilio hasta la Fuensanta , de San Pedro a Marroquíes - que se extiendió hasta la noche de un 28 de abril con sabor a mayo. El inicio de la revolución -anual- de los claveles.