TRIBUNA LIBRE
Cuando fuimos los mejores
«Quiero darle las gracias a aquella generación que vivió la penuria de la postguerra, que fue valorando cada paso de evolución y desarrollo, y que lo hicieron desde el principio del acuerdo y la búsqueda de lugares comunes»
Nací en Puente Genil en 1975. Estoy orgulloso de ser español. Andaluz por naturaleza, geografía, acento y sentimiento; adoro la tierra que piso y en la que vivo. Políticamente soy de centro-derecha, sin complejos y sin alardes. No soy facha, ni «trifachito», ni nada que se le parezca . Soy, con algunos matices y particularidades, muy parecido a otros muchos hombres y mujeres de mi generación. Admiro nuestra Constitución y ese periodo virtuoso que fue la Transición , a la que sigo pensado que debemos mirar cada vez que pretendamos crecer o merecer algo. Empiezo esta reflexión con la mejor referencia: una hoja en blanco. Ese mágico lugar donde sólo puede salir tu impronta más o menos meditada. Un espacio donde encontrarse con uno mismo. La ilusión de expresar lo que sientes frente al abismo del error o la incorrección. Pero la causa que pretendo abanderar, merece cabalgar al borde del desfiladero. Se trata de saldar una cuenta pendiente con el pasado, el presente y el futuro .
Voy a hablar de mi padre, de mi madre y, en cierto modo, de mis abuelos. Pero cuando me refiero a ellos, lo extiendo a muchos hombres y mujeres de aquella época. Esos que vivieron o nacieron durante la Guerra Civil y los posteriores cuarenta años de dictadura. Los arquitectos de la concordia, la convivencia, la generosidad, el entendimiento y las ganas de levantar un país más allá del régimen imperante. Aquellos hombres que nos educaron en la libertad y nos regalaron la democracia . Lo diré de nuevo, pero esta vez en mayúscula: Aquellos Hombres que nos educaron en la Libertad y nos regalaron la Democracia.
Estudié en un colegio público, José María Pemán ; en un instituto público, Manuel Reina ; y en la Universidad de Córdoba. Aunque no encuentro ninguna diferencia con mis amigos o compañeros que lo hicieron en un concertado como Compañía de María o facultades como ETEA . Estoy convencido de que todos crecimos en valores humanos y democráticos muy parecidos. No quiero que nadie levante barreras entre colegios o centros públicos o concertados , que tan bien han convivido durante décadas en nuestra sociedad. Respeto y estimo ambas opciones. Y la decisión de los padres, por encima de ningún otro supuesto bien superior, de elegir el lugar donde quieran que sus hijos estudien. No deja de asombrarme los inconscientes que pretenden destrozar un sistema que convive y funciona con absoluta normalidad. Aquellos cuya angostura sólo conduce al pensamiento único y la intransigencia con otras ideas distintas. Los que aún no han caído en la cuenta de para qué lado del muro saltaban en Berlín.
«Trabajaron por un país de progreso, tolerancia, esfuerzo, oportunidades y justicia. Guardándose los desencuentros para enaltecer la educación, el respeto a las diferencias, a las instituciones y a la Ley»
Por eso quiero darle las gracias a aquella generación que vivió la penuria de la postguerra, que fue valorando cada paso de evolución y desarrollo, cada escalón en el camino hacia la prosperidad, y que lo hicieron desde el principio del acuerdo y la búsqueda de lugares comunes de crecimiento. Aquellos hombres que provenientes del franquismo o del exilio conformaron una norma suprema integradora de los distintos bandos. No una constitución de unos contra otros, sino de todos y para una convivencia en común. A los hombres que limaron diferencias y tendieron puentes por el anhelo de libertad y de democracia. Trabajaron con la fe de construir un país de progreso, tolerancia, esfuerzo, oportunidades y justicia. Guardándose los desencuentros para enaltecer la cordialidad, la educación, el respeto a las diferencias, a las instituciones y a la Ley.
Abrazaron todos una misma Constitución, una misma Bandera y un mismo Himno. Sin reservas, sin vencedores ni vencidos , y con generosidad. Aceptaron singularidades regionales o nacionalidades, bajo la certera convicción del encuentro en la indisoluble unidad de la Nación española. Aquellos que no descansaban ni sábados, ni domingos, ni festivos para conseguir a sus hijos y nietos unas mejores condiciones de vida que las suyas . Una existencia entregada con esfuerzo, brillantez y coraje al ideal superior de una tierra en libertad y un futuro esperanzador.
«El devenir del tiempo nos ha traído un sinfín de frentes de batalla ideológicosque sólo pretenden rescatar lo peor de la historia de nuestra España»
El devenir del tiempo nos ha traído un sinfín de frentes de batalla ideológicos que sólo pretenden rescatar lo peor de la historia contemporánea de nuestra España. Una pléyade de temerarios e inconsecuentes que detestan la sociedad española que trajo la Transición y la democracia a nuestro país. Los autoerigidos en jueces del pasado, que lapidan la dignidad de los muertos , que pretenden transformar en villanos a personajes brillantes de otra época. Que quitan nombres de calles y colegios como si ese tiempo nunca tuviera que haber existido. Como si todo hubiera de ser tierra quemada en la hoguera de la ignorancia, los prejuicios y la incomprensión. Como si ellos fueran perfectos.
Toda esta tela de araña de liquidadores de la Transición , que lleva años gestándose, ha llegado para hacernos creer que todo aquel esfuerzo de nuestro padres y abuelos fue en vano. Que sólo merece el ostracismo y el mar sin retorno del olvido. Zapatero y Pedro Sánchez , con todos los cómplices comunistas e independentistas que conocemos, son los artificieros de este intento de voladura de la Transición. Aquellos que han dejado de ponerse en los zapatos del que piensa distinto , para levantar los muros de la discordia y mitigar el Estado de Derecho que conocemos. Aquellos que harán cosas que helarán la sangre de muchos, solo y únicamente por el poder.
Hoy levanto la Bandera de España . Todos los principios de la Constitución aprobada en 1978 que respeto y quiero para preservar nuestra sociedad, y para seguir trabajando por el futuro de nuestros descendientes. Manifiesto que defenderé la Transición, la Constitución y los valores de nuestra sociedad romana y cristiana con todos los medios que el Estado de Derecho pone a mi disposición. Y te pido que lo hagamos juntos, como nuestros padres y abuelos, como cuando fuimos los mejores.