HISTORIA

Cuando la Velá de la Fuensanta de Córdoba era la feria de septiembre

La fiesta debió de nacer hacia el siglo XVIII y por momentos tuvo gran esplendor

Una familia con campanitas de la Virgen de la Fuensanta ARCHIVO

LUIS MIRANDA

Como tantas otras veces, la fiesta nace en torno a la religión, pero después toma ropajes civiles que la completan y le dan una personalidad o un acento. Esto es lo que pasó con la que hoy se llama popularmente Velá de la Fuensanta , y que se celebra en torno a la copatrona de Córdoba , venerada en su santuario desde el siglo XV tras difundirse la tradición de las apariciones.

Teodomiro Ramírez de Arellano habla en sus «Paseos de Córdoba» de que el día 8 de septiembre «y los dos siguientes» se celebra en torno al santuario «una feria o mercado que no debe de ser muy antigua», ya que no aparece en la obra que Enrique Vaca de Alfaro dedica a la Virgen y a la iglesia en 1671. Es decir, debió de nacer hacia el siglo XVIII o XIX. Empezó «por una velada» y tuvo gran importancia, aunque para la época de la publicación de la popular obra, 1873, ya había decaído.

Esfuerzos

Pero se recuperaría. Para entonces, el Ayuntamiento hacía « laudables esfuerzos por conservarla». Así que renació en el siglo XX, siempre en torno a la Virgen. Por momentos se llamó feria de septiembre, porque, al igual que la de la Salud, nació en torno a la Virgen, estaba a extramuros y aglutinaba a toda la ciudad.

Por entonces se definieron algunas de sus señas de identidad, como las campanas de barro que se compraban en los alrededores de la iglesia para celebrar a la Virgen. Desde la época barroca estaba allí el caimán , un exvoto seguramente llegado de América, del que se cuentan muchas leyendas.

Las campanas son una de las señas de identidad más populares de la fiesta

El nombre de Velá de la Fuensanta se consolidaría hacia los años 70, cuando empezó a tomar protagonismo el barrio que había crecido en torno a la iglesia, y cuya actividad ciudadana fue muy importante. Por eso una parte de la celebración comenzó a recaer en todo lo que sucedía fuera del santuario, aunque siempre sin dejar de visitar a la verdadera protagonista.

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