HISTORIA
Cuando la Guardia Civil trajo la paz a los caminos y cortijos de Córdoba
La Benemérita encontró desde 1845 una de las ciudades con más delincuencia de España
A los viajeros románticos de principios del siglo XIX (Merimée, Gautier, Irving, Lord Byron...) les gustaba Andalucía por muchas cosas. Una de ellas, la aventura que suponía adentrarse en caminos peligrosos , dejados de la mano de Dios, donde en cualquier recodo podía aparecer una partida de bandoleros. En sus países de origen no quedaban, pero aquí sobraban. Ese mito, que aún hoy sobrevive como propuesta turística o televisiva -la serie «Curro Jiménez» , basada en un personaje histórico-, no tuvo nada que ver con la realidad. Los bandoleros de la primera mitad del siglo XIX fueron, en casi todos los casos, una peste que asoló los caminos de una España rural y empobrecida. Y en Córdoba, más que en ningún sitio, gracias a su ubicación estratégica como cruce de caminos. Para acabar con el saqueo, entre otras cosas, se creó la Guardia Civil hace ahora 175 años .
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El guardia civil Rafael Pimentel ha dedicado su tiempo a investigar la historia de la Benemérita en Córdoba, apoyado en trabajos anteriores como los de los profesores Aguilar Gavilán y Espino Jiménez de la Universidad de Córdoba . Y puede decir sin ambages que, para cuando la Guardia Civil se instala en Córdoba, a principios de 1845 (sólo un año después de la creación del cuerpo), «el bandolero romántico ya había pasado a la historia. Eran delincuentes que robaban a los pobres, y además con muchos casos de violencia sexual en los cortijos. Hacían numerosos asaltos y eran muy crueles».
Córdoba era, en aquella época, la ciudad con mayor índice de delincuencia de toda España, asegura Pimentel. Hasta que llega la Guardia Civil, que «en sus inicios se dedicaba a la persecución del bandolerismo, que era una plaga, pero también se controlaban los caminos y se realizaban tareas de orden público ». La primera compañía de la Guardia Civil se estableció en la capital al mando del capitán Alonso Bohoyo . No tardó en dar su primer golpe al bandolerismo: en 1846 acabó con dos partidas de bandidos, la de Zamarra padre y otra que se hacía pasar por «la del Tempranillo», relata Pimentel. Y muy poco después la Benemérita ya está asentada en buena parte de la provincia para hacerse cargo de la vigilancia de los caminos . En 1848 ya hay cuartel en Priego, y a mediados de la década de 1850 «se despliega en poblaciones estratégicas».
Con el bandolerismo controlado hacia 1870, la Guardia Civil fue diversificando sus tareas en la provincia de Córdoba, hasta convertirse en una « policía administrativa ». Es entonces cuando los bandidos dejan de asaltar diligencias y emprenden acciones más graves: secuestros, falsificación de moneda y, en definitiva, la creación de redes de crimen organizado . «Era la mafia», en un símil de Rafael Pimentel. Así se mantuvieron hasta la primera década del siglo XX. Durante la Guerra Civil, la Benemérita permaneció fiel a la República en Córdoba capital, «donde los guardias no salieron de la Comandancia», situada ya en su ubicación actual en la avenida de Medina Azahara. Justo al lado estaba el Cuartel de Artillería , que sí se sublevó; sus soldados bombardearon el Gobierno Militar y en una tarde se había acabado el conflicto. Los guardias civiles se sumaron entonces a la rebelión tras serle impuesto un nuevo comandante .
Terminada la guerra, la Guardia Civil de Córdoba tuvo de nuevo que hacer frente a una guerrilla especialmente virulenta en Sierra Morena y Los Pedroches: el maquis, hasta que «en los años 50 eso se acaba y los agentes vuelven a la normalidad». Es la época en que se crea la Agrupación de Tráfico para seguir asegurando las carreteras cordobesas. Así hasta la actualidad, en que la Guardia Civil hace frente a los delincuentes del siglo XXI . Ya no se asaltan diligencias, pero sigue habiendo rufianes en las carreteras virtuales de Internet.