OPINIÓN
Cuarto de la ESO
Los almodovarianos protagonistas de Guadalquivir Futuro no firman decretos ni resuelven las subvenciones. Dirigentes socialistas fueron quienes crearon esta situación. Ahí siguen
El fiscal Juan Antonio Merlos realizó una pregunta procedente al investigado Cristian Menacho durante su surrealista paso por el Juzgado de Instrucción número 8 por el conocido asunto de las mordidas a desempleados. «¿ Cuál es su formación para gestionar una asociación de estas características, que maneja una cantidad importante de fondos públicos y tiene empleados a su cargo?», inquirió el representante del Ministerio Público. « Cuarto de la ESO », respondió el hasta esta semana secretario general de las Juventudes Socialistas de la capital y número diez de la lista electoral de Isabel Ambrosio. La jueza instructora no escuchó bien la respuesta: « ¿De qué facultad ha dicho? ». «No, cuarto de la ESO», aclaró el joven exdirigente socialista.
Esa anécdota, verídica como los chistes de Paco Gandía , retrata mejor que nada todo el ruido generado en torno a este caso, cuya accidentada llegada a los juzgados ha significado un aprieto, y qué aprieto, a la imagen política del PSOE , algunos de cuyos dirigentes fueron quienes alimentaron el sistema. Tendría gracia si no fuera así de triste. Anoten: una serie de administraciones han puesto en manos de un joven con la formación que se le exige a un muchacho de 16 años, que no tiene el bachillerato aprobado, cientos de miles de euros de dinero público con el objetivo de mejorar las condiciones de vida de las personas de una de las zonas con más desempleo de A ndalucía y España .
El barullo, el episodio del ataque de ansiedad y las intolerables amenazas y agresiones a los periodistas que cubrían la información no deben hacer olvidar cuál es el meollo del asunto. El caso Guadalquivir Futuro no se sustenta sobre la peculiaridad de los personajes, almodovarianos en grado sumo, sino sobre hechos contrastados administrativamente por las investigaciones oficiales correspondientes. En primer lugar, que una serie de personas en situación de desempleo, vulnerables, tuvieron que pagar por ocupar un empleo que pagaba la Junta de Andalucía . En segundo lugar, que un grupo de dirigentes socialistas financiaron a cascoporro organizaciones afines que, según las conclusiones alcanzadas por la autoridad laboral, desviaron parte del dinero obtenido del plan de contratación de parados. Las palabras del consejero Sánchez Maldonado en el Parlamento de Andalucía, recogidas en el Diario de Sesiones , fueron las siguientes: «Parte de la subvención recibida por estas tres entidades se ha destinado a un fin diferente para aquel que fueron concedidas, es decir, para sufragar salarios y seguros sociales». Claro y preciso.
Que el asunto tenga enjundia penal depende ya de los tribunales de justicia. Doctores tiene esa iglesia. Políticamente, quedan muchas preguntas por responder. Ángeles Muñoz y Cristian Menacho pueden ser lo que sean pero no tenían acceso a las subvenciones públicas sin que alguien les abriese la puerta. Muñoz, según el testimonio de los vecinos a la puerta del juzgado, era capaz de conseguir una vivienda pública mediando ante el delegado de la Junta correspondiente o de obtener una licencia para un parking que no la tenía. Siempre había alguien al otro lado del teléfono. Un compañero, una voz amiga, uno que manda.
Por mucho que en el PSOE quieran ahora desvincularse, algunos de sus dirigentes han creado a estos personajes. Los amamantaron , los financiaron y les permitieron estos actos -insisto, administrativamente comprobados- a cargo del presupuesto público. Una praxis que fue lesiva precisamente con quien más protección necesitaba y que a día de hoy pelea por lo suyo.
Que contemplen ahora su obra en toda su magnitud, con todos sus elementos viscosos, y lean los testimonios de las personas que están contando qué les pasó. Cuarto de la ESO para el responsable operativo de una organización que realiza talleres talleres subvencionados con menores de edad y ancianos. El partido por encima de todo . La militancia como la llave que blanquea el currículum. Son de los nuestros, pensarían. O eran. Quién sabe.