Coronavirus en Córdoba
La cuarentena con personas dependientes en Córdoba: «Las familias nos hemos convertido en terapeutas»
El estado de alarma por coronavirus ha cerrado centros y servicios de entidades clave para las personas dependientes
![El pequeño Francisco, que sufre parálisis cerebral, hace ejercicios en su casa](https://s2.abcstatics.com/media/andalucia/2020/03/30/s/actividades-casa-cordoba-U2121657159460iB--1248x698@abc.jpeg)
No solo centros educativos y comercios han cerrado en este tiempo, también han centros de día y recursos de entidades que atienden a personas dependientes , con alzheimer y otras demencias o discapacidad física y cognitiva . Para ellos las terapias y la estimulación que reciben a diario es el motor de su recuperación y en muchos casos el aliento/chispa de cada día. Para los cuidadores , el tiempo de confinamiento está suponiendo no solo quedarse escasa sino asumir un papel que hace aún más difícil la conciliación .
En casa de Marta Castillo han transformado varios espacios para realizar actividades con su hijo Francisco, de seis años y con parálisis cerebral . A la semana trabajan 14 horas con él entre las diferentes terapias que recibe en el centro de la Asociación Cordobesa de Parálisis Cerebral y otras afecciones similares (Acpacys) y ahora es ella la que trabaja con el pequeño: «nos hemos convertido en sus terapeutas», apunta.
«Para Francisco es duro porque siempre tiene todo muy programado. Nos levantamos, vamos al centro, luego al colegio, por la tarde piscina… y esto es un cambio radical y de repente», comenta la madre. Su hijo se considera un caso «gravemente afectado», no anda y a nivel cognitivo se encuentra muy atrás con respecto a los niños de su edad. Para Francisco «es fundamental recibir las terapias» o de lo contrario «su mejoría se estanca».
En el caso de Rubén, de 21 años, no puede dejar ni un día de ejercitar la parte inferior de su cuerpo. «Después de 18 años acudiendo a Acpacys ha logrado caminar cortos trayectos con muletas», relata su madre, Encarni Ruiz, que insiste en que «no se puede quedar parado». Por eso en casa están volcados con los ejercicios de este joven que tiene una parálisis cerebral que le afecta a los miembros inferiores .
Antes del estado de alarma acudían al centro de la entidad a diario y ahora, desde casa, dedican gran parte del tiempo a la estimulación de Rubén. Tanto Encarni como Marta se muestran muy agradecidas por la atención que está prestando Acpacys a distancia. «Hablamos con los fisioterapeutas por teléfono y vamos a empezar a realizar videollamadas», relata Ruiz, quien también ha recibido pautas de diferentes actividades para sobrellevar estos días.
La vida de Eulalia Espejo también se ha transformado. Su rutina es la misma que ha adoptado su hija Halima con una discapacidad psíquica y sordera , que antes acudía a trabajar a La Finca de la Asociación Cordobesa para la Integración de Niños Border-line (Acopinb) . Allí recibe formación sobre tareas de agricultura ecológica dentro del proyecto de inserción sociolaboral de la entidad.
El hándicap para Eulalia, además de encontrar tareas que suplan el trabajo y estimulación para su hija, ha sido hacerle entender qué ocurre. «He intentado explicarle que hay un virus en la calle y que por eso no podemos salir. Ve gestos, ve cómo ha cambiado el día a día y se da cuenta de que algo pasa», explica Espejo.
En la casa están las dos solas porque tanto el marido de Eulalia como su hijo están trabajando en el extranjero . El tiempo de la videollamada se ha convertido en casi «una tarea de cada día» que sirve como evasión aunque conforme pasan las jornadas, Halima va pidiendo más incesantemente salir. «Ya me ha dicho después de comer que se quiere vestir para irnos a la calle», revela Eulalia, que se mantiene confiada mientras no vea a su hija muy desesperada.
La desorientación y la incomprensión ante la situación es también lo que vive Inmaculada con su marido, Javier Cabello, que a sus 59 años y con Alzheimer está padeciendo los peores efectos del confinamiento . «Es completamente dependiente y no comprende qué está ocurriendo. Si se agobia por estar parado o encerrado grita y vivir esta situación entre cuatro paredes es duro», expresa Inmaculada.
Javier ocupaba gran parte de su tiempo, desde las 10:00 hasta las 18:00 horas, en el centro de día de la asociación Alzheimer Córdoba realizando talleres , dinámicas y recibiendo una atención profesional para el grado de su demencia . «Está muy avanzada y tiene gran deterioro. Para él las actividades son estimulaciones que ayudan un poco a su cerebro y que ocupan su día, no una terapia de cura. Pero son muy importantes para la evolución de la enfermedad», apunta Inmaculada.
Ella encuentra ayuda en sus dos hijas de 14 años, aunque reconoce que no quiere crearles tensión o angustia «porque lo viven de otra forma pero sí que colaboran en lo que pueden», y también en sus hermanos que se turnan por si tiene que hacer algo preciso fuera. «Lo único positivo de esta situación es el acercamiento que estamos teniendo los cuatro con esta convivencia, a pesar de que sea muy difícil», expresa la mujer.
En el mismo tono de desolación, Ana Sierra, vicepresidenta de Alzheimer Córdoba cuenta la situación que está viviendo en su casa con su madre. Tiene 94 años y una demencia muy avanzada que requiere de la atención exclusiva de una persona. Cuando asistía al centro de la asociación de Alzheimer , únicamente tenía asistencia por la tarde. Ahora Ana ha tenido que buscar apoyo también por la mañana porque es farmacéutica y sale para trabajar. «Esta situación es muy dura porque además no puedo prestarle a mi madre toda la atención que querría», lamenta Sierra.
Las entidades que atienden a colectivos dependientes, como Acpacys , Acopinb o Alzheimer , han buscado la forma de adaptarse a esta situación y suplir, de forma telemática , el apoyo que sus terapeutas prestan a los usuarios. Las familias lo agradecen, asumiendo que se han convertido en el estímulo de mejora o supervivencia para sus seres queridos.
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