Francisco J. Poyato - PRETÉRITO IMPERFECTO

La «cruda realidad»

La Mezquita es la razón de ser del «tripartito», mientras miles de cordobeses inmatriculan cada mes su desesperanza

La Mezquita-Catedral se ha convertido en una cuestión de Estado sin gobierno. Es la agenda monocorde de un «tripartito» impostado donde muchos son los reinantes y ninguno el gobernante. Es la prioridad, la preocupación, el desvelo de ciertos funcionarios que buscan las candilejas de la política mientras que los políticos simulan una ambigüedad y equidistancia más propia de los altos oficiales del Ayuntamiento. Intercambio de roles. Es el eco que devuelve la indolencia de una sociedad incapaz de zanjar en tres movimientos de esgrima una estéril y ficticia polémica a modo de armazón del que se alimentan titulares y estómagos agradecidos. Y, sobre todo, sigue dañando de manera persistente un medio de vida para miles de cordobeses incrédulos y aburridos. Empero, aún no se oyen las quejas de los que siempre se quejan por todo, a pesar de que esta ola, que no parece pasajera, apunta más arriba de sus nalgas y sus negocios. Siempre fue peor la conjura de los necios que la rebeldía de los ignorantes. Y ante la ceremonia de la confusión que vivimos, se echan en falta voces rigurosas y actoras que desmonten con rotundidad la farsa y el sainete de bocachifles que se ha adueñado de la escena pública cordobesa. Es la «cruda realidad» interpretada por pésimos oficiantes.

En el estado de las cosas, el «tripartito» cogobernado hace de la Mezquita-Catedral su razón de ser, mientras esa otra «cruda realidad» cuenta los parados por miles cada primeros de mes, cuando el altavoz estadístico pone el contador al corriente de los silentes moradores del sello. De aquellos cordobeses circunspectos que inmatriculan su desesperanza mes a mes sin visos de arreglo.

Decía nuestra alcaldesa esta semana, a la vera de la métrica del paro, que esta «dura y cruda realidad sigue siendo la gran prioridad del Ayuntamiento» y añadía que «no es una cuestión de competencia, sino de responsabilidad»... Con los hechos, y no las palabras, hemos de suponer que doña María Isabel se refería, claro está, a la cuestión de Estado: la Mezquita-Catedral. El paro debe ser algo demasiado capitalista y burgués para este «tripartito» de las personas como para perder energías y pensamientos en pragmatismos y estadísticas sin ideología ni utopías. La campaña de acoso y derribo sobre uno de los motores económicos de la ciudad, según dejó escrito la Universidad Loyola, debe estar en línea con esa acción de gobierno. Y en franca colisión con el sentido común, porque es imposible entender como desde la responsabilidad pública puede consentirse este bochornoso espectáculo, auspiciarse esta inquina sectaria y ofensiva, y erosionar la marca de Córdoba sin recato alguno hasta límites insospechados. ¿Hasta dónde y hasta cuándo vamos a seguir enrolados en este viaje a ninguna parte...?

La «cruda realidad» suma los nombres de los 42.670 cordobeses que a finales del pasado mes de febrero engrosaban las listas del Servicio Andaluz de Empleo, mientras los responsables municipales fabrican disparates, pugnan por ver quién tiene más larga su incompetencia, y abren frentes, zanjas y diatribas sin solucionar ni uno solo de los problemas que van generando a la par. La Comisión Europea, el Gobierno español, la Junta de Andalucía, el Parlamento andaluz, varios jueces... parecen estar completamente equivocados. Todos hemos tergiversado la historia. Los canónigos esconden hace siglos en sus entrañas los papeles del expolio. Y Fernando III fue el primer podemita de la historia al que no dejaron conquistar los cielos dejando como presa de su fracaso, en la contienda con obispos y príncipes de la Iglesia, una mezquita aljama... Sí, la «cruda realidad».

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